El economista Marcel Claude Reyes (55) busca con su candidatura presidencial representar a los movimientos sociales que han emergido a partir de la crisis política evidenciada por las movilizaciones de estudiantes, trabajadores, regionalistas, indígenas y ambientalistas. Su agenda está repleta de reuniones con dirigentes y organizaciones sociales, a través de las que busca nutrir una […]
El economista Marcel Claude Reyes (55) busca con su candidatura presidencial representar a los movimientos sociales que han emergido a partir de la crisis política evidenciada por las movilizaciones de estudiantes, trabajadores, regionalistas, indígenas y ambientalistas. Su agenda está repleta de reuniones con dirigentes y organizaciones sociales, a través de las que busca nutrir una propuesta programática que recoja la voz de las comunidades de base. Aunque su postulación ha sido motejada de «testimonial» o «de tercera división», tiene asegurada su presencia en la papeleta de noviembre, gracias al apoyo del Partido Humanista. A ese respaldo se agregan el partido en formación Izquierda Unida y otros colectivos.
«Las otras candidaturas -de la derecha, la Concertación, el PRO o independientes- son parte de una lógica de mercado que ha operado a partir de la dictadura militar. Las ideas se promueven como cualquier producto que intenta conquistar el mercado de la política. Lo mismo vale elegir un candidato que escoger una corbata. Nosotros, por el contrario, intentamos reponer las antiguas formas de hacer política, cuando las propuestas presidenciales se organizaban sobre la base de un proyecto, una reflexión y de grupos humanos interesados en participar activamente en ese proyecto colectivo», dijo Marcel Claude a Punto Final.
En la línea de construir una democracia participativa, Claude se suma a quienes proponen una Asamblea Constituyente que dé origen a una nueva institucionalidad. «La Constitución es muy difícil de modificar, porque exige mayorías muy elevadas para reformarla; pero cuando el pueblo se suma a un camino constituyente, el proceso de reforma adquiere gran potencia. La soberanía popular es la base del poder constituyente y si el 80% de los chilenos y chilenas dice que quiere una nueva Constitución, ¿podrá negarse el Parlamento a reconocer una fuerza de esa magnitud?».
Marcel Claude cree que «si esta corriente democratizadora no fuera poderosa, Michelle Bachelet no habría planteado el cambio de la Constitución como una posibilidad cierta y El Mercurio no estaría editorializando sobre el tema. Pablo Longueira, al momento de proclamarse candidato, criticó también a ‘esos que andan hablando de Asamblea Constituyente’. Es decir, hay preocupación creciente entre los que ejercen poder, porque se consolida en la base la idea de una Constituyente».
NACIONALIZAR EL COBRE
Con estilo apasionado, Marcel Claude plantea una profunda reforma tributaria destinada a terminar con la evasión de impuestos de los grandes empresarios, permitiendo al Fisco disponer de los recursos necesarios para impulsar políticas públicas en beneficio de las mayorías postergadas. Considera indispensable una nueva Ley de Impuesto a la Renta que eleve las tasas tributarias para las grandes empresas y suprima todos los mecanismos utilizados por éstas para evadir impuestos por la vía de incrementar artificialmente sus gastos, fingir inversiones inexistentes o postergar de manera indefinida el pago de tributos mediante el incremento del Fondo Unico Tributario (FUT), que mantiene empozados alrededor de 10 mil millones de dólares en impuestos declarados por las empresas, que no se pagan efectivamente.
Igual como lo hizo Salvador Allende hace 40 años, Marcel Claude propone nacionalizar el cobre, cuya explotación está en manos de empresas privadas transnacionales, pagando a éstas sólo las inversiones que realizaron en activos físicos. Apuesta además a formular una política para el cobre que, entre otras medidas, debiera disminuir la producción del metal rojo nacionalizado, con el objeto de mantener altos sus precios en el mercado. Claude dice que así se protegen en el largo plazo los ingresos provenientes de este recurso minero propiedad de todos los chilenos.
BICICLETA Y FERROCARRIL
Se muestra partidario de preservar el agua como un recurso estratégico y de diversificar la matriz energética, incentivando el uso de fuentes renovables, limpias y no contaminantes. También propone estimular con políticas públicas el uso masivo de la bicicleta como medio de transporte urbano, y plantea establecer precios diferenciados para los derivados del petróleo de uso doméstico e industrial, gravando con tasas más elevadas a las empresas. Se muestra, además, disponible para estudiar la factibilidad de revitalizar el ferrocarril como medio de transporte para unir el territorio.
Manifiesta un profundo compromiso con la desconcentración y la descentralización del país, a través de la transferencia real de poder político y económico a gobiernos regionales autónomos y electos por el pueblo. Reconoce que estos objetivos sólo podrán lograrse mediante una nueva Constitución, aprobada por una Asamblea Constituyente, que debe estar compuesta al menos en un 60% por representantes de las regiones.
Es partidario de consagrar constitucionalmente el carácter plurinacional y multiétnico del Estado, pero dice que antes de plantear cualquier iniciativa programática sobre los pueblos originarios es indispensable escuchar los planteamientos de los pueblos indígenas, porque está convencido de que nunca hasta ahora las ideas de mapuches, aymaras, rapanui o diaguitas han sido consideradas por los gobiernos.
Afirma que los trabajadores y trabajadoras tendrán protagonismo si él llega a La Moneda, para concluir así cuatro décadas de deliberada invisibilización del mundo laboral por parte de quienes ejercen el poder político y económico, pese a que el trabajo es el principal factor productivo en toda sociedad humana. Además de comprometerse a elevar los salarios de los que menos ganan, propone fortalecer las organizaciones sindicales, el derecho a huelga y la negociación colectiva por rama de producción, suprimiendo los mecanismos que utilizan las empresas para disminuir la influencia sindical de los trabajadores mediante el uso de distintas razones sociales, en lo que se conoce popularmente como el «multiRut».
Marcel Claude dice que las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) recaudan aproximadamente cuatro billones de pesos anuales y gastan en pensiones sólo dos billones, de los cuales la mitad los pone el Estado como subsidio. Piensa que con un sistema estatal solidario o de reparto, que sustituya a las AFP, se podrían incrementar las pensiones en cien mil pesos mensuales y todavía el sistema seguiría entregando excedentes.
SUSTENTO POLITICO
DEL PROYECTO
¿Cuál es la base política de su alternativa?
«Intentamos construir una propuesta recogiendo visiones estudiantiles, sindicales, de dirigentes sociales y ecologistas, para plasmarlas en un programa que convoque a las mayorías a que se hagan parte de este proyecto. No estamos simplemente para decirles que voten por un conjunto de propuestas; los invitamos a construir un gran frente, como fue el Frente Popular en 1938, en el que nuevas organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles o mapuches rompan con el viejo sistema y desafíen la hegemonía política de los partidos tradicionales de la Alianza y la Concertación. Se trata de constituir un poder eficaz, que vaya más allá de un grupo de personas que pide el voto e invitar a electores y electoras a constituirse en actores políticos protagónicos».
Allende en 1970 fue apoyado por la CUT y la Fech. ¿Qué está haciendo para lograr estos apoyos?
«Hoy es más difícil repetir lo que se hizo antes, porque entonces había gran sintonía entre los actores sociales populares y la política. Producto de la instrumentalización que los partidos hicieron del apoyo que tuvieron antes, las personas y organizaciones se han vuelto desconfiadas y evitan el compromiso político. A pesar de esta realidad, ya son muchos los dirigentes sindicales, estudiantiles, de pobladores o de organizaciones ciudadanas que comparten nuestro proyecto y adhieren a nuestra propuesta».
Dicen que usted hace planteamientos radicales porque sabe que no va a gobernar.
«Queremos cambiar Chile, reemplazando el actual nicho de negocios en el que el país se ha convertido por una sociedad de derechos. Ello supone la aprobación de una nueva Constitución por el voto directo de la gente, obreros, académicos, estudiantes, pobladores, representantes de los pueblos indígenas o dueñas de casa. Sin esta premisa participativa, no podremos recuperar el cobre, instalar educación pública gratuita, hacer una reforma tributaria, reconstruir un sistema de salud digno y terminar con las AFP.
No basta con que los electores voten por esta candidatura. También deben estar dispuestos a movilizarse, articularse y ejercer presión sobre las instituciones del Estado para que las transformaciones se hagan. Si gano y no logramos un Congreso Nacional que esté dispuesto a enfrentar los desafíos que vienen, estoy disponible para marchar con el pueblo de Chile en favor de los cambios que estamos proponiendo. Yo seré un presidente en campaña.
Si el pueblo no se moviliza ni expresa ahora claramente su voluntad política, es difícil que podamos hacer los cambios. En ese sentido la experiencia del presidente Rafael Correa en Ecuador es importante. Sale de la nada y se mantiene siete meses con un 2% en las encuestas; cuando ya su propuesta es conocida ampliamente, empieza a subir y gana las elecciones. Sobre la base del apoyo de un pueblo movilizado, Correa fue capaz de instaurar una nueva Constitución. Si se hizo en Ecuador, ¿por qué no se puede hacer en Chile?
Nosotros insistimos en cambiar la lógica de la política. No estamos vendiendo gaseosas, chicles o automóviles. Estamos planteando la urgente necesidad de que las personas se constituyan en actores políticos para hacer estos cambios y uno de los pasos para lograrlo es entrar en La Moneda, para desde allí movilizar las energías humanas para concretar las transformaciones. Aunque ganemos, si el pueblo chileno vota y luego se va a su casa y nos deja solos, nos veremos obligados a abandonar nuestro proyecto. Aquí no se trata solo de elegir un presidente, también hay que iniciar un camino de movilización para transformar las instituciones. Lograr nuestros objetivos requiere de una nueva manera de entender el poder, que es muy lejana a la práctica de cortar cintas o hacer discursos inaugurales ante obras de infraestructura. Se trata de responder a los sentimientos de un pueblo que quiere transformar el país».
ALIANZAS SOBRE PRINCIPIOS COMUNES
¿Habrá una lista parlamentaria?
«Es difícil que podamos ganar el Congreso con el sistema binominal, pero una lista parlamentaria nos permite visibilizar nuevos liderazgos locales o regionales, ofrecer espacio en la política a dirigentes sociales y tener activos equipos de campaña a lo largo y ancho del país. Si conseguimos elegir algunos parlamentarios, sería un avance en nuestros objetivos».
¿Han explorado la posibilidad de construir con el Partido Progresista (PRO), u otros, una lista común de candidatos?
«Ser alternativa al duopolio Concertación-derecha no es suficiente argumento para constituir una lista parlamentaria común. No basta con estar en el mismo corral, también hay que ser de la misma especie. Si yo soy un caballo y el otro es un elefante, es poco lo que tenemos en común. Para nosotros terminar con las AFP es fundamental y entendemos que el problema previsional no se resuelve solamente con una AFP estatal. Tampoco se puede solucionar el problema mapuche construyendo un aeropuerto en La Araucanía, como afirma Parisi.
Aunque la matriz ideológica de Enríquez-Ominami sea más próxima a la nuestra que la de Parisi, él no busca terminar con las AFP ni recuperar el cobre. El proyecto de Enríquez-Ominami es un intermedio entre los intereses de la oligarquía financiera y las propuestas de los estudiantes. Desde donde nosotros nos planteamos, es fundamental el compromiso con un proyecto de transformaciones y una práctica coherente con este compromiso. El relato del capital o de las multinacionales no es nuestro relato, ni estamos dispuestos a hacer una negociación de nuestras ideas a cambio de votos.
Para nosotros es fundamental compartir puntos programáticos. No creemos que la educación tenga que ser pagada o que el cobre deba seguir en manos de las multinacionales. Por eso, con Parisi y con Enríquez-Ominami no hay posibilidad de acuerdo».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 781, 17 de mayo, 2013