«Edgar Silva, era el que señalaba a quién se llevaban» Testimonio de víctima Hay una perversa estrategia mediática ante la imposibilidad de ocultar la magnitud del genocidio, que consiste en conjugar la realidad al pasado, mientras las masacres, barbarie y control social continúan en el presente. 1. Paramilitarismo, control social e impunidad total: […]
«Edgar Silva, era el que señalaba a quién se llevaban»
Testimonio de víctima
Hay una perversa estrategia mediática ante la imposibilidad de ocultar la magnitud del genocidio, que consiste en conjugar la realidad al pasado, mientras las masacres, barbarie y control social continúan en el presente.
1. Paramilitarismo, control social e impunidad total: el caso del alcalde Edgar Silva
En un reportaje Noticias Uno revela el rol del actual alcalde de Puerto Gaitán en señalar a las mujeres que debían ser ‘castigadas’, y la impunidad total que cobija estos hechos. Los ‘castigos’ aplicados a las mujeres son parte control social que ejerce la herramienta paramilitar del estado colombiano y del gran capital.
«Los paramilitares de Puerto Gaitán llegaron a extremos que el mundo sólo conocía en la Segunda Guerra Mundial… A las mujeres que no obedecían sus órdenes, las condenaban a trabajos forzados en sus campamentos y las calveaban para el escarnio público. Una de las víctimas y dos paramilitares aseguran que el actual alcalde de Puerto Gaitán, Edgar Silva, era quien escogía a las castigadas y quien le recomendó el castigo a los paramilitares.» Relata Noticias Uno (1)
http://www.youtube.com/watch?
María, una víctima de estos hechos, testificó: » Los paramilitares castigaban y ponían las leyes y para ponerle las leyes a uno y castigarlos, se lo llevaban a uno secuestrado 3, 2 meses. Los paramilitares dispusieron de María a su antojo. «Nos cortaban el cabello, nos ponían a trabajar (…) privadas de la libertad, por allá en las fincas, eso era terrible. Yo era una niña menor de edad, no tenía ni 15 años cuando trabajaba, y se acercaron donde yo trabajaba y me dijeron que me tenía que ir a presentar allá».
Cuando María se presentó supo que había una lista en donde estaba inscrita y que alguien se había quejado de su comportamiento. Y acerca de quién hacía los señalamientos, testimonia María: «En primera mano el Sr. Guillermo (jefe paramilitar) y en segunda el señor personero, Edgar Silva, era el que señalaba a quién se llevaban y quién se quedaba«. Se refiere al hoy alcalde del departamento de Puerto Gaitán Edgar Silva, que en esa época era personero del municipio.
El paramilitar Bohórquez, alias ‘Pocillo’ declaró: «Él (Edgar Silva) hablaba con Don Pablo y le comentaba los problemas que le llegaban a diario a la oficina de la personería».
El alcalde electo Edgar Silva dio ante Justicia y Paz, estas declaraciones para responder por los hechos sucedidos en Puerto Gaitán: «Mencioné esas actividades cuando las mujeres estaban involucradas en riñas, o escándalos, chismes, comentarios. Sí era normal que se aplicaran esa serie de castigos » .
A pesar de las declaraciones del ex paramilitar ‘Pocillo’ a la Fiscalía y de su jefe paramilitar Guillermo Torres, no hay abierta ninguna investigación.»
2. ¿Qué es el paramilitarismo?
El paramilitarismo es una herramienta del gran capital articulada desde el mismo estado colombiano, usada para eliminar a la oposición política, para cometer masacres abominables con la finalidad de callar reivindicaciones sociales y desplazar masivas cantidades de personas mediante la inyección de terror. Los desplazamientos masivos de personas son perpetrados para beneficio del gran capital nacional y transnacional que acapara las tierras despojadas a las comunidades campesinas; por ello las zonas más ricas y codiciadas sufren atroces masacres de la herramienta paramilitar en connivencia y coordinación con el ejército y la fuerza pública. Hoy en día este mecanismo de terror, desplazamiento y despojo para beneficio del gran capital es muy tangible en las zonas auríferas de Colombia, por ejemplo.
El accionar de la herramienta paramilitar es sembrar terror y sus métodos son de barbarie extrema; su función es eliminar la oposición política, eliminar la reivindicación social, desarticular los procesos organizativos populares, y aplicar un control social funcional a los intereses del gran capital. Es una creación de la oligarquía y del gran capital para contrarrestar los descontentos sociales y para perpetuar el despojo; no es, como busca incesantemente presentarla la propaganda mediática de sus mismos creadores, un «fenómeno de surgimiento espontáneo»; no, esa es la legitimación de un aparato genocida, una legitimación que buscan inyectar sus mismos creadores. Evidentemente el surgimiento no es «espontáneo» sino planificado y teorizado en las altas esferas del poder, un surgimiento, desarrollo y permanencia funcional al gran capital: no son «Autodefensas», como buscaron hacerlo creer mediante la propaganda de los mass-media y la nominación de varios grupos con nombres como «Autodefensas Unidas de Colombia, AUC «; y tampoco son meras «Bandas Criminales- BACRIM » como busca hacerlo creer la propaganda del régimen de Santos en la actualidad: no son ni «autodefensas» ni tampoco simples «bandas criminales «: son ejércitos de mercenarios que obedecen a sus creadores, y que permiten la acumulación de tierras y capital en pocas manos, con una definitiva e imprescindible articulación a la fuerza pública. Estas estructuras mercenarias que aplican el terror son adiestradas en el más rancio anti-comunismo y bendecidas por eclesiásticos funcionales al terror. El control social de ejerce en torno a valores fascistas en amplias regiones del país, para cortar de cuajo el surgimiento de la reivindicación social. La doble moral católica en la herramienta paramilitar alcanza su paroxismo: castigan a las mujeres por ‘llevar faldas cortas’ o por ‘sonreír demasiado’ pero en cambio no tienen ningún escrúpulo en violar mujeres y niñas como forma de inyectar el terror, llegando a tener los jefes paramilitares hasta 50 niñas menores de 15 años violadas y dispuestas en esclavitud sexual, como lo testimoniaron las víctimas del Jefe paramilitar alias El Patrón (2).
La herramienta paramilitar del gran capital se encuentra planteada en los manuales militares. Su articulación al estado se da como estrategia contra-insurgente y en el marco de la teoría militar del «enemigo interno» que concibe a la población como el «enemigo» y busca «quitarle el agua al pez», en el entendido de que el pez es la insurgencia popular, y el agua es el apoyo de la población civil a la insurgencia. Esta doctrina de «quitarle el agua al pez» es la que aplicaron los EEUU contra el pueblo de Vietnam y es la misma que sustenta el terrorismo de estado que se ha venido aplicando en países como Colombia o Guatemala, por citar solo dos casos. La doctrina del «enemigo interno» fue inculcada desde los formadores estadounidenses a las fuerzas militares colombianas que bajo estos lineamientos implementan la estrategia paramilitar para eliminar el apoyo popular a la insurgencia mediante la inyección de miedo, el desplazamiento poblacional, y el control social. Su financiación es dada por el gran capital, las multinacionales, terratenientes ganaderos, terratenientes del narcotráfico, y latifundio en general; aunado a lo anterior, del presupuesto de la fuerza pública y de los «apoyos» militares de EEUU reciben insumos de guerra y fondos, aunque obviamente esto último no debe constar en libros de cuentas, dado que la estrategia paramilitar del estado tiene como uno de sus principales objetivos poder ejercer masacres contra la población civil, a la vez que se aduce que «no fue la fuerza pública, sino los paramilitares» . Y bajo la modalidad de esa larga estafa el régimen continúa la práctica del exterminio contra el pueblo. Los documentos y testimonios de víctimas sobre la absoluta connivencia del paramilitarismo con la fuerza pública y las autoridades son más que abundantes. Pero la «democracia» colombiana con eje paramilitar sigue impune.
3. La perversión mediática de conjugar la barbarie al pasado cuando la herramienta paramilitar sigue impune y en funciones
Empiezan a surgir algunos materiales, bien sea testimonios, confesiones de paramilitares, reportajes, sobre la barbarie paramilitar: lamentablemente el tratamiento que dan los mass-media a estas necesarias informaciones sobre el grado de barbarie de la herramienta paramilitar lleva casi siempre un elemento perverso de desinformación y manipulación, que muchas veces hasta los medios alternativos repiten por inercia: los mass-media buscan presentar la barbarie conjugada al pasado, cuando la realidad es que el paramilitarismo sigue activo, y se ha acrecentado. Se ha establecido el lugar común que va en contra de la realidad objetiva de que: «sí, los tiempos de Uribe eran muy malos, lo que pasó fue terrible» ; y si bien ‘los tiempos de Uribe’ fueron efectivamente atroces, y lo que pasó fue terrible, lo que hay que precisar es que esos ‘tiempos’ de barbarie siguen vigentes, y la atrocidad sigue pasando . Por lo tanto hay una perversa estrategia mediática ante la imposibilidad de ocultar la magnitud del genocidio, que consiste en conjugar la realidad al pasado, mientras las masacres, barbarie y control social continúan en el presente .
Es indispensable precisar la permanencia en la actualidad de la herramienta paramilitar como lo denuncian los hechos, las comunidades y las víctimas. El último informe del Indepaz, de noviembre 2011 arroja que los paramilitares operan e instauran el control social en 347 municipios, de 31 departamentos de Colombia, un territorio mayor al del año anterior.
Como bien lo expresa la investigadora Azalea Robles:
«Ahora al paramilitarismo ya no se le llama «paramilitarismo» en los mass-media: los tanques de propaganda buscan imponer un nombre eufemístico, en el país de los eufemismos: la herramienta paramilitar es bautizada con el nombre de BACRIM (bandas criminales), esto con la idea de reforzar el concepto de «bandas» que actuarían desordenadamente y de manera autónoma, por oposición a su realidad de ejército de mercenarios organizados bajo los lineamientos de adelantar una guerra sucia planificada contra la población, con el financiamiento del gran capital y la coordinación del ejército nacional, y todo según la doctrina del «enemigo interno».
En Colombia la constante es el rebautizo, la pantomima, la máscara, el manoseo y la prostitución de la palabra paz… Y así como se le cambia de nombre a una herramienta del terror mientras sigue activa, de la misma manera buscan hacernos creer que «hay un aire nuevo con la nueva presidencia», mientras siguen profundizando la entrega del país a multinacionales con las consecuencias de empobrecimiento y guerra sin fin que esto significa.»
NOTAS:
(1)http://www.youtube.com/
(2) 50 niñas violadas por paramilitar «El Patrón» y el Parque Tayrona: Infancias molidas en grandes negocios