Tras la fanfarria viene el baile y el tongo. La política de masas es la política espectáculo, el circo binominal instalado desde La Moneda a los barrios, en temporada electoral. Es la cruel parodia democrática representada cual rito nacional en la fruición mediática; una fiesta de las elites ha sido convertida en drama político nacional. […]
Tras la fanfarria viene el baile y el tongo. La política de masas es la política espectáculo, el circo binominal instalado desde La Moneda a los barrios, en temporada electoral. Es la cruel parodia democrática representada cual rito nacional en la fruición mediática; una fiesta de las elites ha sido convertida en drama político nacional.
La campaña electoral, que se iniciará en los vecindarios durante los meses venideros, no dará tregua hasta el próximo año. Está ya anunciada como titular de portada en los diarios del duopolio. Una campaña, aun cuando emerge con escándalo de temporada en temporada, mantiene un flujo constante. A diferencia de la operación estacional, cuya ilusión es la diversidad y el conflicto, la verdadera campaña de los medios es silenciosa y unitaria. Es institucional, binominal, constitucional.
Cuando la calle hierve de rabia, cuando las ciudades están sitiadas por las fuerzas especiales, cuando la lucha política está en las asambleas, fábricas y barrios, la prensa corporativa lanza su campaña. Omisión, silencio, acaso manipulación de las voces ciudadanas: circo, tongo y abierto engaño como campaña concertada. A las protestas de deudores hipotecarios, estudiantes, pescadores y una extensa fila de trabajadores desesperados, tras la cortina mediática aparece la comedia binominal. Que Carlos Larraín, que el diputado Godoy, que Girardi y Velasco, que el PPD contra la DC, que la UDI versus RN, que Golborne sí pero no, que tal vez Longueira. Y claro, allí están, por cierto, las señales de Bachelet desde el Olimpo de Naciones Unidas.
Una comedia, acotada al statu quo , que es la permanencia y consolidación del modelo neoliberal. Chile, tal como nos ha relatado la prensa empresarial durante décadas, sigue y destaca como mito viviente del mercado desregulado ante la catástrofe mundial. Ante el déficit y el estancamiento estadounidense, ante el caos europeo, esta prensa levanta el imaginario de La Dehesa y las oficinas de Costanera Center como paradigma del desarrollo. Que las tasas preferenciales para los bonos de Codelco, que los comentarios sobre Chile en Wall Street, que las inversiones del Chile transnacional en los mercados latinoamericanos, que los estudiantes chilenos de doctorados en las universidades de Estados Unidos, que los índices de riesgo país jamás habían estado tan bajos… No como esos griegos, portugueses y españoles. No es solo ceguera y bloqueo mental en el pensamiento de las elites. Es mucho más. Es ruido, narcótico, engaño, abuso. Es abierta mentira.
Los movimientos sociales en México han impugnado los resultados de la elección presidencial por irregularidades no solo en los cómputos, sino por acarreo y compra de votos. Pero las denuncias son aún más profundas y apuntan a uno de los pilares del sistema político actual, que es la relación entre la política y los medios de comunicación. Porque hoy nada está más alejado de las demandas políticas y sociales que aquella realidad exhibida a través de los medios. La oferta política que surge de los medios de comunicación es tan falaz y accesoria como cualquier producto de consumo masivo promocionado por la publicidad.
Los vicios electorales no radican solo en la manipulación de papeletas. Se extienden desde el clientelismo, las redes y operadores y la misma institucionalidad, que en nuestro caso es binominal. Una estructura de espuria legitimidad reforzada y justificada por la elite favorecida y sus medios de comunicación. Como en una teleserie o un aviso publicitario, los medios también tienen el poder de convertir lo falso en verdadero.
La gran mayoría de la población, que es también la gran masa electoral, se informa a través de la televisión. Es su ventana al mundo, su nexo con la supuesta «realidad». Es la exposición diaria a un guión bien elaborado para el reforzamiento y consolidación de una institucionalidad opresora. Aquí radica el abuso, la alienación, la explotación: se simulan la política y los mismos medios, levantados como canales e intérpretes de las diferencias, de las múltiples voces, como operadores de la libertad de expresión y centinelas de la democracia. Entre las cuatro paredes del sistema binominal, la prensa del duopolio simula objetividad e inventa diferencias.
Estos medios corporativos imbricados con los grandes poderes han creado la sociedad actual, un festivo escenario neoliberal que excluye las verdaderas demandas y necesidades de los pueblos mediante un tablado para montar una trama alienante de manipulación y dominación. De este trance no se libran ni nuestros niños.
Hacia la primera semana de julio el canal de finanzas Bloomberg TV entrevistó al economista estadounidense Nouriel Roubini para conocer su opinión sobre el creciente escándalo de manipulación de tasas de interés interbancarias por el Barclays Bank. Roubini, que saltó a la fama al predecir la crisis financiera de 2008 y por sus sinceras críticas al sector bancario, advirtió que si no caen presos este año los responsables de estas nuevas estafas, para 2013 veremos a muchos directores de bancos colgados en las plazas. Una condición que deberían considerar también no pocos políticos y directores de medios de comunicación. Mentirle a la población no es menos grave que estafarla.
– Publicado en «Punto Final», edición Nº 762, 20 de julio, 2012.