Fue, junto a «La edad de oro», un ejemplo de libertad creativa en la televisión de los ochenta, eliminada por la censura
El sábado por la noche falleció en San Sebastián, la periodista y creadora de televisión Lolo Rico. Tenía 84 años, y fue una figura clave en los espacios infantiles de RNE y TVE, sobre todo como guionista y directora de La bola de cristal.
Para Radio Nacional dirigió y escribió en los años 70 el programa infantil Dola, Dola, tira la bola. En esa misma década participó como guionista en diversos programas infantiles de TVE, como La casa del reloj o Un globo, dos globos, tres globos. Ya en los ochenta, creó y dirigió La cometa blanca, un espacio en que se mezclaba la animación con actuaciones en directo y pequeñas historias, y que se mantuvo en emisión durante varios años.
Por fin, en 1984, creó el espacio La bola de cristal, que supuso su mayor éxito… y también el final de su trabajo continuado en la cadena pública. La presentadora principal fue Alaska, y Matilde Jarrín la realizadora de un programa que solo tuvo parangón con La edad de oro de Paloma Chamorro. Ambos eran claramente transgresores en estética y contenidos de la acartonada programación de la televisión única, que vivía aún de la inercia de la dictadura.
Pero es que en el caso de La bola de cristal estaba dirigido a los niños. Eran tiempos de la Movida y el programa realizaba una mezcla de marxismo, humor del absurdo y ataques al poder constituido dentro y fuera de España: Felipe González, Reagan, Thatcher… eran puestos en solfa por la bruja avería personaje principal de los electroduendes, una especie de marionetas de cachiporra, que golpeaban políticos y costumbres cada mañana de sábado… y que obtenían un éxito arrollador para un programa infantil, iniciado con audiencias de pocos miles de personas, y que llegó a congregar ante el televisor a cinco millones de espectadores, según los medidores de aquella época.
Hubo quejas externas de la embajada de Estados Unidos, de Moncloa, pero -según dato no contrastado- el hecho decisivo que iba a suponer el final del programa sucedió en el ámbito familiar de la directora general en 1988, Pilar Miró, que, cuentan, tenía a su hijo Gonzalo como seguidor del programa, al que acompañó un sábado durante la emisión, y quedó asombrada por lo que se veía y oía. Sea cierta, o no, la historia, está constatado que el director de programas, Antonio Abellán, tomó cartas en el asunto y ordenó cortar una parte del espacio en el que se atacaba a la enseñanza privada.
Lolo Rico dimitió de la dirección, aunque posteriormente se llegó a un pacto para que del programa se encargara un nuevo equipo y, a cambio, el encabezado por su creadora se ocupara de la adaptación del espacio inglés Spitting Image, que en TVE se denominaría Los Pepones. Lo cierto es que, entre tanto, cesó Pilar Miró y ocupó la dirección general de RTVE Luis Solana.