En un breve y sustantivo artículo titulado «El mercado y la verdad neoliberal», publicado en noviembre de 2007, el reciente premio Nacional de Literatura de Guatemala, Mario Roberto Morales (MRM) apunta un conjunto de críticas a la lógica formal, a la que asocia con la ideología del neoliberalismo e incluso con el neopositivismo lógico. Pretendo […]
En un breve y sustantivo artículo titulado «El mercado y la verdad neoliberal», publicado en noviembre de 2007, el reciente premio Nacional de Literatura de Guatemala, Mario Roberto Morales (MRM) apunta un conjunto de críticas a la lógica formal, a la que asocia con la ideología del neoliberalismo e incluso con el neopositivismo lógico. Pretendo matizar, también brevemente, algunas de sus afirmaciones
1. Afirma MRM que el movimiento de lo concreto es el movimiento de lo real, distinto del movimiento del discurso. La lógica formal es una lógica del discurso y las tautologías o los silogismos son mecanismos lingüísticos válidos para determinar la corrección o incorrección de los postulados verbales lógicos. Es por ello un error extrapolar la lógica de su campo de operatividad y aplicarla al movimiento de lo concreto, de lo social, «y dar por sentado que si una frase no responde a la corrección lógico-formal, tampoco corresponde a la veracidad factual, concreta, social».
Me cuesta seguir la última afirmación, creo que algunas de las explicaciones son un pelín oscuras, pero en general es muy plausible la reflexión de MRM, quien añade a continuación: «Esta es la manera de «argumentar» de los neoliberales, amparados en el neopositivismo lógico».
No sé yo, en cambio, si todos los neoliberales están amparados por el neopositivismo lógico, incluso no sé si esta expresión tiene hoy un sentido unívoco, pero, como MRM aceptará seguramente sin dudar un instante, hay neopositivistas lógicos que no son neoliberales, empezando por los fundadores, por Carnap, Schlick o Neurath, que no eran gentes de derecha precisamente, y, además, esa misma consideración sobre las limitaciones, las grandes limitaciones, de la lógica formal es defendida hoy mismo por filósofos y lógicos que no tienen nada que ver, incluso que no tienen mucha simpatía, por el neopositivismo lógico o, más en general, por la filosofía analítica. No creo que Tariq Ali, Mike Davis o Francisco Fernández Buey, por poner sólo tres ejemplos, reconocidos y admirados marxistas, tuvieran mucho que objetar a esa posición sobre el estrecho ámbito de la logicidad formal.
2. Por eso, añade MRM, sin que se entienda muy bien el uso de este «por eso», siempre enarbolan una lógica bipolar de corrección-incorrección lógico-formal. Si MRM se refiere con este bipolar a los valores semánticos de las proposiciones, no siempre lo que prima es esa concepción. Las lógicas multivaloradas refutan esa precipitada conclusión y la consideración de varios niveles de corrección e incorrección estudiada por ramas de las lógicas no clásicas transitan por el mismo sendero.
3. De ello, sigue afirmando MRM, extraen los neoliberales nociones de veracidad y falsedad, razón y necedad en la esfera de lo social, lo político y lo económico. Quien no entra en esa esfera, está errado, concluye.
Si es así, si fuera así, MRM tendría razones para la protesta y el enfado pero no estoy seguro que sea ese siempre el caso y, desde luego, se puede ser netamente contrario a las doctrinas neoliberales, al mercado como sistema de asignación de recursos, y defender al mismo tiempo que en sus argumentos críticos, o constructivos si el caso, las gentes debemos respetar la logicidad formal, cosa por lo demás de la que ya hablaba un marxista revolucionario como Antonio Gramsci, y además en condiciones muy difíciles, mientras moría o mal vivía en las cárceles del fascismo italiano.
Si no fuera así, si no aceptáramos lo anterior, no se ve muy bien cómo podríamos discutir o entendernos. Los intentos de trasgresión del principio de contradicción, netamente cultivados en su momento por algunos sectores de la tradición marxista, aunque no sólo, acabaron en la mayor parte de los casos en el disparate indocumentado y como el rosario de la autora. Mal, francamente mal.
4. Sostiene MRM que «El debate de ideas sirve para solucionar problemas conjuntamente, no para ver quién gana demostrando que el otro está errado.. El debate de ideas debe ser una colaboración. Si no, se agota en una forma de autoritarismo censurador».
También aquí tiene razones de peso MRM, también aquí argumenta convincentemente, pero su afable tesis sobre el discurso cooperativo no contradicen en ningún momento las finalidades de diversas ramas de la lógica formal contemporánea. Las lógicas dialógicas, precisamente, pretende formalizar el desarrollo de una discusión abierta, informada, documentada, respetuosa con el interlocutor, con el objetivo no de vencer sino de alcanzar, entre todos los participantes, una situación de mayor claridad y seguridad argumentativa.
5. Al razonar aplicando el formalismo lógico al análisis de la dinámica social, económica y política, sigue afirmando MRM, «el discurso neoliberal desemboca irremediablemente en la sofística, cuya base es la lógica formal y cuyo objetivo es manipular el discurso».
Pues no sé ve como. Si la sofística es lo que solemos entender por tal, es decir, el engaño, la manipulación, con estrategias de despiste o de ocultación, la lógica sería más bien lo contrario. Precisamente, la lógica formal es una de los instrumentos, no el único desde luego, que poseemos para desenmascarar esos intentos falsarios, con intereses nada legítimos en la mayor parte de las ocasiones. Por usar un ejemplo clásico que los hermanos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero explicarían mucho mejor que yo. Cuando Sócrates se enfrenta a los sofistas usa armas pacíficas, aún no teorizadas, de la lógica formal, de la corrección argumentativa. Cuando afirma que sabe que no sabe, apunta una aporía que hace reestructurar nuestra forma de entender el lenguaje como llanura sin desniveles. Cuando se niega a transgredir las leyes de la polis y busca coherencia en su actitud, lo hace a través de un discurso que sigue las pautas del razonamiento correcto.
6. Como la lógica formal no puede manipular lo concreto, prosigue MRM, que es el referente último de lo que se puede llamar cierto, pretende embutirlo en la camisa de fuerza de lo formal mediante la demagogia.
Tampoco parece de recibo esa acusación. Lo formal no es ninguna camisa de fuerza, sino un intento de buscar corrección en el discurso, en nuestras afirmaciones, sobre lo concreto o lo general, sobre lo social o lo biológico, y en ningún caso se ve que ello sea camino para la demagogia -esta sí, sin camisas de fuerza- que, en general, suele ser campo de la exageración, de la generalización apresurada, de la afirmación sin base, es decir, de los vicios nada inocentes que combate con modestia la lógica formal.
7. El criterio de verdad ha sido siempre lo concreto, no el discurso ni la lógica interna del discurso, afirma MRM. No sé si siempre ha sido así, pero parece una actitud razonable, por lo demás muy cultivada de palabra, no siempre fácticamente, en la tradición marxista. No hay ningún lógico formal que se conozca que pueda plantear muchas críticas a esa consideración. Eso sí, puede desinteresarse por el tema, en un alarde de profesionalismo estricto criticable, porque el ámbito de lo lógico formal no es lo concreto, lo general o lo material, sino la corrección o incorrección de nuestros argumentos, por decirlo en términos clásicos, y como el mismo MRM pareció defender en los compases iniciales de su artículo.
8. Tampoco es fácil ver que «esta dislocación cognoscitiva es la que lleva a los neoliberales a confundir la noción de relación social con la de mercado, convirtiendo este último en una ética, en una moral, en una visión del mundo a la que reducen todo: la libertad, la política, el individualismo, etc., para forzar un modelo de relaciones humanas basado únicamente en la lógica del intercambio de mercancías y servicios por dinero». Que el neoliberalismo sea eso, y algo más, es muy probable, y MRM lo ha explicado magníficamente para ilustración de sus lectores entre los cuales me cuento claro está, pero que el origen de esas posiciones ideológicas esté en las pretensiones y características de la lógica formal está lejos, muy lejos de ser obvio. Faltaría una tesis doctoral para demostrarlo, y es muy probable que algunos lógicos formales se levantaran de su tumba para protestar con fuerza y argumentos. Manuel Sacristán probablemente, sin ir más lejos, o incluso Josep Ferrater Mora o Alfredo Deaño por poner otros ejemplos cercanos.
9. Es plausible igualmente que «para los neoliberales, quien no conciba el mercado sólo en su aspecto puramente mecánico, sino como una ideología que rige las relaciones sociales, «está equivocado», «necesita ilustrarse» y no sabe la verdad». Pero que ello, como afirma MRM, provenga de aplicar neciamente la lógica formal al movimiento de lo concreto es una conjetura arriesgada y, en mi opinión, fuera de razón. En primer lugar. porque la lógica formal no siempre puede aplicarse mecánicamente y, en segundo lugar, porque, cuando se «aplica», término por lo demás mejorable ya que da pie a una consideración poco creativa de la disciplina, la lógica formal no se aplica a lo concreto, sino a los discursos que hablan o intentan captar lo concreto, lo abstracto, lo social, o el disparate nuclear de Iraq, al igual que los que comentan o discuten el neopositivismo lógico o las grandes y asumidas limitaciones, y pecados en ocasiones, de la lógica formal.
10. Por lo demás, y desde luego MRM no comenta ni afirma nada en este sentido, la lógica formal no es sinónimo de racionalidad humana. Esta, sea lo que fuera, tengamos o no un concepto definido de ella, deberá incluirla pero no puede reducirse a ella. Si todos los imperios son anexionistas, y Estados Unidos es un imperio, de ahí se infiere que Estados Unidos es un país anexionista, pero, en cambio, no se infiere en absoluto, desde un punto de vista lógico que diría Quine, que deba serlo o que la ciudadanía del mundo debe resignarse a esa maldición abyecta.