Aunque han conquistado derechos y espacios de participación, las mujeres cubanas aún deben vencer obstáculos en el ejercicio de la equidad y la justicia de género.
«Tenemos muchas conquistas de las cuales enorgullecernos, pero también retos y obstáculos que debemos superar», aseguró el 24 de febrero la socióloga Clotilde Proveyer Cervantes, durante el panel de cierre del el Coloquio Internacional del Programa de Estudios de la mujer de la Casa de las Américas.
Bajo el título «Tiempos, destiempos y contratiempos en la historia y la cultura de las mujeres latinoamericanas y caribeñas», el encuentro sesionó del 22 al 24 de febrero, convocado por el Programa de Estudios de la Mujer de Casa de las Américas.
Entre las conquistas, Proveyer mencionó haber alcanzado protagonismo social y ser mayoría entre el personal científico, técnico y la matrícula universitaria, proceso que ha estado acompañado por la voluntad política del Estado, programas y leyes a favor de equidad de género.
Sin embargo, falta avanzar en la inclusión de una perspectiva de género en el diseño y ejecución de políticas sociales, así como en la educación y el desmontaje de imaginarios patriarcales, agregó. «Hasta que no empecemos a desmontar el sexismo en la educación, no podremos hacerlo en las prácticas sociales».
La profesora de la Universidad de La Habana dijo que también hace falta ampliar la visibilización de la violencia de género como problema social que afecta los derechos humanos.
Reconoció como paso significativo la aprobación en diciembre de 2021 de la «Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar«, pero aún es baja la percepción de las violencias machistas, acotó.
Datos de la Encuesta Nacional de Igualdad de Género (ENIG) de 2016 citados por la experta señalan que solo 10 por ciento de las personas entrevistadas identificó la violencia como un problema. Sin embargo, 26,7 por ciento admitió haber sido víctima de algún acto violento al menos una vez en el año anterior a la consulta.
«Es de los problemas de los que las mujeres no se atreven a hablar; eso nos dice que la cifra es mucho mayor», sostuvo.
Proveyer se pronunció también sobre la necesidad de modificar la división sexual del trabajo, que implica subordinación económica de las mujeres y no deja ver su aporte económico y social. Ellas dedican como promedio a la semana 14 horas más que los hombres al trabajo doméstico, precisó, en una de las formas de violencia estructural menos reconocida que existe, puntualizó.
La especialista dijo que urge desmontar del imaginario colectivo los factores socioculturales de aceptabilidad de la cultura patriarcal.
«Hemos avanzado en programas, políticas y leyes que en la práctica amplían el horizonte de derechos, pero no en igual medida en promover el cambio cultural que lo acompañe y pueda conducir a la verdadera equidad de género», insistió.
Para la también socióloga Marta Núñez, el empoderamiento económico femenino influyó y lo sigue haciendo en favor de cambios significativos para las cubanas, no solo en su autonomía económica sino en la toma de decisiones para su vida personal y social, para el logro de mayor bienestar.
Entre los temas pendientes, sin embargo, mencionó la poca presencia de las cubanas en espacios de decisión, en correspondencia con su preparación y capacidades; superar la homofobia y la discriminación por identidad de género y orientación sexual; reconocer el acoso sexual en el trabajo y un mayor apoyo a las tareas del hogar desde el gobierno y el Estado.
Al profundizar en este último tema, la profesora Magela Romero Almodóvar revindicó como desafío para las cubanas la necesidad de conquistar su tiempo personal. «Nos ha faltado posicionarnos en concebir el tiempo propio como el derecho más sagrado y la conquista más importante», comentó.
Datos de la ENIG citados por Romero Almodóvar hablan de una diferencia de cinco o seis horas entre mujeres y hombres dedicadas al cuidado, en detrimento de las primeras. Mientras las mujeres dedican 8,29 horas semanales en cuidado, los hombres solo aportan 3,38 horas. Eso marca también las trayectorias de las mujeres y su costo en descanso, ocio y tiempo de calidad para ellas.
«La conquista de ese tiempo propio es de los grandes desafíos que debemos ubicar en el plano de la política porque es cuestión de derechos y justicia social», señaló.
Aún en tiempos de resolver obstáculos y contratiempos para el logro de la plena equidad, la profesora Proveyer Cervantes abogó por emplearse a fondo en la solución de brechas y contradicciones, así como en desmontar los prejuicios infundados en torno al feminismo, que ha marcado pautas no solo desde la perspectiva teórica sobre las inequidades y la subordinación de las mujeres, sino en darnos herramientas para transformarlas.