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A 50 años del golpe de Estado

«No hay atajos para alcanzar nuestros anhelos, la única solución es la revolución»

Fuentes: Rebelión

Lo que vino posteriormente al golpe cívico militar fue tortura, persecución y muerte. Vidas de nuestro pueblo desaparecidas y silenciadas. Esto debemos recordarlo, mantenerlo en nuestra memoria, y sobre todo no olvidar la bestialidad de las y los poderosos, por ende, no debemos confiar en sus pactos de dominación, sean por la vía autoritaria o por la vía democrática. La historia nos enseña que el poder popular se construye con independencia de clase, se construye desde la dualidad y no en cooperación con quienes nos oprimen.

A 50 años del golpe, las organizaciones que nos articulamos en el Polo Clasista decimos:

La Unidad Popular UP, es el fruto de décadas de protagonismo popular que se toma la agenda con lucha y organización. Reivindicamos y destacamos el avance en la conciencia e instrumentos desarrollados por la clase trabajadora y el pueblo durante ese período: organización popular que comienza a parir sueños y un horizonte para las y los trabajadores. Durante la UP la acumulación de fuerza social de años anteriores comienza a constituirse en embriones de poder popular, poder paralelo, por fuera de los espacios institucionales y que, comienzan a desbordar la representatividad democrático-burguesa. Las masas comienzan a hacer su propia historia; los cordones industriales, los comandos comunales, las redes de abastecimiento directo, las corridas de cerco y tomas de terreno comienzan a cuestionar el burocratismo de la CUT y otras estructuras organizativas que comienzan a actuar como contenedor del potencial popular.

Desde el Polo Clasista, son esas expresiones organizativas que reivindicamos. Un pueblo que no sólo toma conciencia, sino también comienza a cuestionarse el problema del poder y la necesaria revolución conducida por la clase trabajadora. El gobierno de la Unidad Popular aparece como una alternativa institucional ante el avance de la lucha popular, ante la agudización de las contradicciones entre la clase dueña del poder y la riqueza, y la clase trabajadora y su aliado histórico, el campesinado.

El conjunto del pueblo confió en el programa de la UP, un programa que en sus enunciados situaba a las y los trabajadores en el centro, sin embargo, tuvo sus propias limitaciones, principalmente por confiar en la democracia burguesa como vía para transformar la sociedad. Frente al dilema de reforma o revolución, prevaleció en el proyecto de la UP, el ideario de la reforma. Así la vía chilena al socialismo no conducía al socialismo, sino a la inevitable salida reaccionaria. Si bien las fuerzas populares eran gigantes, al imponerse la vía reformista, se dificultaron las posibilidades de construir las capacidades de pasar a la ofensiva. Por su parte las organizaciones revolucionarias de la época no lograron la maduración suficiente como para superar la estrategia del reformismo.

La historia nos deja de aprendizaje que tarde o temprano, la burguesía dará un golpe de timón y no estará dispuesta a ceder sus privilegios, y, por tanto, los antagonismos de clase terminan disolviéndose por la vía violenta, situación que pudieron vislumbrar los cordones industriales en su carta enviada a Salvador Allende el 5 de septiembre de 1973. El golpe de Estado de 1973 expresa la salida reaccionaria de la burguesía a la crisis para ajustarse al mandato imperialista de imponer un nuevo modelo capitalista, de tipo financiero y monopolista. El más brutal que se conoce, explotador, depredador, represor, dependiente, destinado a la apropiación de nuestros recursos naturales.

Lo que vino posteriormente al golpe cívico militar fue tortura, persecución y muerte. Vidas de nuestro pueblo desaparecidas y silenciadas. Esto debemos recordarlo, mantenerlo en nuestra memoria, y sobre todo no olvidar la bestialidad de las y los poderosos, por ende, no debemos confiar en sus pactos de dominación, sean por la vía autoritaria o por la vía democrática. La historia nos enseña que el poder popular se construye con independencia de clase, se construye desde la dualidad y no en cooperación con quienes nos oprimen.

Reivindicamos la heroica lucha de cientos de combatientes; hombres y mujeres que decidieron desafiar frontalmente a la dictadura, que creyeron en las capacidades de su clase para derribar al tirano. Asimismo, reconocemos una vez más el protagonismo popular de las protestas en las poblaciones durante los años 80 ́. Nuestro mejor homenaje para las y los compañeros caídos es reivindicarlos como militantes, luchadores y revolucionarios. Debemos construir las herramientas para que sea posible triunfar, no hay justicia ni para nuestros muertos ni sus familias en tanto no haya justicia ejercida por la fuerza que da y dará la organización popular. Habrá justicia cuando nuestras hijas e hijos crezcan sin explotación.

Se instauró la salida pactada a la democracia y la alegría de las y los poderosos se instaló en nuestro país trayendo deudas, narcotráfico, individualismo, más explotación y precarización. Las y los civiles que dirigían la dictadura salieron del closet para volver a ocupar sus puestos en la democracia y la cacería hacia las y los revolucionarios se desató. La democracia llenó sus cárceles con nuestras compañeras y compañeros y algunos de ellos todavía continúan prisioneros. Por todo lo anterior, no podemos dejar de ver este proceso sin vincularlo al presente.

Si bien fue un golpe duro para la lucha por los intereses históricos de la clase trabajadora y el pueblo, la Dictadura cívico militar y su posterior democracia burguesa no logró una derrota final.

A 50 años, vemos un campo popular volviendo a rearticularse. Desde los años 2000 las luchas comienzan a emerger nuevamente, hemos sido parte de la multiplicidad de luchas. Las y los trabajadores nuevamente comienzan a luchar, contra el subcontrato y las AFP; las y los estudiantes irrumpen contra la educación de mercado, las mujeres exigen derechos y el fin a la violencia patriarcal, los territorios se levantan contra el saqueo y la contaminación, las y los pobladores luchan por la vivienda y el pueblo hermano mapuche lucha por tierra y autonomía. Todas estas luchas que fueron dispersas encuentran un momento común con arrasadora protesta que subvierte la armonía e imagen de país modelo a través de la revuelta de octubre del 2019.

En el punto clímax del actual ciclo de lucha, una vez más la burguesía nos impone una salida institucional al conflicto. El pacto patronal cuyo objetivo es relegitimar su orden se toma la agenda, ocupando inicialmente la vía democrática por medio del proceso constituyente y el circo electoral, pero como la otra cara de la misma moneda, avanza el Estado contrainsurgente y las leyes represivas como la antitoma, aula segura, el fortalecimiento de carabineros y servicios de inteligencia. Una vez más confirmamos que de la institucionalidad burguesa nada podemos esperar, que el pueblo avanza luchando con organización, autonomía, solidaridad y lucha.

Los desafíos siguen siendo los mismos, pero son urgentes. Debemos volcarnos a seguir construyendo organización popular para acumular fuerza social revolucionaria. Debemos articular el campo popular a través de una alternativa revolucionaria para alcanzar el socialismo, que no es más ni menos que acabar con la propiedad privada, la explotación y opresión. Unidos contra el capitalismo.

Construyendo el poder del pueblo

POLO CLASISTA