Amados enemigos perderán la palabra, se partirá la tierra, el oro valdrá nada, cambien los portaaviones por panes y frazadas antes que esta gran olla haga capulcataplan y nos demos con todo entre llantos de guagua, para empezar de nuevo a cruzar las miradas, al necesario juego de la verdad dudada, al mundo repartido y […]
A las Barricadas – Angelo Escobar.
Con profundo dolor y rabia en todo mi ser por lo ocurrido el pasado sábado 1 de abril a causa de la avalancha que dejó medio millar de muertos; la mayoría de ellos víctimas del barrio San Miguel -borrado totalmente del mapa-, y de los otros 16 barrios afectados; muertos que la mayoría de ellos eran desplazados, que llegaron a poblar las zonas de alto riesgo de la capital del Departamento de Putumayo, escribo estas lineas un poco para desahogarme por la pérdida de mis compatriotas y otro tanto para seguir denunciando a quienes piensan que la muerte de los pobres es y será natural.
De cuando en cuando la Naturaleza da muestras a los humanos de su cansancio por la destrucción que le causan quienes ven en su belleza e inmensos recursos, simplemente cifras y proyectos que explotan y explotan sin importar que con esto se destruyan ecosistemas, se contaminen las aguas, se agoten reservas, se desplacen o se asesinen comunidades enteras desencadenado una crisis social y ambiental en todo el planeta, sin mayor fin que acumular capital para seguir engordando sus multimillonarias arcas.
Al ver noticieros y reportajes sobre lo ocurrido en Mocoa los creadores de opinión no dejan de repetir una y otra vez que todos somos culpables, si, usted, y yo todos sin distinción alguna y que además ante acontecimientos como este nada se podía hacer. Justificando de manera intencional las posibles muertes de mas familias pobres que se encuentran asentadas en zonas de alto riesgo a lo largo y ancho de todo el territorio nacional; tanto en los campos como en las ciudades. Estas crueles mentiras desconocen que:
En primer lugar todos no somos responsables de lo ocurrido, nos acusan de no ahorrar el agua, de maltratar el medio ambiente y hasta tienen el descaro de culparnos por habitar en un territorio riesgoso, pero, desconocen que el saqueo y la explotación a la naturaleza la causan los ricos con sus grandes maquinarias multinacionales. Para la muestra está la reciente consulta popular en Cajamarca, mientras los pobres buscan proteger el medio ambiente los ricos lo destruyen apoyados por el gobierno que desconoce la voluntad del pueblo.
El gobierno Santos dice que la tragedia fue causa del cambio climático, al parecer ese es su libreto pues lo mismo dijeron sobre la sequía en el Casanare hace unos años. Lo cierto es que la deforestación que sufrieron los nacederos de los tres ríos responsables de la avalancha en Mocoa son la verdadera causa. De manera que quienes padecemos los «desastres naturales» no somos quienes los causamos, entre la cantidad de víctimas no hay ni una sola familia dueña o cercana a las empresas nacionales o extranjeras que usufructúan ese territorio.
Ahora bien, en segunda medida los medios dicen que ante la indomabilidad de la naturaleza nada se puede hacer, nada mas infame; puesto que en primera medida el respeto por la naturaleza y el goce justo y necesario de ella son la primera condición para prevenir estos eventos; pero, mas indignante es el desconocimiento de pobladores de las partes altas de los ríos que hace años anunciaban lo ocurrido y fueron ignorados por organismos gubernamentales y civiles que se negaron a dotarlos de unas simples sirenas para alertar a la población en caso de un riesgo inminente. Así que, sí había algo para hacer, pero la negligencia y corrupción del establecimiento no lo hizo; en tanto son responsables de esas muertes por omisión a la hora de cumplir su deber de proteger la población.
Por último se lavan las manos diciendo que estas muertes son consecuencia de habitar a orillas de un río, como si fuera una decisión y no una imposición de la violencia legal y paramilitar. Lo mismo ocurre en la ciudades donde la planeación elitista del territorio empuja a los pobres y desplazados a ocupar montañas y laderas en las periferias urbanas. Esta es la espada de doble filo que sortean los pobres, por un lado salvan sus vidas escapando de la violencia social y armada que les imponen desde arriba pero por el otro se ponen a merced de la voluntad de la naturaleza.
Tristemente La clase en el poder y sus medios no tienen éstas razones en sus agendas y lo mas seguro es que al 80 % de la población colombiana que se ubica en la cordillera de los Andes bañada por afluentes de agua y que tiene cerca de 400 municipios en riesgo de repetir lo ocurrido en Mocoa, sus respuestas serán que nada se podía hacer y que la muerte de los pobres es natural.
Al pueblo de Mocoa y a toda Colombia les reiteramos nuestra condolencia como ELN y les decimos que lejos de naturalizar la muerte de los pobres y la destrucción de la Naturaleza, seguimos firmes luchando por una Nueva Nación de relaciones entre hombres y mujeres sin explotación y en armonía con la naturaleza, que no tiene otro nombre que el socialismo para Colombia.