Cumplir los acuerdos migratorios EE. UU.-Cuba contribuiría a una migración legal y ordenada, sin tener que recurrir a las vías irregulares, altamente inseguras y riesgosas.
Siempre que se hable de la salida ilegal de cubanos hacia Estados Unidos hay que poner sobre la mesa una fórmula sin la cual no tendría ese fenómeno el sinnúmero de consecuencias lamentables que ya acumula.
Los factores: bloqueo y asfixia económica, que, sumados a instrumentos tan crueles como la Ley de Ajuste cubano, el incumplimiento de los acuerdos migratorios establecidos con nuestro país, y el constante bombardeo ideológico que difunde el sueño americano, tienen un resultado invariable: migración desordenada e irregular, la cual, como es lógico, da lugar a otra cara oscura del asunto, la trata de personas.
Tristemente, esa política, muy concienzuda y cruelmente engranada, pone, a quienes se embarcan en la aventura, a merced de disímiles peligros que en el más triste de los casos pueden significar, incluso, la pérdida de vidas humanas.
Así pudo haber ocurrido el pasado 30 de octubre, de no ser por la intervención de una unidad de superficie de Tropas Guardafronteras, que asistió a las 26 personas abandonadas a su suerte en una embarcación, una vez que el fallo de sus motores hizo que los traficantes intentaran huir.
La rápida actuación de los nuestros impidió el destino fatal de los tripulantes, incluida una menor en estado de deshidratación. Fue este otro de los hechos en los que, violando nuestras aguas territoriales, llegan hasta la Isla embarcaciones provenientes de Estados Unidos, a fin de trasladar personas de forma ilegal.
Sin embargo, como fue este caso en específico, y en otros tantos ejemplos, ante el más mínimo contratiempo, lo más sencillo es abandonar a los migrantes, aunque ello implique una muerte segura.
Esa fue la decisión del lanchero, cuyo nombre fue revelado en un reporte de la Televisión Cubana.
Rafael López Morales, alias Fifo, es un cubano que fue procesado varias veces por delitos de hurto, y que también salió del país de forma ilegal en el año 2001. Optó por abandonar la embarcación que debía trasladar a 26 personas, casi el doble de la capacidad de esta, otra práctica muy común.
Ya bajo custodia de las autoridades cubanas, declaró que no era esta la primera vez que, por un precio de entre 60 000 y 100 000 dólares, materializaba salidas ilegales. Una de ellas fue, incluso, para el traslado exclusivo de un prófugo de la justicia.
Natural de Encrucijada, en Villa Clara, Fifo, radicado hace 21 años en Estados Unidos, forma parte de los que, con el dinero como única motivación, arriesgan vidas sin pensar demasiado en las consecuencias.
En su caso particular, ya ha sido procesado en EE. UU. por tráfico ilegal, motivo por el cual perdió su permiso de residencia en ese país; no obstante, mantuvo sus actividades ilegales de trata de personas. Según sus propias palabras, cada pasajero debía abonar una cifra mínima de 14 000 dólares por la travesía.
Estos actos hablan de la falta de escrúpulos, no solo de quienes se dedican a actividades de esa índole, sino del Gobierno que las promueve, y que, teniendo en sus manos la posibilidad de transformar esa realidad, prefiere apostar por sostenerla, como uno de los pilares de su política anticubana, que ha apelado ya a todas las estrategias posibles, por viles e inhumanas que parezcan.
Entre tanto, este país sigue poniendo en primer plano al ser humano. Es por eso que, en eventos como el señalado, lo más importante es la integridad de las personas implicadas.
Esa es la premisa de actuación de las Tropas Guardafronteras cubanas, una fuerza entrenada esencialmente con total respeto al ser humano, muchas veces a riesgo de su propia vida.
Cuba sigue haciendo patente su verdad y, con ella, sostiene la denuncia a la situación en la que el Gobierno de Estados Unidos pone a los cubanos y cubanas que desean emigrar hacia ese territorio.
Nuestro país apuesta por el cumplimiento de lo pactado entre ambas naciones, en relación con los asuntos migratorios, lo cual facilitaría en gran medida el proceso, y permitiría su desarrollo de forma legal y ordenada, sin tener que recurrir a las vías irregulares, altamente inseguras y riesgosas.
Sin embargo, queda claro que la postura de las mafias que se benefician de estas políticas oportunistas es alentar las salidas ilegales y proveer los medios y las alternativas para hacerlas posibles. De ese modo, sustentan las mentiras que hablan de la huída en masa para escapar de la «dictadura», o justifican sus argumentos de que es este, «un Estado fallido».
Cuba sigue en total disposición de dialogar, de que exista garantía de migración segura hacia Estados Unidos, y esa voluntad ha sido expresada a lo largo de los años en que la hostilidad de ese Gobierno para con el nuestro ha impedido concretar tales propósitos.
Hasta el momento de la ocurrencia del hecho mencionado, las Tropas Guardafronteras han brindado, en lo que va de año, asistencia y salvamento a 121 personas en peligro en el mar, como consecuencia de siete operaciones de tráfico ilegal. Lo peor del caso es que, en no pocas ocasiones, las autoridades estadounidenses conocen los hechos; incluso, tienen identificados a los elementos que los llevan a cabo, pero son permisivos y aparentemente ciegos, aunque con certeza sabemos que no es así.
Emigrar es un derecho que debe ser respetado y al que todos los Estados deben contribuir mediante la búsqueda de alternativas y la aprobación de políticas que garanticen la seguridad de los migrantes.
Estados Unidos ha violado, en relación con Cuba, acuerdos y resoluciones internacionales que regulan los procesos migratorios alrededor del orbe.
Sin embargo, hasta el momento ha demostrado que es un tema que ha politizado y ha utilizado en su diferendo contra nuestro país, y que sus esfuerzos por desestabilizar a Cuba y desacreditarla ante el mundo no van a detenerse, sino todo lo contrario.
Ha sido únicamente suya la culpa de la odisea que deben pasar nuestros connacionales cuando eligen el traslado hacia Estados Unidos como proyecto de vida. Cuba, responsablemente, ha hecho y hace su parte. Esperamos que ellos hagan la suya.