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Mineros de Copiapó: Que nadie se preste a engaño

Fuentes: Rebelión

 Que nadie se preste a engaño. La noticia feliz de la sobrevivencia de los mineros en el yacimiento San José se debe a la pericia, tradición, experiencia y fortaleza de los propios trabajadores. Que esas propiedades de vidas completas dedicadas a la explotación minera -incluso desde la infancia- sean hoy capitalizadas políticamente por Piñera es […]

 Que nadie se preste a engaño. La noticia feliz de la sobrevivencia de los mineros en el yacimiento San José se debe a la pericia, tradición, experiencia y fortaleza de los propios trabajadores. Que esas propiedades de vidas completas dedicadas a la explotación minera -incluso desde la infancia- sean hoy capitalizadas políticamente por Piñera es otro asunto. Es cierto, subirán los bonos del mandatario y hasta los dueños de la mina procurarán salir ilesos de las feroces irresponsabilidades que crearon las condiciones del trágico accidente.

Pero no hay que perder la brújula, incluso en medio del más extraordinario despliegue mediático que procuran poner al gobierno y sus personeros como protagonistas de una gesta propia de los mineros.

La repetición enfermiza de las imágenes televisivas y el mensaje de los mineros mostrado por el multimillonario que está sentado en La Moneda, no pueden nunca provocar la desmemoria del conjunto de antecedentes que objetivamente prueban las pésimas condiciones de la mina y la minería en Chile, la menos que pobre fiscalización de los organismos estatales responsables de la supervisión de esos centros laborales y el abandono y expoliación de un sector de trabajadores que han enriquecido durante siglos a una clase minúscula.

Piñera no cabe de gozo porque se jugaba porcentajes de popularidad en las encuestas.

Nosotros, los de abajo, estamos felices porque asalariados de una de las más terribles industrias del país están con vida.

Y nada de lo que ocurra terminará con lo realmente determinante: que el actual Ejecutivo representa pura y duramente los intereses de la minoría que manda y no de las grandes mayorías, la ampliación de la pobreza y las desigualdades sociales, y que la injusticia se funda sobre la apropiación privada y bajo cualquier condición de la producción social de la riqueza.

Estamos profundamente felices por nuestros hermanos mineros. Aunque, contradictoriamente, esa misma dicha nuestra sea convertida por la propaganda multiplicada en un respiro momentáneo para los patrones del Estado empresarial chileno.

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR