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Narcoparapolítica: ¿Dónde están los peces gordos?

Fuentes: Rebelión

«El fenómeno paramilitar en Córdoba fue de defensa colectiva contra la guerrilla e involucró a todos: políticos, ganaderos, industriales, policías, militares, iglesia y comunidad en general».( Miguel de la Espriella / Senador del Partido uribista Colombia Democrática, semanario El Espectador, 19.11.06) Ya están en prisión los tres parlamentarios uribistas a los que la Corte Constitucional […]

«El fenómeno paramilitar en Córdoba fue de defensa colectiva contra la guerrilla e involucró a todos: políticos, ganaderos, industriales, policías, militares, iglesia y comunidad en general».( Miguel de la Espriella / Senador del Partido uribista Colombia Democrática, semanario El Espectador, 19.11.06)

Ya están en prisión los tres parlamentarios uribistas a los que la Corte Constitucional dictó medida de aseguramiento por conformar grupos paramilitares y ejecutar masacres de campesinos en el departamento de Sucre, para de esa manera obtener los votos necesarios hacia el control de las instituciones departamentales y la elección de Uribe Vélez como Presidente de Colombia.

Igualmente ha sido capturada Muriel Benito Rebollo, otra cabecilla del uribismo, involucrada en la maquinaria político militar de los escuadrones de la muerte, organizada para fechorías electorales para favorecer el triunfo del actual Jefe de la Casa de Nariño.

Jorge Noguera, el ex-director del Das, cerebro del fraude que eligió a Uribe Velez en el 2002, tiene pliego de Cargos desde la Procuraduria, en un proceso disciplinario que suma 5 delitos de diversa índole.

En la seguidilla de eventos destapados por denuncias periodísticas y debates parlamentarios, se ha conocido que el senador Alvaro Araujo, oriundo del departamento del Cesar, hermano de la actual Canciller, sobrino del Procurador y primo hermano del gobernador cesarense, un feroz latifundista con una interminable cadena de homicidios de campesinos a sus espaldas, es investigado por la Sala Penal de la Corte en 7 procesos que lo relacionan directamente con acciones criminales del cabecilla paramilitar Jorge 40. Situación frente a la cual ha pedido solidaridad política porque su caso involucraría a su hermana la Ministra de R.E y al propio Uribe Velez.

Con el pasar de los días crece la expectativa y sorpresa de la ciudadanía porque cada capitulo de esta história es cada vez más explosivo. El país quiere la mayor transparencia en las investigaciones y la eficacia de órganos judiciales, como la Fiscalía, penetrada recientemente por los grupos paramilitares.

Se ha dicho que la Corte adelanta numerosas acciones penales contra un crecido grupo de parlamentarios  en ejercicio (por lo menos 80), todos ellos integrantes de los movimientos políticos que conforman la coalición oficialista.

En un extenso discurso en el Palacio de Justicia, Uribe Velez ha pedido a sus amigos que digan la verdad (los únicos que la saben junto con él), que de llegar a ocurrir, cosa que no lo creo, inexorablemente lo encontrarán como el principal artífice de este monstruo político mafioso convertido en la estructura dominante del régimen político contemporáneo.

Uribe Velez, por lo menos dijo la primera verdad,  señaló al ex presidente Cesar Gavira, actual Director del Partido Liberal, como el pionero de esta clase de oscuros y criminales arreglos. Reveló que éste propició e indujo en los años 90, alianzas del Estado (policía, jueces, militares y funcionarios) con Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, el más tenebroso de los cabecillas paramilitares, recluido hoy en una cárcel de Medellín y autor de la mayoría de homicidios en esta ciudad. Imputación gravísima que el líder liberal no ha contestado correctamente como lo demandan amplios sectores de la opinión. Quiere pasar de agache como si nada. Como ha pretendido hacerlo con su responsabilidad en la implantación del más brutal de los neoliberalismos que conozca la historia latinoamericana.

Ante las dimensiones que está cobrando este monumental destape de la podredumbre política y estatal, sospechosamente algunos sectores están sugiriendo una Ley de Punto Final o una reforma de la tramposa Ley de Justicia y Paz, hecha para dejar en la impunidad los crímenes de lesa humanidad de los paramilitares, con el fin dizque de impedir un derrumbe institucional. En esas anda Gustavo Petro, el senador opositor que hizo gran parte de las denuncias de este mortal contubernio de la narcoparapolítica. Su Comisión de Alto Nivel, aconsejada a última hora a Uribe Velez, integrada por todos los partidos con asiento en el Parlamento, es un completo disparate que dejará en ceros lo recorrido hasta el momento. Es la más inconsecuente de las actitudes, cuando lo que demanda la coyuntura es arreciar en las denuncias y el destape de esta pestilente olla podrida. A dicho caballero se le enredó la cabeza, se le subieron los humos pequeñoburgueses de petulante intelectual y en un inesperado  fuera de lugar, asumiendo competencias que no son suyas, le dijo a Maria Consuelo Araujo, la Canciller, que siguiera tranquila en el cargo porque contaba con su respaldo. Poco falta para que lo veamos despachando en un Ministerio gubernamental, nada improbable dado el anuncio de una recomposición del gabinete para sortear el presente impasse.

Se le pegó el travestismo político, que hace poco le imputó al Alcalde de Bogotá, exponente de una «izquierda» cantinflesca que derrocha mediocridad y corrupción en la Capital de la República.

Dicha Comisión muy probablemente se convertirá en el salvavidas de los peces gordos que gestaron este descomunal frankestein de la muerte y desolación de millones de campesinos y trabajadores por todo el territorio nacional.

Todo lo contrario de lo que demanda enardecida la ciudadanía, que no es otra cosa que el castigo severo y ejemplar  de las poderosas elites que se encuentran detrás de esta tragedia. Elites conformadas por grandes empresarios, multinacionales, banqueros, generales y políticos de cobertura nacional.

La Comisión de Petro servirá de refugio a los grandes capos, a los peces gordos de la parapolítica, para evadir el peso de la justicia y el repudio popular.

Es muy probable que este esperpento ya esté llevando alivio a senadores, representantes, empresarios, generales, banqueros, terratenientes y funcionarios comprometidos en los ilícitos más graves de la narcoparapolítica.

Muy agradecidos deben estar con el doctor Petro, senadores tales como Mauricio Pimiento, del Cesar y principal autor de la quiebra del Seguro Social, ficha clave de Jorge 40;  Miguel de la Espriella, de Córdoba, Dief Maloof, del Atlántico; Trino Luna, gobernador del Magdalena; Mario Uribe, senador y primo hermano de AUV; L. Char, del Atlántico; Habib Merheg, de Risaralda; el tuerto Gil de Santander; los políticos del Meta, de Casanare, del Putumayo, de Antioquia;  y muchos más que irán apareciendo con los días al ritmo de las revelaciones que haga la Corte Constitucional y la prensa independiente.

No hay derecho a que un fenómeno de estas dimensiones, que debiera conducir a un profundo viraje de nuestra nación en la senda de la paz, la justicia, los derechos y la democracia popular, sea desviado por los mismos politiqueros para reeditarnos otro infame capitulo del Frente Nacional y su consigna del tapen tapen, que hizo que en su momento el propio señor Petro se afiliará al M-19, una guerrilla mediatica y teatral, que en los años 90, se desmovilizó a cambio de taxis y otras prebendas estatales.

Colombia entera lo que demanda es que aparezcan, cuanto antes, los peces gordos de la violenta y criminal parapolítica entronizada en el Estado por el señor Uribe Velez. El más gordo de todos los peces.