«Nuestro pueblo quiere, sencillamente, ser feliz. Y quiere ser feliz al precio que cueste ser feliz. Y nuestro pueblo empezó a ser feliz desde el mismo minuto en que empezó a sentirse realmente libre».
Este 25 de noviembre y los días subsiguientes serán el marco ideal para tributarle homenaje a Fidel en el quinto aniversario de su siemprevida en todas partes, ya sean sitios cercanos o alejados de la trinchera de su mausoleo monolítico en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
Las ofrendas podrán ser muchas en estas horas y siempre. Digamos: miles de flores, peregrinajes, foros políticos y científicos, actos patrióticos con discursos, poesía y canciones, reposiciones de imágenes, voces y audiovisuales, compromisos, juramentos, anécdotas propias y ajenas. En fin, reafirmaciones del recuerdo, del compromiso, de la lealtad con quien los merece más que nadie en nuestra patria.
Quizás como un tributo preferido de Fidel sería que sus ideas sigan formando parte del cuerpo de la revolución y la nación cubana junto con las de Céspedes y Martí.
Así que hoy escojo como ofrenda estas ideas, ya que creo que vale la pena que se graben en nuestras memorias y se esculpan en cada casa, edificio, monumentos, etc. En fin, que se salven para todos los tiempos en cada obra material e inmaterial de la nación cubana y en especial en la conciencia y el espíritu del pueblo cubano.
Decía Fidel entonces, y es como si nos hablara ahora. Por eso desglosaré en forma estructural las ideas vertidas en forma continua en aquel discurso del 26 de julio de 1960:
Ante la adversidad de ahora o futura, se debía recordar siempre:
«Y recordar los minutos de adversidad es bueno, recordar los minutos en que las realidades presentes no eran más que sueños».
También recordar algo esencial en los momentos de persistir en la lucha:
«es bueno, recordar la lucha, es bueno, recordar el sacrificio y el dolor que han costado las victorias».
Y hay que prepararse para las circunstancias adversas y para saber escoger y andar los caminos de los pueblos:
«es bueno; es bueno porque nos enseña, es bueno porque nos dice que en el camino de los pueblos nada es fácil, nos enseña que los pueblos para conquistar aquellas cosas que anhelan tienen que sacrificarse y tienen que luchar muy duramente, y que los pueblos no se pueden desanimar en la adversidad»
Los revolucionarios tienen que poseer madera de héroes:
«y que los revolucionarios no se pueden desalentar en la adversidad, ni en los momentos difíciles».
Y los pueblos deben forjarse en las batallas que libran por su porvenir junto a sus líderes:
«porque los pueblos que perseveran y los hombres que perseveran triunfan, los pueblos que luchan y los líderes que luchan, llevan adelante sus sueños».
Los pueblos para aspirar legítimamente a la victoria deben ser estoicos y valientes:
«los pueblos que saben erguirse frente a los obstáculos marchan adelante; los pueblos que no se desaniman ni se acobardan ante el tamaño de las dificultades que tengan por delante, tienen derecho a la victoria».
Ante los enemigos, por muy poderosos que sean, habrá que enfrentarlos con un valor a toda prueba y dispuestos a pagar el precio del sacrificio supremo:
«los pueblos que no tiemblan ante el adversario poderoso, los pueblos que no tiemblan ante el precio que tengan que pagar por su libertad, los pueblos que no tiemblan ante el precio que tengan que pagar por su dignidad, los pueblos que no tiemblan por el precio que tengan que pagar por la justicia, los pueblos que no tiemblan ante el precio que tengan que pagar por su felicidad, tienen derecho a la felicidad, tienen derecho a la victoria, tienen derecho a la libertad, tienen derecho al progreso, tienen derecho a la dignidad».
El pueblo de Cuba es ese pueblo singular en la historia que con su revolución ha procurado la libertad y la felicidad librando batallas epopéyicas en el pasado y en el presente. Así será en el futuro. No lo dude nadie:
«Y nuestro pueblo es uno de esos pueblos que no tembló nunca ante el sacrificio, es uno de esos pueblos que no tembló nunca ante el precio que le obligasen a pagar por su dignidad y por su libertad; un pueblo que no tembló ni temblará nunca ante el precio que tenga que pagar por su felicidad. ¿Qué quiere nuestro pueblo? Nuestro pueblo quiere esto, nuestro pueblo quiere, sencillamente, ser feliz. Y quiere ser feliz al precio que cueste ser feliz. Y nuestro pueblo empezó a ser feliz desde el mismo minuto en que empezó a sentirse realmente libre».
Como Fidel expresara en una entrevista, así nos pasa hoy en este quinto aniversario de su siemprevida: “Pasa el tiempo y, a veces, uno sueña con el compañero que murió, y lo ve vivo, conversa con él y, de nuevo, la realidad nos despierta. Hay personas que, para uno, no murieron; poseen una presencia tan fuerte, tan poderosa, tan intensa, que no se consigue concebir su muerte, su desaparición. Principalmente por su continua presencia en los sentimientos y en los recuerdos.”
Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.
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