Indignación es el sentimiento generado por la situación de olvido, exclusión y violencia estatal que sufre el pueblo de Buenaventura en el departamento del Valle del Cauca. Entre la zozobra por el terror y las penurias de la miseria característica de esta ciudad portuaria, las mayorías de este rincón de la Costa Pacífica colombiana, son […]
Indignación es el sentimiento generado por la situación de olvido, exclusión y violencia estatal que sufre el pueblo de Buenaventura en el departamento del Valle del Cauca. Entre la zozobra por el terror y las penurias de la miseria característica de esta ciudad portuaria, las mayorías de este rincón de la Costa Pacífica colombiana, son víctimas de las inversiones del gran capital extranjero que actúan en perfecto binomio con la oligarquía colombiana. Ellos financian la guerra sucia contra la gente humilde,mediante paramilitares sanguinarios, para abrirle camino a sus ambiciones dentro del nuevo orden de despojo y brutalidad impuesto, garantizándose para sí, las terminales portuarias y rutas de narcotráfico.
Los pobladores de Buenaventura se caracterizan culturalmente por ser enérgicos, alegres, trabajadores, cálidos; con un largo historial de resistencia en defensa de sus territorios y conocimientos, pero hoy el terror impuesto por el despliegue brutal del capitalismo mafioso los azota de manera ignominiosa como jamás creyeron que ocurriría. Y algo hay que decir para llamar la atención en su favor, en auxilio de una población que tiene en la miseria al 80 por ciento de sus integrantes mientras, en contraste, su territorio sirve para que salgan y entren millones de dólares tanto por concepto de economías legales como ilegales.
En ese todo que ya casi toca las profundidades de la total desesperanza están, más inermes y sufridas que cualquiera, las mujeres. Y digo «ya casi toca las profundidades de la desesperanza», porque precisamente ellas de manera especial se levantan en pie de lucha tejiendo lazos más allá del parentesco, ayudándose mutuamente y ayudando a la comunidad con sus liderazgos diversos contra tanta adversidad acumulada. Por ello es importante llamar la atención sobre todo, en defensa de este sector de la comunidad que es semilla para que el país despierte en rescate de Buenaventura. Decir que la violencia contra la mujer en Buenaventura, es solamente la expresión de aislados crímenes «pasionales»[1] es desconocer de manera tajante hechos que son, indiscutiblemente, parte de la estrategia de aniquilamiento para el despojo que han desbocado las clases pudientes en su afán de implementación de mega-proyectos de expansión portuaria.
Buenaventura es el principal puerto marítimo del pacifico y de todo el país. En la actualidad se mueve más del 60% de volumen de carga nacional. Y la pretensión que se deduce de los actos de terror y muerte que viven sus pobladores no es otra que la de dejar el puerto sin gente que pueda frenar el saqueo de la región, por un lado, pero también para no encontrar obstáculos en algo que los capos de las mafias, entre los que se cuentan varios cuello blanco del capital financiero, aprecian a muerte: una compleja red de rutas fáciles para el narcotráfico y la subsistencia del paramilitarismo encargado de cuidar intereses trasnacionales a trevés de la sevicia.
La respuesta por parte del Estado colombiano a la grave crisis humanitaria que padece Buenaventura, es militarización y más militarización. Insensata solución de un gobierno que habla de paz y prosperidad, pero que nada hace para desmantelar el viejo paramilitarismo ahora con nombres como Rastrojos y Urabeños, pero que son amamantados por esas mismas fuerzas militares y de policía que sostiene el área. Eso todo habitante de Buenaventura lo sabe.
Hasta cuando tanta injusticia, hasta cuándo tanta farsa. Los asesinatos, torturas, extorsiones, tráfico de droga, contrabando de armas, desapariciones, muertes que integran el calvario de lo que hoy es Buenaventura, lo cual no surgió ayer y tiene evidentes responsables, con la fuerza pública a la cabeza. Incluso, hace cinco años, en el 2009, la Corte Constitucional señaló a Buenaventura como caso emblemático de violación de los derechos de la población afrocolombiana [2], pero nada efectivo ha hecho ningún gobierno para darle salida a la tragedia. Por eso la esperanza está en la capacidad de resistencia y rebeldía de este pueblo por conseguir dignidad y paz con justicia social; y eso solo se logrará a partir de la unidad de mujeres, hombres, obreros y campesinos explotados. Ese sueño es posible, más aún si se cuenta con mujeres aguerridas como lo son las de Buenaventura.
Nuestra inmensa solidaridad con el pueblo de Buenaventura, en especial con todas las mujeres que de una u otra manera son víctimas de la sevicia del terrorismo de Estado que recorre toda Colombia. Nuestra invitación a resistir, luchar y estudiar por que el porvenir es prometedor para los pueblos que batallan sin descanso.
NOTAS:
[1] http://www.caracol.com.co/noticias/regionales/aumenta-un-6-la-violencia-contra-la-mujer-en-buenaventura-medicina-legal/20140305/nota/2112986.aspx
[2]http://www.corteconstitucional.gov.co/RELATORIA/Autos/2013/A234-13.htm
(*) Diana Grajales es guerrillera e integrante de la Delegación de Paz de las FARC-EP.