El último testimonio vivo de la matanza de Casas Viejas, Catalina Silva Cruz, falleció el viernes en su casa de Montauban (Francia). El historiador José Luis Gutiérrez Molina publicaba la noticia en todoslosnombres.org, en un perfil en el que anuncia que «afortunadamente nos ha dejado su relato en una entrevista de varias horas cuyo «bruto» […]
El último testimonio vivo de la matanza de Casas Viejas, Catalina Silva Cruz, falleció el viernes en su casa de Montauban (Francia). El historiador José Luis Gutiérrez Molina publicaba la noticia en todoslosnombres.org, en un perfil en el que anuncia que «afortunadamente nos ha dejado su relato en una entrevista de varias horas cuyo «bruto» iba a merecer incluso el tratamiento de Bien de Interés Cultural en aquella, nunca nacida, a pesar de las reiteradas promesas, declaración del año 2009″.
A continuación reproducimos parte del texto de Gutiérrez Molina:
Catalina Silva ha sido una luchadora siempre. Antes de enero de 1933, en el grupo anarquista femenino Amor y Armonía al que perteneció junto a su hermana María y su amiga Manolita Lago. Durante los Sucesos, por atreverse a llegar hasta la choza mientras estaba asediada. Después, en 1936, tras el golpe de Estado, ayudando a huir a vecinos de Paterna y escapando ella misma tras el asesinato de su hermana. Valor y lucha que mantuvo en la huída continua hasta la frontera francesa y aún en el país vecino acosada por la ocupación nazi y la desconfianza de las autoridades galas en los millares de anarcosindicalistas refugiados en el sur del país.
Incluso en los peores momentos, según decía, nunca olvidó aquella noche invernal de enero de 1933 cuando, el sol de la esperanza revolucionaria fue sustituido por las llamas de la represión más despiadada. Noche tras noche recordaba lo vivido aunque no fuera hasta entrado el presente siglo cuando salió del anonimato en el que voluntariamente se había mantenido (…).
Catalina, como otras decenas de miles de españoles, se va sin conocer dónde están los restos de su hermana María, que fue asesinada, dentro de unos días hará 81 años. En silencio, sin hacer ruido como vivió. El tiempo ha pasado por ella, a pesar de sus 100 años, demasiado rápido para los ritmos de una sociedad y una administración, a todos sus niveles, como los actuales del Reino de España».
Texto íntegro de José Luis Gutiérrez Molina, aquí.