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El papel de la contradicción en el estructuralismo (III)

Miradas desde la dialéctica

Fuentes: Rebelión

Algunas aclaraciones necesarias sobre la evolución de la dialéctica en Marx La categoría que falta para llegar a un punto superior en el estudio de la dialéctica de contrarios, no es otra que la de tercer término. Esta viene a llenar el vacío en el despliegue necesario de las contradicciones como mecanismo de auto-movimiento de […]

Algunas aclaraciones necesarias sobre la evolución de la dialéctica en Marx

La categoría que falta para llegar a un punto superior en el estudio de la dialéctica de contrarios, no es otra que la de tercer término. Esta viene a llenar el vacío en el despliegue necesario de las contradicciones como mecanismo de auto-movimiento de un sistema teórico.
El tercer término ha sido algo que se ha visto poco desarrollado a lo largo de toda la historia del marxismo. Esto, primero por su poca presencia en las obras de Marx; y lo segundo -muy relacionado con lo primero-, está estrechamente ligado a su difícil comprensión -e inserción, que es más importante- por un buen número de exponentes de la tradición marxista. Lo que ha determinado que en el estudio de las contradicciones sea tan extraño encontrar esa parte de la teoría.
El tercer término es una cuestión desarrollada explícitamente, de manera muy modesta en La doctrina del ser del libro La ciencia de la lógica de Hegel (Hegel, 1982, pág. 334). A juzgar por ello -por su peso ¨cuantitativo¨ en el texto- pareciera algo de la menor trascendencia. Lo que de seguro, en lecturas de muchos que se acerquen -sumado al lenguaje poco simple de ese libro-, conduce a ser algo que tiende a pasarse por alto cuando se transita por el libro. Y no se puede olvidar, que en revisiones generales, en lecturas de iniciación en ese libro, no se nota ese tercer término (lo digo también por mi experiencia en la primera lectura a La ciencia de la lógica, y en la de personas que conozco). Por lo que este término, en la lectura de Hegel, tiene muchas probabilidades de no ser visto.
Por otro lado, ¿y el tercer término, dónde está en Marx? No sé puede pasar a analizar este, sin antes ver su presencia en Marx (asunto que puede ser polémico). Téngase en cuenta que a ese Prometeo, hay que enjuiciarlo desde las mismas premisas sobre la comprensión de la obra de Hegel planteadas aquí, para ver la no uniformidad natural en su pensamiento, producto de una asunción acrítica de su obra.
Eso conduce a reforzar la básica idea -a veces olvidada- de que los pensadores-como todo-, evolucionan, por lo que no todo lo que dijo o escribió de la misma manera debe valorarse. Por eso, al establecer determinadas bases del pensamiento marxista, hay que ser cuidadoso.

Tal y como señala Nicolaus, hay un importante momento en la evolución teórica de Marx, que es la separación de las categorías fuerza de trabajo (FT) y trabajo (Nicolaus, 2007, pág. xvii). Con ello, se llega a la comprensión del plusvalor, como elemento que pueda ser explicado orgánicamente. Recuérdese que para la economía política de la época, eso aún no se había incorporado.

Con el plusvalor, Marx podía exponer cómo el capitalista compraba la FT y se apropiaba de su consumo (del trabajo). Así, se descifraba una lógica capitalista que trascendiera aquella noción moral de hombre económico, para hallar que estabas detrás del cambio capitalista (obtención del plusvalor para la clase dominante), explicarlo su origen y cómo se ¨armaba¨ la forma capitalista de producir. Este cambio en Marx ocurrió entre los años 1857-1858, en desarrollo de los Grundrisse (Nicolaus, 2007, pág. xvii). Por lo que todas las obras anteriores a este momento, tienen la deficiencia de no contar con esa arma teórica, para desde la economía política pensar el capitalismo. Lo que no niega ciertos e importantes aportes de esas obras, pero sí está claro que su economía política aún adolecía de una visión sistémica ya bien elaborada.
Pero la repercusión de esas diferencias teóricas, no eran solo de economía política, sino de filosofía también, es decir, separar el trabajo de la FT es un ejercicio también filosófico. Percibir esto, hay que contextualizar algunas cuestiones. Lo primero, es que la filosofía que Marx hereda -todo ese idealismo alemán-, era una filosofía que se auto-pensaba como lógica, es decir, ahí, filosofía igual a lógica.

Por lo que, el pensamiento que se aplique, dirá el estado de la filosofía (lógica) del que la aplica. Entonces, el desarrollo de la economía política de Marx, dirá lo mismo de su filosofía. Su obra El Capital, no es solo su obra cumbre económica, sino, entonces también su obra cumbre filosófica; su mayor despliegue aplicando la lógica que aprendió. Por eso, ese viraje mencionado, es también un viraje, un salto filosófico. Téngase en cuenta que con el estado de su filosofía no se hace referencia a saberla, sino a aplicarla, aplicar la lógica.

El salto dialéctico en Marx
El salto ocurrió entonces cuando comenzó a aplicar esa lógica dialéctica de manera sistémica, cuando logró poner lo que Hegel hizo en la cabeza, en los pies. Logró ahí, comenzar a hacer verdaderamente dialéctica. Esta ciencia, puede mostrar por qué.
En sus Manuscritos del 44 (Marx, Manuscritos económicos y filosóficos de 1844) Marx teorizaba sobre la enajenación. En La Ideología Alemana habla de la cuestión de que la historia del hombre debía ser la historia natural del hombre (Marx, La Ideología Alemana, 1976), y no esa percepción enajenada de grandes hechos políticos. Esa era la clave para romper la enajenación de la ciencia.
Esto se logra, cuando se hace de la actividad, del desenvolvimiento de una categoría, su contenido, para romper esa separación entre la actividad y el pensamiento, además de cortar ese movimiento independiente del pensamiento que se enajena de la actividad que lo dio origen (Lefebvre, 1970). Esto es, hacer de la categoría que recoge la relación del hombre entendido este como sistema en una sociedad (FT), un contenido que no sea otro que la realización de esa capacidad, que es el trabajo.
Entonces, esa separación FT y trabajo, no es más que la desaparición de esa enajenación de la economía política (su premisa al menos), por no darle a las categorías otro contenido que si movimiento, que su actuar. Eso, era la demostración, de que su dialéctica, su comprensión de esta, vino a asentarse para este mismo período, de la mano de la economía política. Por lo que, de paso, se pone en cuestión también mucho de la obra filosófica de Marx previo a su ascenso en la economía política. De la misma manera, ya se puede tener una idea de las falencias del pensamiento de algunos trabajos de Marx, es decir, de cuán dialecticos -o no- eran estos. No se trata de negar cuestiones como la lucha de clases, sino que en su despliegue, no se contaba con las herramientas de análisis suficientes. La breve exposición hecha hasta aquí, es solo para tener una referencia del estado de la dialéctica en Marx, en los distintos momentos del desarrollo de su obra.
Conocer que la dialéctica, que su aplicación por parte de Marx, en trabajos previos a 1857-1858, ayuda a concluir -o al menos a sospechar- sobre algunos de los planteamientos de esos trabajos. Sabiendo que el tercer término es ya un estado teórico del método más avanzado de la dialéctica, y cuándo Marx madura su dialéctica, resulta claro que ese tercer término- de difícil acceso, teóricamente hablando-, todavía no lo estaba utilizando. Idea esta que abordaré más adelante, pero que se puede intuir dado lo expuesto hasta aquí.
Así, si tomamos la cuestión de la lucha de clases en el Manifiesto (solo teniendo en cuenta la lógica, sin ver las cuestiones del estado del movimiento obrero en esa época), se puede apreciar una especie de carácter dicotómico en esta, es decir, dos polos definidos que están en contradicción, la contradicción capital-trabajo.
De esta forma, incluso, hay elementos de ahí que apuntan hacia una comprensión súper-determinada de la contradicción, donde por ejemplo, ha sido interpretado que la burguesía la que ha creado a la clase obrera (que destruirá a la burguesía (Marx & Engels, Manifiesto del Partido Comunista, 1976)). Y de seguro, fueron escritos bajo esa lógica -o una parecida-, pero muestran -desde el punto de vista lógico- a un teórico todavía encerrado en la conformación de un método investigativo no madurado aun.

Pero ese esquema dicotómico, como se mencionó, está todavía la contradicción en su estado más puro. Recuérdese que aún no comprendía Marx orgánicamente la dinámica del cambio capitalista, por eso no era capaz de desplegarla en movimiento. Sin embargo, no fue hasta mucho más adelante, en El Capital, ya con todo el arsenal de base para explicar el capitalismo, que Marx, desde la teoría del excedente, logra mostrar la contradicción capital-trabajo. Ahí, y a partir de ahí, es que se encuentra sobre bases sólidas para hacer una teoría no enajenada, ya planteados los dos polos contrarios en el modo capitalista de producir (Marx, El Capital I, 2002, págs. 410-614). Entonces, es ahora en el sistema de Marx, ya están los elementos para que se pueda insertar el tercer término.

Con lo anterior se puede ver, como incluso en Marx es muy difícil de rastrear un tercer término en los estudios sobre la sociedad capitalista, por dónde en él se encuentran las condiciones para que este aparezca. Del cual aún no se ha dicho mucho aquí, pero que no se puede pasar a él, sin este rastreo, para que se sepa cómo en el estudio de determinadas obras de este, y de las conclusiones que de ahí han derivado, ha estado ausente este importante recurso teórico, en el entendimiento de las contradicciones. Y sin repasar esas cuestiones, no se puede llegar al tercer término, ya que entra en contradicción con mucho de lo aceptado como un pensamiento proveniente de Marx.

Bibliografía
Hegel, G. W. (1982). La Ciencia de la Lógica. Ediciones Solar.
Lefebvre, H. (1970). Lógica formal Lógica dialéctica. Madrid: Siglo XXI.
Marx, C. (2002). El Capital I. México: Siglo XXI.
Marx, C. (1976). La Ideología Alemana. En C. Marx, & F. Engels, Obras Escogidas I (págs. 11-81). Moscú: Progreso.
Marx, C. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Proyecto Espartaco.
Marx, C., & Engels, F. (1976). Manifiesto del Partido Comunista. En C. Marx, & F. Engels, Obras Escogidas I (págs. 99-140).
Moscú: Progreso.

Nicolaus, M. (2007). El Marx desconocido. En C. Marx, Grundrisse (págs. VIII-XL). México: Siglo XXI.

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