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Miguel Enríquez, biografía de un revolucionario, por Mario Amorós

Fuentes: Rebelión

En clave 2024, la biografía de Miguel Enríquez, lejos de alimentar un mito, constituye un insumo para la necesaria reflexión sobre los dilemas del presente.

A 50 años de la caída en desigual combate del Secretario General del MIR, Miguel Enríquez Espinosa, esta biografía actualizada disponible en librerías de Chile y escrita por el doctor en historia y periodista español Mario Amorós (ediciones B, 397 páginas) se convierte en un significativo aporte a la comprensión del rol de este dirigente revolucionario. El legado de Miguel no se agota en su temprana muerte y ello se desprende de este relato de una vida límpida, luminosa y consecuente.

Amorós es también autor de una destacada biografía del presidente Salvador Allende que circula a nivel global. Su obra sobre Miguel,  este otro gran protagonista de la historia patria, ahora titulada “Biografía de un Revolucionario” (antes se publicó como “Un nombre en las Estrellas”) se basa en una serie de documentos, libros, periódicos y testimonios, detallados en once páginas y recabados por el autor en rigurosa e ininterrumpida investigación, que incorpora ahora también como fuentes a nuevos autores e historiadores chilenos junto a tesistas que han indagado la historia del MIR. Y también da cuenta el autor de la sentencia judicial del ministro Carroza, avalada por la Corte Suprema en 2022, que ante los hechos ocurridos el 5 de octubre de 1974 en calle Santa Fe, establece que el operativo montado por la DINA fue “para matar un mirista”. El fallo reproduce los dichos de un agente a una vecina al iniciar la ocupación del barrio para el cerco mortal que Enríquez intentó romper en solitario final. Se enmendaba así la plana a la historia oficial (informe Rettig), al describir el asesinato como un crimen de la dictadura.

Amorós escogió investigar la historia de un revolucionario caído a los 30 años, dirigente de un partido que constituyó la primera línea de resistencia hasta los inicios de los ´80 y luego se dividió fatalmente. El MIR había nacido en 1965, en ruptura con la retórica de la izquierda tradicional en medio del auge de Cuba y las luchas en América Latina, postulando la llamada “vía armada” para llegar a la revolución socialista y dando un vuelco a su discurso, jurando defender del golpismo la victoria de Salvador Allende.  ¿Cuál es entonces la relevancia actual de este personaje?  La vida de Miguel Enríquez, su estatura de dirigente revolucionario, y su trabajo junto a quienes fueron parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria pueden resultar relevantes para las nuevas generaciones que hoy buscan respuestas a antiguas y nuevas interrogantes posibles de conectar con otros tiempos. Por diversas razones, octubre será un mes significativo para ello con las más diversas iniciativas entre las que habrá otros indicios sobre Miguel y su tiempo.

Presente y pasado reciente

Cuando en 2014 Amorós lanzó este libro, el impacto de la detención de Pinochet en Londres fueron un empujón a la recuperación de la memoria prohibida. Se iniciaba el segundo gobierno de Michele Bachelet. Miguel Enríquez era aún innombrable, pero las luchas estudiantiles ya ocupaban un rol protagónico anticipando una fase de auge del conjunto de movimientos sociales y un descontento que culminaría con el estallido social y la revuelta popular. Gabriel Boric, entonces diputado independiente de la bancada estudiantil, uno de los invitados al acto, estuvo entre quienes usaron la palabra en el lanzamiento en octubre de ese año, en la Casa Central de la Universidad de Chile, con Ennio Vivaldi como rector.

Diez años después de esa solemne presentación, Amorós reinstala en el centro de la memoria a Miguel Enríquez, en un contexto de abierto negacionismo de los crímenes de la dictadura, corrupción del sistema político y judicial y descreimiento generalizado en la política tradicional acentuado por el carácter neoliberal del actual gobierno de Boric, devenido en presidente de una nueva y a la vez añeja concertación. La militarización del territorio mapuche, la ley antitomas, las volteretas, la impunidad en los crímenes de la revuelta hecha carne en la protección al cuestionado General de carabineros Yáñez, y el apoyo al extractivismo corporativo y los tratados de libre comercio son algunas de los amargos frutos del gobierno del progresismo, del que forma parte el Partido Comunista.

Esta lectura sobre la vida de un político diferente, que tuvo “una infancia maravillosa” y vivió su adolescencia en Concepción, ciudad universitaria de una región que en la década de los sesenta era un eje de la vida cultural, social e industrial, nos remite también al presente del BioBío, donde en estas horas se apagan para siempre los altos hornos acereros de Huachipato.

Mario Amorós describe el llamado “apoyo crítico” del Movimiento de Izquierda Revolucionaria al gobierno del Presidente Allende y qué acontecimientos operaron para que la crítica fundada desplazara en ocasiones ese apoyo. El tema del poder, y la consigna del poder popular anclado en los pobres del campo y la ciudad en alianza con los estudiantes y cristianos, como una construcción autónoma, se desarrollan en uno de los capítulos. Miguel Enríquez los explica en dos foros organizados por Cristianos para el Socialismo y el Sindicato de Trabajadores del diario Clarín, pero también cita los llamados públicos a organizar una contraofensiva ante el avance del golpismo.  Hay interesantes aclaraciones: el MIR planteaba que  la disolución del congreso no era una tarea para ese período, pero sí era importante la denuncia constante de su rol de apoyo al golpismo. Al mismo tiempo, se destaca la importancia que Enríquez confiere a la construcción de los comandos comunales como órganos del poder popular, política rechazada por el gobierno del Presidente Allende.

Fascismo ayer y hoy

Los intensos días posteriores al golpe de Estado civil militar son descritos también, destacándose la voluntad unitaria de la dirección del MIR como parte del impulso a un amplio movimiento de Resistencia Popular que incorporaba a los sectores progresistas de la democracia cristiana.  Se explica también que el MIR no compartió la caracterización que hizo el Partido Comunista del régimen de Pinochet como fascista, porque ello implicaba como elemento central, que la lucha antidictatorial debía excluir el uso de formas de lucha armada, para posibilitar la alianza con todos los sectores, incluida la democracia cristiana y eventualmente la derecha. El tema del surgimiento del fascismo, las alianzas y cómo se le combate, es otro punto de relación con la realidad actual.

Amorós menciona también una carta del dirigente mirista al Cardenal Silva Henríquez, en dictadura, en que al desmentir versiones de que el MIR preparaba un atentado contra el prelado, expresa que “somos parte de los perseguidos de hoy…y contamos con un número significativo de militantes cristianos e incluso de sacerdotes…”. El rol de curas y monjas en el MIR y la resistencia está recién revelándose en estos últimos años, con biografías sobre protagonistas como Blanca Rengifo (del MIR, una de las fundadoras de CODEPU creado para defender precisamente a quienes eran considerados como involucrados en “hechos de sangre”, miristas en esos primeros años), y Odile Loubet, de la resistencia.  Sin embargo, Amorós, un estudioso de la realidad chilena, fue el primero en destacarlo, con su libro sobre Antonio Llidó (“Una huella imborrable” Pehuen, 2016), el cura valenciano detenido desaparecido que fue constructor y dirigente del MIR de Quillota.

En clave 2024, la biografía de Miguel Enríquez, lejos de alimentar un mito, constituye un insumo para la necesaria reflexión sobre los dilemas del presente.