La sociedad española ganó la guerra al servicio militar obligatorio, y en ese combate civil muchos jóvenes españoles pusieron su esfuerzo, penalidades y años de cárcel. La deslegitimación del ejército, su desprestigio ganado a pulso, hubo de ser contrarrestado por costosas campañas de imagen, y con la subcontratación de soldaditos extranjeros. Asi, mientras se reprime […]
La sociedad española ganó la guerra al servicio militar obligatorio, y en ese combate civil muchos jóvenes españoles pusieron su esfuerzo, penalidades y años de cárcel.
La deslegitimación del ejército, su desprestigio ganado a pulso, hubo de ser contrarrestado por costosas campañas de imagen, y con la subcontratación de soldaditos extranjeros.
Asi, mientras se reprime a los inmigrantes, mientras se deja por debajo de toda ética la práctica del viejo derecho de asilo, de forma hipócrita se contrata mano de obra para fines bélicos.
Los tres inmigrantes colombianos muertos en el Líbano como soldados de un destacamento español en la supuesta misión de paz de la ONU, encontraron trabajo en uno de los empleos que los jóvenes españoles no quieren.
Muchos soldados inmigrantes están por necesidad, no por vocación, ni por patriotismo, en las filas del ejército español.
Estos jóvenes no buscan morir, no van de héroes, buscaban un puesto de trabajo, un salario, que en los países de origen no tienen.
Son víctimas de un imperio que arma guerras, protege por ejemplo a Israel en sus agresiones contra los pueblos árabes. El aparato industrial y militar de Estados Unidos e Israel desestabilizan, agraden, invaden. asesinan.
Como otros ejércitos, necesitan carne de cañón para seguir ganando mucho dinero con guerras donde mueren con hijos ajenos.
Uno de los jóvenes colombianos era el único sustento de su familia en Colombia, país de injusticias sociales y con un largo conflicto militar, con un Ejército que ha sido condenado por violaciones de los derechos humanos, genera empleo público como soldados, informantes civiles, paramilitares.
Así, quienes huyen de la pobreza o del terror, mueren en tierras extrañas defendiendo causas ajenas, o en la suya, por lo mismo.
En su memoria. Contra las guerras.