Durante estos días, Chile ha dado una discusión crucial en torno a los derechos humanos. Se ha narrado la historia de los «vencidos» por televisión, con programas con un contenido liviano pero que rompía con la lógica abstencionista de este tema de años anteriores en la tv abierta, y algunos personeros de la política -aunque […]
Durante estos días, Chile ha dado una discusión crucial en torno a los derechos humanos. Se ha narrado la historia de los «vencidos» por televisión, con programas con un contenido liviano pero que rompía con la lógica abstencionista de este tema de años anteriores en la tv abierta, y algunos personeros de la política -aunque muy pauteados- han pedido perdón por no defender o denunciar al gobierno militar en su debido momento. Sin embargo, otros en cambio, mantienen aún un discurso acérrimo que promulga y defiende la vía militar, justificando que el Golpe de Estado fue una «guerra interna».
En definitiva, esto demuestra que la derecha jamás ha sido una sola y podemos corroborarlo con la existencia de muchos precandidatos y sus debidas rencillas, para lograr un consenso que dio con la abanderada de la Unión Demócrata Independiente. Y finalmente, triunfa esa fracción que tuvo como fundador e ideólogo del neoliberalismo a Jaime Guzmán, quien ideó la Constitución que hoy nos rige. No es menor que desde que haya sido derrotado con un 48,89% para las elecciones el abanderado de la misma colectividad de Matthei, Joaquín Lavín, la UDI no haya tenido ningún candidato presidencial sólo hasta ahora. Ahora, Evelyn tiene un protagonismo fundamental para limpiar y lavar el prejuicio de la derecha, aunque sólo sea con fines electorales. Y esto corrobora que tenemos, por tanto, una derechaempresarial, con los valores de la competencia y de libre mercado; y la otra parte, una derecha tradicional, ultra católica, castrense y elitista.
Y si se trata de limpiar las culpas en estos días, el partido que dirige Patricio Melero debe explicaciones importantes al pueblo y la actuación protagónica que tuvieron sus militantes en el tiempo de la dictadura. Partamos con la Declaración de principios de la UDI que claramente dice «Existe un orden moral objetivo, que está inscrito en la naturaleza humana. A ese orden moral, fundamento de la civilización occidental y cristiana, debe ajustarse la organización de la sociedad y debe subordinarse todo su desarrollo cultural, institucional y económico.» Una sociedad que, ideada desde un comité central machista y segregador, contiene como semilla iniciadora una sociedad que se rige bajo los valores cristianos -o sea bajo la dicotomía de los pecadores y no, de los justos e injustos, etc- y una sociedad occidental, que inherentemente arrastra la herencia de la guerra contra los pueblos originarios en nombre del catolicismo, la oligarquía avasalladora a través de la urbanización salvaje y la defensa de la propiedad privada.
Bajo la herencia de Portales, y la que elogió la dictadura y se vanagloria la UDI, el «palo y bizcochuelo», o sea el pan y circo de la Roma de los emperadores, continúa en sus prácticas administrativas y políticas. Incluso, remontándonos a la historia del siglo XIX, podemos observar a los conservadores y liberales, o sea, los tatarabuelos de la UDI y RN, respectivamente, luchando en torno a temas valóricos como son la separación de la Iglesia y el Estado, principalmente, hecho que posteriormente en 1891 tuvo el derrocamiento del presidente Balmaceda. Y es que siempre ha existido esa lucha, como la actual de si defender o no a los militares, pero los mantiene unidos una tradición patronal, escindida en la defensa de los valores cristianos descritos anteriormente, además de los postulados del liberalismo del «dejar hacer» de Adam Smith, mezclado con un fuerte nacionalismo que es contradictorio (una dictadura de orden interno con valores de defensa de la patria para instalar un sistema neoliberal que saquea los recursos nacionales).
Las condiciones actuales que ha promulgado Piñera con el cierre de Penal Cordillera y el traslado de los militares como Manuel Contreras y otros ocho colaboradores de la dictadura son favorables para un presidente que marca en la última encuesta Adimark un 36% y para una candidata que siendo hija de un ex general de la junta de gobierno, signifique una muerte «simbólica» de su padre, «matarlo» en el sentido de renegar de la historia de la derecha fascista para captar votos. Es un juego electoral, así como el perdón que en ningún caso significa la reparación y el cuestionamiento primordial al rol que ha tenido las fuerzas armadas en nuestro país. Porque ¿la derecha se ha cuestionado cuántas ocasiones el pueblo ha sufrido vejámenes y atropellos por parte de las fuerzas del «orden»? No significa el cierre de Penal Cordillera sino una burda jugarreta sin cuestionamiento, por ejemplo, de las cárceles de lujo que los militares tienen o replantear un degradamiento militar de los acusados para juzgarlos como un delincuente común. O preguntarnos, también ¿la derecha juzgó a los militares en su debido momento junto a la Concertación? Sólo basta recordar la actuación de Frei de extradición de Inglaterra a Chile con ayuda de la UDI para volver a recordarnos el colaboracionismo de clase que perpetúa las injusticias.
Estos son los desafíos de la izquierda y los desafíos del pueblo, de pedir explicaciones a las dos derechas, una derecha portaliana y conservadora, y una derecha libremercadista y liberal, por otro. El punto de conflicto de estas dos siempre será un orden moral pero que, a la hora de repartir los cupos parlamentarios y distritales, no se escatima en ordenar bien el tablero y unificarse para no perder el poder político que han tenido por siempre, pues el poder económico lo han mantenido desde el período criollo hasta la fecha.
Son más de doscientos años de dominación, no sólo político, sino que ético, cultural y valórico de Chile que nos tiene como espectadores, y somos nosotros, los Hércules de hoy, los que pueden destruir individual y colectivamente esta serpiente bicéfala -la del capital y la moral- la que serpentea por todas las superestructuras de la realidad chilena. Sin embargo, esta serpiente no es física, no es una invitación a ser intolerantes con los militantes de derecha, sino que a criticar, reflexionar y vislumbrar las contradicciones de la Hydra que se ha gestado subterráneamente a través de la tradición de la independencia hasta ahora, un poder ejercido por personas, colectivos y organizaciones que visten sin ideología, pero que son lógicas de la ideología del capitalismo salvaje.
A construir, por tanto, una democracia fundada en los valores del Sur, de nuestra tierra, comunitaria, enraizada en los saberes y conocimientos de nuestro mestizaje y nuestros pueblos originarios. Y a educar a nuestros hijos y niños, a nuestros jóvenes y familias, a ponerlos en conocimiento de las maniobras y los fantasmas del ayer, haciéndolo con la tarea de hacer esta sociedad todos los días más justa, solidaria y con memoria.
Marcos Leiva, estudiante de pedagogía, poeta y militante Libres del Sur Valdivia.
http://libresdelsur.cl/la-herencia-de-pinochet-mitos-y-superaciones-de-la-derecha-bicefala/