Varios viejos amigos demócratas (también antiguos compañeros de luchas democráticas viejas) me han pedido que aclare mi posición (obviamente política) frente a la candidatura de Petro. Intentaré decir algo sobre este asunto que se ha tornado estratégico, violentando un poco mi deseo de guardar silencio cierto frente a la incertidumbre generada por la manipulación mediática […]
Varios viejos amigos demócratas (también antiguos compañeros de luchas democráticas viejas) me han pedido que aclare mi posición (obviamente política) frente a la candidatura de Petro. Intentaré decir algo sobre este asunto que se ha tornado estratégico, violentando un poco mi deseo de guardar silencio cierto frente a la incertidumbre generada por la manipulación mediática y la evidencia del fraude electoral oficial. Incertidumbre que, posiblemente se supere, cuando se sepan los resultados electorales del 17 de junio próximo y el aparato electoral oficial diga quién es el próximo presidente de los colombianos.
Sobre el actual candidato presidencial Petro debo decir varias cosas positivas: La primera es que ha logrado congregar alrededor suyo, un haz de voluntades políticas dispares alrededor de un programa claramente de Unidad Popular. Lo ha sacado adelante con tenacidad, superando todas las dificultades obvias interpuestas por sus enemigos de la Mano Negra y del bloque contrainsurgente oficial; congregando y uniendo con su pedagogía popular y sus propuestas alternativas concretas el hasta ahora disperso movimiento étnico-popular y cívico de Colombia, lo cual no es ninguna bagatela en la Colombia dominada por el terror de los narco paramilitares oficiales, que ya llevan más de 400 dirigentes sociales, cívicos y populares fusilados y, más de 60 ex guerrilleros de las Farc en proceso de reinserción, con la mirada cómplice del ministerio de defensa y del Vargas Llerista fiscal Martínez (ocupado en montar montajes) quienes los han calificado de «líos de faldas», y «asuntos de delincuencia común».
Me parece muy positivo el que hubiera llegado hasta donde ha llegado por la vía democrática, debatiendo públicamente, denunciando y enfrentando a la histórica Oligarquía Trasnacionalizada de Colombia, dominante desde hace más de 200 años y que por primera vez en la historia nacional la «histórica polarización sectaria», inducida siempre desde la cúpula del Poder, se haya trasformado y diferenciado en una clara oposición entre Dominantes tradicionales regresivos y, Subalternos progresistas y alternativos . Este aspecto por decirlo de alguna manera «Anti Oligárquico» de la contradicción social colombiana dará mucho de qué hablar en el próximo futuro y será algo para tener en cuenta.
Sin embargo, debo señalarle como negativo a la campaña presidencial de Petro; que el aspecto Anti Imperialista de la contradicción Oligarquía-Imperialismo, la directa responsable de la opresión y explotación de nuestro Pueblo Trabajador, señalada como tal desde hace más de un siglo; haya sido velado ideológica y políticamente no solo en sus innovadoras y alternativas propuestas programáticas ( https://petro.com.co/programa/
Me refiero a sus desafortunadas declaraciones y descalificaciones del complejo y abigarrado proceso social que vive el hermano pueblo venezolano, cercado por la geoestrategia imperialista, y cuyo cerco militar se ha completado con el ingreso que ha hecho el presidente Santos de Colombia como parte de su brazo armado global de la OTAN en esta primera semana de junio del 2018.
O a sus limitadas y apresuradas declaraciones sobre la extradición de Santrich a los EEUU.
O a la ausencia total de cualquier mención a la Soberanía Nacional como parte esencial de la Soberanía Popular que se irá a expresar en las urnas.
En fin, que si por «neutralizar» la ira del presidente Trump inducida desde la embajada de Bogotá, o por ganar su aceptación, sin la cual el candidato Petro nunca podrá ser presidente de Colombia y por esto, ha debido velar o minimizar la reclamación Anti Imperialista del Pueblo Trabajador colombiano, no por ser entendible deja de ser una falencia política.
La contradicción histórica de nuestro Pueblo Comunero, desde la fecha de la muerte de nuestro Libertador Simón Bolivar en 1830 hasta la actualidad; es, ha sido y será con la a unidad dialéctica inseparable de la Oligarquía con el Imperialismo, y hasta tanto no sea superada dialécticamente, seguirá siendo el elemento dinamizador de toda la política en Colombia.
El hecho sobresaliente y positivo de que el candidato Petro hubiera descarnado masivamente el aspecto Anti Oligárquico no significa que debamos ocultar su otro lado el Anti Imperialista y que además, no quede pendiente como tarea histórica.
Por último, sobre los desarrollos de los acuerdos de paz de la Habana por parte de una eventual «ejecutivo» de Petro, así como de un «legislativo» dominado por senadores y representantes de la coalición armada por Duque/ AUV, habrá que esperar los hechos concretos, para hacer «el análisis concreto de la situación concreta» tan citado, pero tan poco realizado.
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