Cómo defendernos (nosotros y ustedes, lectores y lectoras) de la manipulación informativa a la que nos tienen acostumbrados los dueños del poder. La información que se ofrece a la sociedad se nutre de fuentes directas (a veces) pero también de prejuicios, y en otros tantos casos, de mala fe. Las personas de bien, que nada […]
Cómo defendernos (nosotros y ustedes, lectores y lectoras) de la manipulación informativa a la que nos tienen acostumbrados los dueños del poder.
La información que se ofrece a la sociedad se nutre de fuentes directas (a veces) pero también de prejuicios, y en otros tantos casos, de mala fe. Las personas de bien, que nada tienen que ver con los intereses de las grandes corporaciones mediáticas, consumen sin embargo lo que se dice en los medios; aunque en algunos casos puedan desconfiar, no suele haber espacios para el debate de ideas o, algo más elemental, para refutar mentiras.
Por eso presentamos en esta nota la primera parte de una serie de «Mitos y Leyendas sobre el ELN». Esperamos que las explicaciones sean clarificadoras.
Mito uno: «el ELN no tiene voluntad de paz»
La decisión de explorar en este momento histórico (una vez más) el camino de la paz, no es un embeleco de unos pocos sino una decisión del V Congreso del ELN, dada conocer públicamente en enero de 2015. De hecho, el ELN ha buscado la paz desde su origen, y desde 1991 bajo la expresión de lograr «una salida política del conflicto». Reducir nuestra política a la Mesa de Quito es, además de incorrecto, injusto. Cuando usamos la palabra «explorar» no es porque estemos jugando en los diálogos; esa exploración para nosotros es tan seria, que movimos parte de nuestra dirigencia a Quito. Uno de los problemas parece ser que cuando decimos «diálogo» a algunos les gustaría escuchar «rendición», y ahí sí que es difícil avanzar.
Dos: «dilatan los tiempos»
Durante la fase confidencial se perdieron por lo menos 15 meses por responsabilidad del Gobierno que no asistía a las citas. Después el gobierno presionó tratando de convencernos de la idea del «tren de la paz» y de someter el proceso con el ELN a los avances de la mesa con las FARC. Las comparaciones son odiosas, pero si se mira el proceso de La Habana (que fue rápido en comparación con otros procesos de paz en otras partes del mundo), en pocos meses, el balance es positivo: La Mesa de Quito ya tiene un reglamento interno, unos mecanismos de apoyo de la comunidad internacional, dos sub-mesas (participación política y dinámicas humanitarias), y hemos avanzado en la conformación de un equipo conjunto de Pedagogía y Educación para la paz. Pero lo más llamativo es que en pocos meses estamos dando pasos firmes hacia una tregua bilateral que incluye no solo el cese el fuego sino medidas de alivio a la población no combatiente.
Tres: «proponen una agenda abstracta»
La agenda no es el documento final sino una guía para avanzar, así que hay que entenderla en su justa medida. No es la agenda del ELN sino la agenda de la Mesa, es decir: una agenda en la que el gobierno también tiene responsabilidad. No está llena de abstracciones, es muy concreta: aparecen temas como garantías de la manifestación pública, corrupción, degradación ambiental, equidad, reconocimiento de las víctimas. Si puntos como democracia, ciudadanía y participación son abstracciones, significa que estamos botando la bañera con todo y niño, al reducir palabras fundantes de la convivencia en figuras decorativas vacías de contenido.
Cuatro: «no van a dejar de secuestrar»
Para el ELN la privación de la libertad temporal de personas no es siempre por motivos económicos, y cuando así lo es, no se trata de la principal ni la única fuente de financiación (que toda organización revolucionaria debe resolver de alguna forma); esta práctica está relacionada con: a) el cobro de impuestos revolucionarios, b) la presencia de extraños en zonas bajo nuestro control, y c) los llamados de atención a personas que están causando un daño real o potencial a las comunidades. La búsqueda de otras vías distintas a esas prácticas está puesta a debate en la Mesa de Quito, donde, además, ya se están explorando alternativas concretas. El ELN no rehúsa ningún tema de debate, ni ninguna responsabilidad. Meter todos los casos en la misma bolsa o pretender rechazar la realidad sin matices ni alternativas es simplista, además de inconducente, si realmente se tiene real voluntad de paz.
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