«Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas» o la parte práctica del programa reaccionario: en la primera parte de este artículo habíamos comenzado a analizar a Nietzsche como conferenciante y tribuno político durante sus diez años de profesor ordinario de filología en Basilea. Se trataba de cinco conferencias sobre el porvenir del sistema educativo alemán, […]
«Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas» o la parte práctica del programa reaccionario: en la primera parte de este artículo habíamos comenzado a analizar a Nietzsche como conferenciante y tribuno político durante sus diez años de profesor ordinario de filología en Basilea. Se trataba de cinco conferencias sobre el porvenir del sistema educativo alemán, las Vortrage, que venimos analizando en sucesión cronológica, del 16 de enero al 23 de marzo de 1872.
Nietzsche, muy preocupado por la retórica (un tema político que ya trataremos más adelante), intenta un experimento en la forma literaria, que no tuvo una solución muy feliz. Las conferencias se asemejan a una suerte de diálogo platónico entre unos estudiantes y un filósofo eremita, yuxtaposición híbrida entre Richard Wagner y Arthur Schopenhauer, sus «maestros importantes». Este dramatis personae le permite intercalar pensamientos de ambos en el contexto de su lucha contra la democratización de la educación. Se nota la falta reelaboración seria y el resultado es contraproducente y paródico.
Otro rasgo es su empeño biográfico, donde aparentemente muchas situaciones retratadas son sucesos sacados de su propia vida (aunque muchos serán románticamente inventados, como el duelo a pistola, rasgo común en sus diferentes autobiografías). En cuanto a las tesis Nietzsche las expone con claridad, rigor y dureza externa, sin cortapisas, tanto que el historiador conservador (amigo, padrino académico y presente en el auditorio) Jacob Burckhardt escribió impresionado «¡Tenía que haber oído las cosas que dijo Nietzsche!… allí había un hombre de gran temple, que lo conoce todo de primera mano y lo sabe comunicar.» Aunque el ataque aparente era la institución secundaria alemana, el Realgymnasium prusiano, creado durante la Reforma protestante en el siglo XVI y originariamente creado para los niños más inteligentes y cultos entre las clases dominantes, su ataque era globalmente contra la Modernidad burguesa.
La primera aclaración de Nietzsche es en cuanto a lo referente lo que significa formarse y educarse según las leyes necesarias de la Naturaleza, ese Ordnung eterno, justo e inmutable: «ningún hombre tendría inclinación por formarse si supiera lo increíblemente pequeño que es, en definitiva, el número de personas que poseen una auténtica formación cultural (der wirklich Gebildeten) y que por fuerza tiene que ser así. A pesar de ello, no será posible ni siquiera a ese número pequeño de personas verdaderamente cultas desarrollarse, si se dedica la formación cultural a la gran masa (große Masse), decidida a ello exclusivamente por un engaño seductor y, en el fondo, impulsada a ello contra su propia naturaleza».
El canto de sirenas a las masas proviene de la publicística liberal y comunista, esos «¡Funestos corruptores, que han aniquilado el estado de inocencia del esclavo (Unschuldsstand des Sklaven) mediante el fruto del árbol del conocimiento!» (Nachlass). El formación sólo tiene sentido de razón de estado (Nietzsche utiliza un término bien althusseriano, Bildungsapparat) si busca, genera y resguarda a los mejores, a la figura aristocrática del Genio (Genius): «el verdadero secreto de la formación cultural debe encontrarse… en el hecho de que innumerables hombres aspiran a la formación cultural y trabajan con vistas a ella, aparentemente, pero en realidad sólo para hacer posibles a algunos pocos hombres (um einige wenige Menschen).» Su biógrafo Janz llama piadosamente a este pathos reaccionario de la conferencia una suerte de «ética de la aristocracia intelectual», pero su extremismo clasista y selectivo sorprende: «las características más despreciables de nuestra época, que pretende poseer formación cultural, es democratizar los derechos del Genio (demokratisiert die Rechte des Genius) para eludir el trabajo cultural propio y la miseria cultural propia… Cuando es posible, todos prefieren sentarse a la sombra del árol que ha plantado el Genio. Ellos quisieran substraerse a la dura necesidad de trabajar para el genio (Man möchte sich jener schweren Notwendigkeit entziehn, für den Genius arbeiten zu müssen), con el fin de hacer posible su aparición.» Estas son repeticiones de sus tesis más extremistas de su escrito Der griechische Staat, el texto sacado finalmente de El nacimiento de la Tragedia por consejo de Wagner.
Para Nietzsche la polis de Atenas, el ideal del neohumanismo alemán, en contraposición con el Staat dórico (Esparta), era una decadente y degenerada Ochlokratie, incompatible con la generación de genios. El Genio sólo puede generarse y expresarse en un estado autoritario estilo dórico: «»La ‘dignidad del trabajo’ (Würde der Arbeit) es una idea moderna ilusoria (moderne Wahnvorstellung) de los más tonto. Es un sueño de esclavos (raum von Sklaven). Todos se atormentan por seguir vegetando miserablemente… El Estado (ideal) surge del modo más cruel mediante la sumisión y la generación de una especie de zánganos (Drohnengeschlechts)… el estado ha de preparar la generación y la comprensión del Genio (Genius)…
La situación respecto al lenguaje es análoga: el lenguaje es una criatura de los seres más geniales, para el uso de los seres más geniales, mientras el Pueblo (Volk) lo usa para cosas más nimias y, por decirlo así, sólo utiliza los desperdicios… debe afirmarse la necesidad de los esclavos (Nothwendigkeit der Sklaven) para el interés de una Cultura. Hay que luchar contra la opinión de que el objetivo de la Humanidad está en el futuro, por ejemplo, una completa negación en masse. La Humanidad no existe por sí misma…» El objetivo de la próxima revolución conservadora será recomponer la verdadera (y natural) imagen trágica y pesimista que poseía la verdadera esencia helénica (dórica) y su adecuada expresión en el mismo estado. El estado que «es, en cuanto a su fin supremo (etzten Zweck), una institución de defensa y de cuidado (Schutz- und Pflegeanstalt) para los individuos, o sea: para el Genio (Genius)». Ya Nietzsche había desarrollado esta idea en su Nachlass con la dureza que le caracteriza: «Große Genies sind den Alltagsfliegen unfaßbar und recht eigentlich unberechenbar» (Los grandes genios son inalcanzables y verdaderamente imprevisibles para las moscas comunes; Nachlass, 2, 20). Y la amenaza final a la Kultur germánico-trágica será la tentación burguesa de otorgarles una formación educativa y cultural a estas moscas comunes.
Efectos perversos y ley del valor: costos del dominio del capital: Llegado a este punto Nietzsche realiza un intento de entender el surgimiento de la educación (y del bienestar general) introduciendo sorpresivamente la dimensión de la Economía Política, conocida en Alemania en el siglo XIX con el nombre de «Economía Nacional». Sabemos el interés de Nietzsche por esta nueva ciencia surgida con el ascenso del capitalismo, como señalamos en otro artículo. La tendencia liberal (que deriva inevitablemente hacia el comunismo) de extender y difundir lo más posible la formación cultural procede de la misma lógica interna de la Ley del Valor: «creo haber notado de donde procede esa tendencia…esa extensión va contenida en los dogmas preferidos de la Economía Política de nuestra época (national- ökonomischen Dogmen der Gegenwart).
Conocimiento y Formación Cultural (Erkenntnis und Bildung) en la mayor cantidad posible -producción y necesidades en la mayor cantidad posible – (daher möglichst viel Produktion und Bedürfnis), Felicidad en la mayor cantidad posible: ésa es la fórmula poco más o menos… el objetivo último de la Formación Cultural es la ‘Utilidad’ (Nutzen)… más concretamente la ‘Ganancia’ (Erwerb), un beneficio en dinero que sea el mayor posible (den möglichst großen Geldgewinn).» Nietzsche se posiciona irónicamente contra la corriente de economía política alemana inspirada por Friedrich W. G. Hegel y Friedrich List, la llamada Historische Schule der Nationalökonomie. Las ideas básicas de esta corriente, una ideología del desarrollo que se identificaba con los intereses de la naciente burguesía del Oeste y Sur de Alemania, era el crecimiento de la industria de bienes, alto proteccionismo y rol fundamental e intervencionista del estado. Una de las piedras de toque del sistema para lograr una Alemania industrial era lo que llamaban la «educación industrial» a la fuerza de trabajo para acelerar la productividad media, lo que significaba una modificación radical del sistema educativo y masificación de la oferta de formación profesional. Aunque hoy parezcan ideas inocuas, en el contexto alemán de 1860 tenían un toque casi revolucionario: de una de sus ramificaciones incluso surgió una corriente llamada Katheder Sozialismus, «Socialismo de Cátedra» (que se enfrentaría al mismo Marx).
La Nationalökonomie se oponía a los poderosos intereses de la aristocracia Junker, en especial los prusianos, que basaban su riqueza en el latifundio y la exportación de granos a Inglaterra; por el otro a la vieja burguesía comercial de los puertos del Norte (que basaba su poder en el libre comercio). Por supuesto: las viejas clases dominantes atacaron con saña y todos los medios a su alcance este reformismo burgués intolerable. Uno de los economistas principales de la escuela, Bruno Hildebrand, se vio obligado a emigrar a Suiza perseguido por el gobierno reaccionario de Hasse debido a su compromiso con la revolución de 1848 y dio clases, contemporáneamente a Nietzsche, en las universidades de Zürich y Berna. Su vida pública fue muy influyente, creando el primer servicio de estadísticas de Suiza y escribía notas de economía y sobre la cuestión social en diarios que Nietzsche podría haber leído.
En otro artículo analizamos los conocimientos y el gran interés de Nietzsche en Basilea por la política social y la economía política, llegando incluso a tomar clases teóricas. Ahora polemiza «entre líneas», dispara por elevación y sabe contra quien dirige su martillo, su posición se coloca sin duda del lado de los enemigos del reformismo burgués bismarckiano. La utilitaria lógica de la Nationalökonomie (para Nietzsche basada en la teoría del valor subjetivo: la producción como creación de utilidad) penetra todos los campos. La forma-valor burguesa como tendencia (Richtung) es una moral «aquí triunfante», pero decadente y mortal. Esta Cultura moderna «rápida», rasche Bildung, como le llama con cinismo, disuelve los valores elitistas y aristocráticos: «por eso el auténtico problema de la Formación consistiría en educar a cuantos más hombres ‘corrientes’ (courante Menschen) posibles… cuantos más numerosos sean dichos hombres ‘corrientes’, tanto más feliz será un Pueblo. Y el fin de las escuelas modernas deberá ser precisamente ése: hacer progresar a cada individuo en la medida en que su Naturaleza le permite llegar a ser ‘corriente’, desarrollar a todos los individuos de tal modo, que a partir de su cantidad de conocimiento y de saber obtengan la mayor cantidad posible de felicidad y ganancia (Glück und Gewinn).» Aquí tanto el concepto de courante Menschen como el de gute Urmensch (Subhombre bueno, en alusión aelíptica a Rousseau) prefiguran a los futuros subhombres del Nietzsche maduro. La rasche Bildung burguesa (de indudable procedencia socrático-latina) produce un efecto perverso no deseado: «que la Humanidad tiene necesariamente un ‘Derecho a la Felicidad’ terrenal (Anspruch auf Erdenglück): para eso es necesaria la formación…» Las propias necesidades de subsunción real de todos los ámbitos sociales a la ley del valor (incluida la forma republicana de dominio), advierte el profeta Nietzsche, genera que poco a poco nos encaminemos hacia una aniquilación horripilante (grauenvollen Vernichtung). Los efectos sociales no deseados, perversos, de composición (¡la dialéctica en Marx!) que produce la forma-valor burguesa hace surgir «el grande, incluso enorme, peligro de que en un momento determinado los hombres ‘corrientes’, la gran masa (die große Masse) salte del escalón intermedio y se arroje directamente sobre esa felicidad terrenal. Eso es lo que hoy se llama ‘Cuestión Social’ (soziale Frage)… la educación universal para todos es la barbarie. (Die allerallgemeinste Bildung ist eben die Barbarie)»
Primeramente Nietzsche vuelve sobre el tema obsesivo de la soziale Frage, la amplía cuestión que ocupaba la agenda de las clases dominantes en la Europa del ‘900. En segundo lugar el joven filólogo le advierte el peligro a la elite conservadora de Basilea de las consecuencias suicidas de los dogmas del liberalismo. No es casualidad que esta teoría de los efectos perversos e indeseados del dominio burgués aparezca en el texto. El mayor crítico de las reformas liberales (y de las revoluciones burguesas) fue sin dudas el conservador Alexis Charles Henri de Tocqueville. Autor muy leído y alabado por Nietzsche que confesaba en carta a su amigo Overbeck haber «pasado por la escuela de Tocqueville y Taine» (B III, 5, p. 28) Tocqueville sostenía que la tendencia a la igualdad (un dogma liberal) favorece la comparación envidiosa: los individuos, cuanto menos desiguales son, tanto más desdichados se sienten.
El teorema de Tocqueville incluso afirmaba, bajo su experiencia en el ciclo revolucionario francés y americano, que pese a una mejoría en las condiciones económicas la protesta, pesadumbre y el sentimiento de fracaso pueden aumentar. Tocqueville es el que había ya comparado, en una figura retórica que gustaba a Nietzsche, las revueltas proletarias de 1848 como nuevas «guerras serviles», comparando obreros modernos con ilotas. También Tocqueville instituirá una relación íntima entre idea política y ámbito epistemológico. Y la idea que los regimenes políticos pueden suicidarse por contradicciones no intencionales, también es una idea tocquevillenne y, en general, es un topos de la publicística conservadora y reaccionaria la época nacida como reacción a las revoluciones de 1848 y luego a la Commune de Paris en 1871 (de Renan a Taine). Ahí están los historiadores políticos que Nietzsche utiliza y con los que entabla incluso amistad: Burke, Burkhardt, Tocqueville, Taine, von Ranke; autores con un empeño fundamental: análisis reaccionario de la Revolución Francesa y liquidación de su legado político-teórico. Nietzsche continúa con su razonamiento: «Por consiguiente, cuando el ‘grito de guerra’ de la masa (Feldgeschrei der Masse) exige Educación Popular, yo suelo distinguir si lo que ha provocado dicho ‘grito de guerra’ ha sido una tendencia exagerada a la ganancia y a la posesión (Erwerb und Besitz)…»
La relación entre la modernización (¡Nietzsche llega a critica incluso la leva masiva en el ámbito militar! al estilo jacobino) y la extensión de la instrucción a toda la fuerza de trabajo era una evidencia que había sido señalada con fuerza por el padre del liberalismo el economista/filósofo moral Adam Smith, quien decía que un analfabeto no puede ser ni siquiera un buen soldado (WN, libro V, cap. I) y ese ya era un motivo estratégico para que el estado intervenga activamente y promueva la difusión obligatoria e universal de la instrucción. A Nieztsche esto le parece un despropósito suicida que lleva a consecuencias y efectos mortales para las clases dominantes: si la expansión universal generada por la misma ley del valor del capitalismo impone formación educativa-cultural a las masas y que todo depende de resultados escolásticos, puramente meritocráticos, ya «ningún privilegio puede ser justificado», ningún Ordnung natural. Se abre la puerta el peor horizonte posible: la soziale Frage, la temible «Cuestión Social», los ilotas levantando Communes.
Como reflexionaba en su Nachlass: «¡Época funesta, en la que el esclavo ha sido estimulado para reflexionar sobre sí y más allá de sí! ¡Funestos corruptores, que han aniquilado el estado de inocencia del esclavo (Unschuldsstand des Sklaven) mediante el fruto del árbol del conocimiento! Para que esos seductores sobrevivan deben ahora entretenerse con tales mentiras evidentes (durchsichtigen Lügen), tal y como son reconocibles para quien mira con más profundidad en los supuestos ‘derechos iguales para todos’ (‘Gleichberechtigung Aller’), en los ‘Derechos Fundamentales del Hombre’ (‘Grundrechten des Menschen’), del género humano, en la dignidad del trabajo…Para que exista el suelo que permita un mayor desarrollo del arte, es preciso que la gran mayoría (Mehrzahl) esté sometida al servicio de una minoría (Minderzahl), como esclavos a la necesidad vital, y sobre los límites de la necesidad individual. A expensas de esta mayoría y gracia a su plustrabajo (Mehrarbeit) aquella clase privilegiada (bevorzugte Klasse) debe ser sustraída de la lucha por la existencia…»
Allgemeine Bildung: un estadio preparatorio al Comunismo: en la segunda conferencia, dada el 6 de febrero de 1872, Nietzsche profundizará su diagnóstico y prognosis. Pero antes podemos seguir el derrotero secreto de los pensamientos nietzscheanos gracia a sus valiosos manuscritos póstumos, el Nachlass. Allí se encuentran guiones, reflexiones y apuntes complementarios a las públicas Vortrage. Los textos esotéricos son más radicales aún que las propias conferencias. En el cuaderno 8 (U I 5A), del invierno de 1870/71 y otoño de 1872, Nietzsche anota: «La ‘Formación General’ (Allgemeine Bildung) no es más que un estadio previo del Comunismo (ein Vorstadium des Communismus): por esta vía la formación se debilita tanto que ya no puede prestar ningún privilegio (Privilegium)… La formación más general, es decir: la barbarie (die Barbarie), es precisamente el presupuesto del Comunismo (die Voraussetzung des Communismus)… Por consiguiente, el impulso hacia una más vasta generalización de la Formación tiene sus fuentes en una completa mundanización (völligen Verweltlichung), en una subordinación de la Formación como medio, a la Ganancia (Erweb) y a la felicidad terrena entendida toscamente.»
Nietzsche trata de analizar lo que considera las fuentes (Quelle) de esta tendencia suicida en universalizar la educación y se detiene en una de ellas, la que llama la fe en las masas: «La tercera fuente es la fe en la masa (der Glaube an die Masse), y la falta de fe en el genio (Genius)… un pueblo recibe con sus Genios el verdadero Derecho a la Existencia (as eigentliche Recht zur Existenz), su justificación; la masa (Masse) no produce al Individuo, al contrario, le repugna (die widerstrebt ihm). La masa (Masse) es un ‘bloque de piedra’ (Steinblock) difícil de tallar, el Individuo necesita un trabajo enorme para sacar de la masa algo humano… Ahora sólo es necesario ser servidores de la masa (Diener der Masse), in specie los servidores de los partidos políticos.»
Un poco más adelante, en el fragmento 60 anota: «Tengo la presunción de que antes o después la Eterna Naturaleza (die ewige Natur) mantendrá sus derechos.»; en el fragmento 70 escribe angustiado: «Demasiados maestros y demasiadas escuelas.»; en una guía para la conferencia anota como motto la aristocrática frase de Horacio: Odi profanam vulgus et arceo («Odio a la masa profana y me aparto de ella») y en griego «La mayoría son malos», frase de su amado poeta aristocrático Theognis; en el fragmento 93 anota bajo el título Carácter de la Formación actual: «Marchar en fila. Aversión hacia el Genio. El hombre ‘sociable’= Socialismo (In Reih und Glied. Abneigung gegen den Genius. Der «sociale» Mensch. -Der Socialismus.)… Atrofia del Arte. ‘Cultura Parlamentaria’ (‘Reichstagsbildung’.)… La visión seria del mundo como única salvación ante el Socialismo (Die ernste Weltbetrachtung als einzige Rettung vor dem Sozialismus.)… No a nuevas universidades. Construcción del verdadero Espíritu Alemán (Herstellung des wahren deutschen Geistes).» Incluso con el fervor de su militancia wagnerianne, Nietzsche desarrolla un plan organizativo para enfrentarse a esta amenaza que se corporiza en el IIº Reich: planifica ciclos de conferencias y talleres pensados para once semanas con dos conferencias por cada una (las ciudades elegidas van desde Berlín a Viena y Budapest). El lenguaje es de barricada, un combate ideológico-político mortal: se habla de «Lucha», de formas de resistencia en «Talleres de lucha contra el presente» (Werkstätten des Kampfes gegen die Gegenwart), formas extremas de anacoretismo, de eudemonismo de los mejores, todo para renovar la «Esencia alemana» (deutschen Wesens) amenazada por el populismo de Bismarck. Las conferencias tienen un objetivo político y militante bien concreto: «La verdadera meta=el arsenal para la lucha contra el presente.»
En el cuaderno numerado 9 de 1871 Nietzsche sigue desarrollando sus conferencias y volviendo a rehacer su guión anota como clausura de sus lecturas: «Propuestas (contra el Socialismo) (Vorschläge -gegen den Socialismus).» Para, a continuación ampliar la idea: «El Socialismo (Socialismus) es una consecuencia de la incultura general (allgemeiner Unbildung), de la Educación Abstracta (abstrakter Erziehung), de la pobreza espiritual (Gemüthsroheit).» El socialismo es resultado directo o bien de la brutalidad espontánea de los hombres courants, meros subhombres, pero también de la educación abstracta de la Ilustración (de indudable sello galo) y de la pobreza de naturalezas inferiores. Ya en la segunda conferencia Nietzsche para explicar cómo sería el camino ideal de una formación educativa acorde con el gran espíritu alemán (ya que la liberal basada en la figura del hombre libre conduce a la anarquía) lo compara con el servicio militar del ejército que ha derrotado a la cuna de la Ilustración y la revolución: «Quién desee esforzarse seriamente… pasará por las mismas experiencias de quien, ya de adulto, sea soldado…nuestro bachillerato no está en condiciones de enseñar Cultura auténtica y rigurosa, que es ante todo obediencia y hábito.»
Y Nietzsche avisa que aunque se ha derrotado a la pérfida Francia, su hegemonía cultural revolucionaria amenaza la verdadera esencia alemana, aquí la galofobia es radical contra la cultura cosmopolita: «El Espíritu Alemán es hostil a dicha Cultura… la influencia más fuerte es la ejercida por la civilización francesa, antigermana (ungermanische Zivilisation der Franzosen) en lo más profundo de su ser (…civilazción nacida de la naturaleza neolatina… (por ello) con tanta mayor razón debemos mantenernos apegados al Espíritu Alemán (deutschen Geist), que se manifestó en la Reforma, en la música alemana y que ha demostrado -con la extraordinaria audacia de la filosofía alemana y con la fidelidad del Soldado alemán (Treue des deutschen Soldaten) experimentada en los últimos tiempos- esa fuerza resistente, hostil a cualquier apariencia, de que podemos esperar todavía una victoria sobre la pseudocultura de la ‘Época Actual’ (Jetztzeit).» Aquí aparece una dicotomía típica de Nietzsche (en realidad hay que remitirse al mismo Wagner): la contraposición Zivilisation enfrentada a Cultur; al nexo misterioso, ontológico e ineludible entre el Espíritu Alemán, encarnado en Prusia, y el ideal heleno, contrapone negativamente lo romano, lo neolatino (la evolución natural y fisiológica del Sokratismus), cuya herencia morbosa recae en la figura concreta de Francia. Tras los dos pueblos existe un abismo que separa, sin posibilidad de síntesis, la Civilización de la verdadera Cultura. Emergen las dos contraposiciones ideológicas de la guerra franco-prusiana bajo el difraz de una filosofía de la historia fisiológica que Nietzsche, sin traumas, traslada incluso a la antigüedad clásica: «Podría imaginarme que se ha hecho la guerra (contra Francia), de parte alemana, para liberar la Venus del Louvre, como una segunda Helena…» (Nachlass, 7, 88) La galofobia es brutal: «Todo lo que ahora llamamos ‘Civilización’ (Civilisation), formación (Bildung), cultura (Cultur) deberá algún día comparecer ante el infalible juicio de Dioniso…» y agrega: «la Germania debe liberarse de una vuelta y para siempre de una Civilización Neolatina (romanische Civilisation)» y expulsar «el elemento neolatino.»
Francia es el paradigma a destruir de la democracia como «racionalismo que vence y lucha contra en Instinto…»; Alemania (Prusia como unificadora orgánica) es «el auténtico oráculo del Arte.» La lucha implacable contra la Modernidad representada por la subversiva Francia (y los Estados Unidos) es en el mismo acto la recuperación de la germanidad auténtica, para lo que es necesario planificar, como señala en su Nachlass, «oficinas de lucha contra el presente.» Y siempre mantener el alerta sobre la distinción «entre aquellos que es Alemán y aquello que es Pseudoalemán (Afterdeutsch)» (VII, p.256). Para ello el Espíritu Alemán, cuya encarnación pervertida es en esos momentos el IIº Reich, es «el Salvador (Retter)», la única «fuerza redentora (erlösende Kraft)».
La constante metáfora literaria prusiana no es rara en esta época en Nietzsche, no debe sorprendernos ya que el filósofo creía que el ejército alemán era «el único poder político productivo hoy en Alemania», e incluso indispensable para sus reflexiones: «Mi punto de partida es el Soldado prusiano (der preussische Soldat): aquí hay una verdadera convención, aquí se da coacción (Zwang), seriedad (Ernst) y disciplina (Disciplin), también respecto a la forma… su posición sobre la Historia es empírica y, por eso, firmemente vital, no erudita. Es, para algunas personas, casi mítica. Parte de la disciplina del cuerpo y de la fidelidad más escrupulosa al deber (Pflichttreue)».
En la segunda conferencia vuelve a proyectarse esta visión, ya que el sistema de formación popular (recordémoslo una vez más: universal, gratuito y obligatorio) de Bismarck: «no está en condiciones de enseñar la Cultura auténtica y rigurosa, que es ante todo obediencia y hábito…». La única salida para «hacernos encontrar a los Germanos de nuevo el camino correcto que conduce a la Antigüedad» no es otro que el que transmiten los Alciónicos, los que señala la metafísica de los Genios, esos espíritus libres por aristocráticos designados por el orden de la Naturaleza: «me refiero al valor de esos hombres como grandes Caudillos y Maestros magistrales (großen Führer und Lehrmeister) que preparan la Cultura clásica…» La causa de esta decadencia en el actual y victorioso IIº Reich no es otra que la nefasta influencia extranjera, la implantación de elementos que infectan la verdadera esencia de lo germano: «el fracaso del intento de hacer entrar el Bachillerato en el grandioso movimiento de la Cultura clásica se ha debido al carácter no-alemán (undeutschen), podemos decir extranjero (ausländischen), cosmopolita (kosmopolitischen), de esos esfuerzos culturales, es decir: la creencia de que es posible quitarse de debajo de los pies la ‘Tierra de la Patria» (den heimischen Boden) y permanecer todavía erguido, en resumen, a la ilusión de poder saltar directamente, sin utilizar puentes, a ese alienado mundo helénico por el hecho de haber renegado del ‘Espíritu Alemán’, o en general del ‘Espíritu Nacional’ (deutschen, überhaupt des nationalen Geistes).» (BA, II, p. 211). Y la teutomanía regresa con fuerza: «la influencia más nefasta (al Espíritu Alemán) es la ejercida por la antigermánica Zivilisation francesa, antialemana en lo más profundo de su ser (im tiefsten Fundamente ungermanische Zivilisation der Franzosen).»
No se puede transplantar una forma extraña (cuyo fundamento fisiológico esta enraízado en una naturaleza románica) con lo verdaderamente alemán, ya que, nos recuerda de nuevo Nietzsche, «el vínculo que ciñe realmente a la naturaleza alemana más interior al Genio griego es algo bastante misterioso y difícil de captar.» A la degenerada Cultur derivada de la Ilustración francesa, cuyos hijos dilectos son liberalismo, socialismo, comunismo y anarquismo, Nietzsche la denomina con una bella matáfora reaccionaria: «el rio de la barbarie (Strome der Barbarie).» Al mismo tiempo Nietzsche tienen claro el componente de lo que llama la filosofía más seria: («serio» así como «alto» en Nietzsche es parte del carácter esencial del Germano) nada menos que la amalgama de «Kant y el Ejército alemán» (Gleichzeitig die ernsthafteste Philosophie: Kant und das deutsche Heer.) (Nachlass, 9, 31).
No es raro: muchos admiradores que se acercaban a conocerlo a Basilea quedaban impresionados por su aspecto exterior de militar prusiano, como lo relata su biógrafo Janz. Y ya hablamos de su profunda admiración en la época por Bismarck, sus apoyos militantes a los candidatos pro prusianos en las elecciones de 1866 o sus amistades íntimas con la familia del general von Möltke, artífice de la derrota de la pérfida, subversiva y socrática Francia.