El presidente de la Federación de Estudiantes del Pedagógico formula una dura crítica al modelo de educación existente e invalida al Congreso como espacio para la discusión de la reforma a la educación y al régimen laboral, por la complicidad existente entre política y negocios. Daniel Aránguiz Salinas (22), es presidente de la Federación de […]
El presidente de la Federación de Estudiantes del Pedagógico formula una dura crítica al modelo de educación existente e invalida al Congreso como espacio para la discusión de la reforma a la educación y al régimen laboral, por la complicidad existente entre política y negocios.
Daniel Aránguiz Salinas (22), es presidente de la Federación de Estudiantes del Pedagógico (FEP), creada hace cinco años, que agrupa a los estudiantes de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE). «No nos remitimos solamente a hablar de educación gratuita, también estamos dando una lucha para que la enseñanza deje de responder a los intereses de la clase dominante», dice Aránguiz.
¿Cuáles serían los elementos centrales de un nuevo modelo de educación?
«La actual educación aspira a formar maestros reproductores de contenidos, sobre la base de clases expositivas, para que los estudiantes se limiten a repetir lo que el profesor enseña. Nosotros buscamos, por el contrario, que la enseñanza pedagógica forme sujetos críticos, reflexivos y capaces de problematizar la realidad que están viviendo.
La actual universidad es parte del sistema educativo selectivo y por lo tanto, está reservada a unos pocos. No me refiero al debate acerca de si entramos o no a la universidad, sino a si puedo entrar a la universidad si poseo las condiciones intelectuales. Hoy existen varios filtros: la desigual calidad en la educación escolar, la PSU y el dinero. Recibimos una educación impuesta por nuestro origen de clase y no podemos elegir».
BUSCAN DISCIPLINARNOS
¿Qué pasa con la educación básica o preescolar?
«En el parvulario tenemos música, danza, juego libre. Los niños trabajan en círculo con la educadora y se les inculcan valores como la solidaridad y la amistad. En la básica, la música y otras artes se ven reducidas a dos horas a la semana, se coarta la creatividad y las relaciones que se generan para fortalecer lo colectivo y el compañerismo se ven limitadas. A los niños se les limita la libertad desde que ingresan a la escuela. Son sometidos a cargas como la prueba Simce, o se les impone aprender a leer a los seis años. Están obligados a escuchar al profesor dictando clase delante de ellos de manera vertical, ya no pueden formar un círculo en torno a él. Siempre nos dicen cómo deben ser las cosas y nos impiden analizar la realidad desde una perspectiva crítica y más creativa.
Los que pertenecemos a una clase social explotada estamos viviendo una educación que busca disciplinarnos para obedecer. La PSU exige saber lo mismo al alumno de un liceo municipal que a otro que asiste al Colegio Nido de Águilas,cuando evidentemente no recibimos la misma educación. Bajo este modelo, los instrumentos estandarizados de medición (Simce o PSU) siempre irán en nuestro perjuicio».
¿Los proyectos del gobierno asumen esta realidad?
«Una reforma educacional abre el debate. No obstante la discusión no debe quedar en la eliminación de las barreras existentes para la selección de alumnos. En 2011 el debate se centró en si los aranceles eran diferenciados o en si pagábamos todos lo mismo, y la solución fue educación gratuita. El desafío de hoy es pensar la educación desde la perspectiva de la sociedad que queremos. Necesitamos tensionar un modelo selectivo, que discrimina a los más pobres, y hacer que el nuevo sistema educacional nos permita cambiar la realidad en favor de los excluidos».
CAMBIOS ESTRUCTURALES
¿Es el Parlamento el lugar adecuado para esta discusión?
«El Congreso realiza sus debates entre cuatro paredes y con unos cuantos poderosos que deciden lo que supuestamente el pueblo necesita. Los parlamentarios son electos como parte de un ‘circo’, el que obtiene más votos es aquel que reparte más volantes o dona dinero para arreglar una plaza. Son las prácticas que hoy salen a luz con el escándalo del grupo Penta.
Necesitamos visualizar la política de otro modo, para impedir que esta actividad sea una esfera más de los negocios empresariales. Se requieren cambios estructurales en el sistema político, que vayan más allá de una mayor fiscalización o de restricciones para el financiamiento de las campañas electorales. En Chile debemos terminar simultáneamente con el negocio de la educación, de la salud, de la previsión y también de la política al servicio de intereses empresariales».
El gobierno envió el proyecto de reformas laborales. ¿Qué opina?
«La reforma laboral responde a la visión de este gobierno, que consiste en tomar de manera tramposa las demandas de cada uno de los grupos sociales que reclaman sus derechos. Este proyecto es un maquillaje para crear la ilusión de que los trabajadores tendrán mejores condiciones laborales. No me extraña esa propuesta, porque los que están tomando las decisiones son los mismos que explotan a diario a los trabajadores o están en complicidad con las grandes empresas.
Me pregunto, ¿por qué no se fortalece en este proyecto el derecho a huelga de los trabajadores de las empresas estratégicas? Un gran aliado de los estudiantes han sido en estos años los trabajadores de esas empresas estratégicas, que constituyen una fuerza capaz de paralizar el país».
REVOLUCIONARIOS DE HOY
¿Qué significa ser de Izquierda revolucionaria hoy?
«No aspiramos a ‘reformitas’, sino a que caiga el capitalismo. Aprendemos de los aciertos y errores del pasado y asumimos la realidad del sujeto revolucionario de hoy. Nos preparamos para desafíos mayores en un espacio que en unos años más puede ser complejo, y lo hacemos con nuevas prácticas políticas desde nuestras actividades diarias. La mía es la pedagogía básica y a través de ella haré mi práctica revolucionaria. Mi mirada de la escuela es opuesta a la tradicional, mis clases se impartirán de manera distinta y también estableceré de otra manera mis relaciones con los demás.
Somos parte de una Izquierda que no traiciona a los explotados y que asume integralmente el proyecto político de una nueva sociedad. Para avanzar requerimos de unidad con otros revolucionarios, para disputar la hegemonía al sistema imperante pero sin que exista una receta única para llegar a la revolución».
¿Cómo asume el tema de la violencia social?
«No puede haber una revolución pacífica. A nosotros nos violentan a diario cuando nos muestran comerciales que nos ofrecen un aparato de televisión de alta tecnología que no podemos comprar, cuando nos imponen un tipo de educación o cuando nos suben el valor del pasaje del Transantiago. No podemos cambiar esta realidad dialogando con un sistema que nos explota. Es necesaria la protesta y la acción directa».
¿No será que la mayoría son los indiferentes?
«Estamos en un sistema en el que prácticas cotidianas, como votar o comprar, están marcadas por intereses de clase. Desde nuestras familias tenemos que erradicar las prácticas alienadas y denunciarlas como funcionales a la explotación de los trabajadores.
La unidad es necesaria porque desde pequeñas organizaciones no podemos tensionar al sistema. Podemos opinar, hacer declaraciones, pero por sobre todo debemos actuar, y para eso necesitamos un bloque revolucionario. Para participar de esa unidad, debemos asumirnos como anticapitalistas y para ello necesitamos espacios de encuentro para dar discusiones políticas y generar una real unidad. También somos antipatriarcales y concebimos a nuestras compañeras a nuestro lado en la lucha».
La Izquierda radical tiene fuerza en la universidad, pero disminuye fuera del espacio estudiantil…
«Hoy me asumo como estudiante y mañana seré un trabajador. Este paso no significa dejar de lado mis principios. Hoy es la FEP y mañana será el trabajo sindical. Evidentemente ello conduce a asumir nuevos desafíos. Hay maestros que toman el camino del Colegio de Profesores, pero también es legítimo preguntarse si es el único camino posible para la acción sindical.
Concibo el trabajo de profesor como un rol político y eso significa que hoy estoy en la federación de estudiantes y mañana estaré en el sindicato, porque ese es el espacio de continuidad para las necesidades que tenemos como pueblo, ya sea en el debate sobre la carrera docente, sobre la pertinencia de la PSU o para eliminar la prueba Simce. Necesitamos tensionar el sistema educativo y también el modelo político, social y económico».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 823, 6 de marzo, 2015