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Memoria de la cuarentena. En la puta calle

Fuentes: Rebelión

Creo que fue hace un mes y medio cuando mi padre me acercó al barrio, después de comer con él y con mi madre.

Al llegar me presenté a Baltasar.

Llevaba tiempo queriendo hacerlo.

Baltasar es un vecino que duerme en la calle de Amaniel. Está profundamente alcoholizado. Vende kleenex a los conductores. Aquí todos le quieren.

No sé cual es su historia, pero tengo la sensación de que un día lo tuvo casi todo y que desde hace mucho se quedó sin nada.

Las personas de mi espacio, o muchas de ellas, se detienen a diario a charlar un rato con él.

Ese día estaba sentado en su banco.

Le dije mi nombre, y le pregunté si necesitaba algo.

Me respondió que tenía hambre, y que se iría conmigo al fin del mundo.

Le compré dos bocadillos y un café con leche, y le respondí que era un poco canalla.

Me fui a casa.

Pensé que su tristeza nos define. También su dulce chulería y las ganas de seguir adelante, pase lo que pase.

Y me asaltó la convicción de que todos somos un poco Baltasar, porque la vida a veces es dura, y nos puede derribar.

También comprendí, y afirmo, de forma inexorable, que todos somos iguales, y que tenemos el derecho de habitar con dignidad.

Han pasado días desde entonces que no sabemos cómo definir. El covid 19.

El otro día pensé en Baltasar.

Me armé con la única mascarilla que me dieron mis padres. Y con mis guantes para fregar el baño.

Fui a su banco.

– Baltasar, aquí te traigo pan, salchichón, bizcochos, y cerveza. 

– Gracias guapa. Mírame. Tengo la cara cortada y también las manos, ayer me la liaron en el albergue. Voy a hablar con la directora para que no me vuelvan a pegar.

La última frase que me dijo fue: “Porque si no, ¿para qué sirve el derecho?”

Me fui a casa encogida.

Tantos juicios, jornadas, y encuentros, desde pequeña, para que de repente, la alteridad que nos conforma nos recuerde cosas básicas.    

El derecho no es ni más ni menos que una herramienta para conjurar la inmensa violencia social que atenaza las vidas.

El derecho nos puede aniquilar (Kafka) y al mismo tiempo, nos puede sacar de una situación imposible. 

O quizás ninguna de las dos cosas. Bendita complejidad.

Ayer fui a verle, pero Baltasar estaba rodeado de policías.

Hablé con los agentes. Al llevar tres días en un hospital por neumonía, ha perdido su plaza para dormir en el albergue.

Cómo no sublevarnos.

Así que hoy he vuelto a verle. Allí estaba. Como siempre.

– Buenos días, Baltasar.

– Hola cariño. Duermo de nuevo en los bajos de la florería. Que me han quitado la plaza. Que estoy solo. Menos mal que me han traído esta botella de DYC. Menos mal que tengo tus ojos y tus bocatas de fiambre.

Joder.  

El sinhogarismo

Solo en Madrid, tenemos 2.800 personas en la situación de Baltasar (mayoritariamente,  hombres de mediana edad), de las que 650 duermen en la calle y el resto lo hacen en centros de acogida, o en pisos habilitados previamente para ello.

El 28 de septiembre la ciudad de Madrid pudo ver  en el Paseo del Prado, a la altura del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, una pancarta que rezaba: NADIE SIN HOGAR.

El propulsor del movimiento que nos puso la realidad ante los ojos fue el Movimiento Nadie sin Hogar (http://www.nadiesinhogar.info/).

Querría poner por escrito, con todo el respeto, lo que creo que son sus objetivos:

1. La reivindicación del derecho a la vivienda, contenido en el Art. 47 de la Constitución Española (CE), que expresa la declaración programática del “derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. Frente a esta expresión, tan cargada de retórica y constitucionalismo débil, este movimiento, como tantos otros, adquiere forma agente: se trata de hacer efectivo este derecho, y, además, denunciar la situación de carestía que le afecta, así como la imposibilidad de amplios sectores sociales para acceder a la misma. Las referencias fuertes y acusadas están en la  juventud, en las precarias, en las desempleadas. El mercado de trabajo endurece, de forma extraordinaria, los cauces de estabilidad necesarios para afrontar la compra y el arrendamiento. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, más allá de la juventud, amplios segmentos sociales encuentran enormes dificultades de acceso a la vivienda.

2. La denuncia de la especulación, que, en el mismo precepto, es señalada, tanto como dimensión implícitamente habitual del espacio urbano, como, asimismo, patología social a dificultar e impedir. En este Art. 47 CE, se establece una equivalencia entre el interés general y las políticas públicas que obstaculicen el fenómeno especulativo. Se pretende la denuncia y visibilidad de un desequilibrio alarmante, que afecta al sustrato biológico de un espacio urbano, que, sometido a un mercado exento de controles, no garantiza espacios de vida básicos y produce el desamparo y la angustia; fenómenos derivados de la sumisión de la existencia a los imperativos económicos de la valorización: Para el individuo metropolitano postmoderno, sólo el consumo y el acomodo a las relacionales funcionales sistémicas garantiza el éxito y, desde luego, la destrucción de la ciudad como espacio común .

Esta ciudad productiva invisibiliza el poder(Barcellona, 1992; p. 29 y ss.) Hay mil formas que pueden permitir a los movimientos sociales (ms) activar la transparencia de las reiteradas maniobras efectuadas por concretas empresas especuladoras, que, siendo propietarias de terrenos e inmuebles, no los utilizan de forma efectiva, sino que juegan de forma ventajista con el espacio –la específica rentabilidad urbana de su ubicación– y el tiempo –su transcurso como elemento económico– para poder conseguir cuantiosas plusvalías al vender aquellos terrenos revalorizados. Los ms persiguen, con su práctica, impugnar la ausencia, por parte de las administraciones públicas, de políticas que resulten verdaderamente eficaces para limitar éste y otros fenómenos similares.

3. Activar la participación, como subjetividad política activa, unida a un valor democrático esencial; participación contemplada en diversos artículos de la norma fundamental, (artículos 1, 10, 20, 21, 22, 23 o 25 –entre otros) en todo su contenido, de forma que se priorice la actividad de los ciudadanos como sujetos, y, en consecuencia, se potencie la utilización del espacio urbano común, como sustrato de existencia; y, en definitiva, como verdadero valor de uso.

En este sentido, se trata de llevar a cabo actividades no mediadas por la exclusividad del intercambio lucrativo, sino que, por un lado, se encuentren basadas en otros tipos de intercambio —de saberes, técnicas o conocimientos—; y, por otro, practiquen una crítica a las formas de trabajo asalariado que potencien otras formas de trabajo posibles —como el trabajo e intercambio cooperativos. También, y esto resulta esencial, un desarrollo de la propia existencia, para sí y para los otros, conforme a valores de independencia y responsabilidad que incidan en un funcionamiento social autónomo, de manera que la toma de decisiones sea realmente colectiva. Junto a todo ello, se incide en la producción de políticas y actividades desde parámetros de referencia moral —visibilidad de la cuestión de género, desarrollo sostenible, crítica al consumismo…etc.

No se puede habitar el mundo sin tener habitación

La policía desalojó las tiendas de campaña el pasado 4 de octubre del 2019, a petición del ayuntamiento de Madrid.

Qué rabia sentir que “nuestro” gobierno municipal no ponga fin a kilómetros de “no vida”.

No se puede habitar el mundo sin tener habitación.   

En las tiendas, había personas que habían salido de días infinitos en los CIES. Recordemos una vez más, y nunca serán bastantes: esta gente no ha cometido ningún delito penal.

En las tiendas, había gente en paro, y con los subsidios agotados.

En las tiendas, había mujeres escapadas de la violencia.

Lo que demanda este ms es acceso a una vivienda asequible.

En este marco se mueven ya algunas iniciativas comoHousing First, que sitúa en el centro de la estrategia social el acceso a la vivienda, sin condicionarlo al cumplimiento de objetivos previos.

Lo que nos recuerda Micky Carrera, su portavoz, es que la gente sin hogar es víctima de agresiones físicas todos los días. 

La Estrategia LARES 2015-2020 tenía como objetivo general lograr que nadie durmiera en la calle para el año 2020, lo que, a la luz de los datos, no parece que se vaya a conseguir.

Micky valora positivamente el compromiso explícito de erradicar el sinhogarismo, pero considera que es insuficiente: “no se han cumplido los objetivos y los recursos no se adaptan a las necesidades de las personas”, opina.

La Comunidad de Madrid también cuenta con su propio Plan de Inclusión de Personas Sin Hogar 2016-2021. Ambos proyectos están ideados para cubrir las 7 categorías de “sinhogarismo”  más severo (de las 13 que recoge la normativa europea), y en ambos se plantea la importancia de abordar el problema de forma transversal y en coordinación con los distintos actores, así como la necesidad de poner a la persona en el centro de la intervención social, diseñando itinerarios personalizados. Sin embargo, ninguna de las dos instituciones ofrece de forma pública los informes anuales de evaluación de los avances y, a pesar de los numerosos intentos, ha sido imposible hablar con algún responsable institucional conocedor de esta realidad.

Necesito ducharme

¿Saben ustedes lo que significa reducirse a la nuda vida?  Lean esta noticia.

No poder ducharse: Los baños públicos de Madrid están cerrados.

No poder hablar: Los vecinos ya no pasan por aquí.

No poder amar: Mis amigas ya se fueron sin móviles.

No poder militar: ¿Dónde?

No poder beber: Me lo tienen prohibido las ordenanzas municipales.  

En mi casa resuenan canciones de la disco móvil que tienen los vecinos instalada en la terraza. Y me encanta.

Baltasar está durmiendo a 500 metros. En los bajos de la florería.

Buenas noches, Madrid.

Información utilizada

.https://ctxt.es/es/20191120/Politica/29428/sinhogarismo-nadie-sin-hogar-madrid-paseo-del-prado-elena-san-jose.html  

.https://www.publico.es/sociedad/policia-denuncia-persona-hogar-pese-recursos-madrid-llenos-no.html

.https://www.madrid.es/UnidadesDescentralizadas/IntegracionyEmergenciaSocial/SAMUR%20Social/ficheros/INFORME%20RECUENTO%202018_FINAL.pdf , http://www.home-eu.org/the-project/

Amaya Olivas es magistrada del orden social en Madrid