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Entrevista a Pacho Galán, comandante del ELN (Ejército de Liberación Nacional) de Colombia:

«No hay enemigo malo o bueno para hablar o pelear»

Fuentes: Pueblos

Pacho Galán es comandante de ELN, organización que actualmente mantiene conversaciones con el gobierno colombiano. Una iniciativa muy criticada, por la vulneración de los Derechos Humanos y la especial represión que el presidente Uribe ejerce en estos momentos sobre la población. En la Casa de Paz de Medellín, Galán habla en exclusiva para Pueblos de […]

Pacho Galán es comandante de ELN, organización que actualmente mantiene conversaciones con el gobierno colombiano. Una iniciativa muy criticada, por la vulneración de los Derechos Humanos y la especial represión que el presidente Uribe ejerce en estos momentos sobre la población. En la Casa de Paz de Medellín, Galán habla en exclusiva para Pueblos de las razones del diálogo y de los objetivos que se persiguen con él.

¿Cómo llegaste al ELN?

Pacho Galán: Los primeros contactos los tuve en los años 70. Estaba trabajando en un colegio, impartiendo clases de ciencias sociales y religión, y conocí la organización través de un cura español. Por entonces se convocó una reunión de profesores de religión y este sacerdote nos aseguró que dios padre tenía un plan para nosotros y ese plan era el ELN. Además, cuando estudiaba en el seminario, comenzaba a hablarse de la teología de la liberación y muchos nos convertimos en estudiosos de ella. También recuerdo que se empezó a acuñar un nuevo término, el de «teología de la guerra».

¿Cómo es la vida del guerrillero en la montaña? Quizá en Europa se mitifique más de la cuenta.

Yo aprendí de Nicolás Rodríguez Bautista, «Gabino», que es el guerrillero que más he admirado, que el campamento es la extensión de la casa campesina. De hecho, nuestros campamentos están siempre llenos de gente yendo y viniendo, comiendo, trasportando animales, visitando a familiares. No tienen la estructura prusiana de los ejércitos; la estructura es vertical cuando se trata de ir al operativo, en el caso de que exista confrontación directa, pero el resto del tiempo es totalmente horizontal. Los campamentos funcionan como una organización política, en la que lo militar tiene que ver con la seguridad de cara al exterior y no con la vida interna en los mismos. Por ejemplo, entre las actividades que se desarrollan está acudir a la escuela a estudiar los temas programados por la Comandancia central.

¿Qué piensa uno cuando empuña un arma frente al enemigo y ve como caen los muertos y los heridos a su lado?

En el momento en el que uno es atacado o está defendiéndose no racionaliza esta situación como lo haría en frío o después de años dedicados a la lucha. Inicialmente, para nosotros el enemigo era el burgués más cercano. Pero esta idea se fue transformando de la misma forma que lo fue haciendo la confrontación. Hace años nos era fácil atacar los puestos de policía en las poblaciones, pero tras una profunda reflexión sobre los objetivos y los logros de este tipo de acciones, la manera de pelear se ha ido modificando. De todas maneras, si en un momento determinado y a pesar de estar en un proceso de reflexión política como el actual, uno es atacado, se tiene que defender independientemente de quien sea el enemigo; se trata de la vida o la muerte.

También creo que la guerra sigue siendo una opción extrema, pero imposible de negar en situaciones especialmente difíciles. La población adopta formas violentas frente a la violencia del capitalismo. Nosotros estamos buscando una alternativa de paz, pero sin perder de vista que procesos como el de Bolivia o las movilizaciones masivas desarrolladas en Ecuador, por poner dos ejemplos, resultan sumamente complicados en Colombia, donde los sindicalistas son directamente aniquilados.

¿Por qué el ELN habla en este momento con el gobierno colombiano?

Desde 1991, el ELN ha mantenido su estrategia de construcción de paz y hemos hablado con todos los gobiernos. Cada diálogo, completa y mejora esta estrategia, aunque no la termina. Por tanto, las conversaciones con Uribe obedecen a eso. Este diálogo comenzó antes de que el propio Uribe se posicionara; la Comandancia Central mantuvo algunas reuniones con el alto comisionado del gobierno que luego se suspendieron porque se planteó el diálogo con los paramilitares y no queríamos que ambos procesos aparecieran en paralelo; también porque el ELN quería observar primero como se desenvolvía el ejecutivo, y éste realizó un llamamiento de guerra, desarrollando iniciativas contra las insurgencias. Además se impusieron tantas condiciones que no pudimos llegar a una acuerdo.

¿Y bajo qué condiciones se dan las actuales conversaciones?

Éste es el tercer diálogo que establecemos. El ELN, tras consultar con su militancia, tomó la decisión de iniciar el mismo bajo varias premisas: 1) que no existieran condiciones políticas ni militares; 2) que las conversaciones tuvieran carácter formal; 3) que se abriera antes un periodo exploratorio; 4) y que hubiera participación de la sociedad. Finalmente, confluimos en una reunión con una propuesta que a su vez tenía varios puntos. Entre ellos, una primera fase de diálogo con la sociedad para preparar las conversaciones con el gobierno; la constitución de la Casa de Paz como espacio de encuentro del ELN con la sociedad, un lugar de discusión que actuara como reemplazo de las zonas de disensión. La Casa debería tener garantía internacional y permitir el diálogo con el exterior. Además, habría que establecer una primera agenda de trabajo. Todos estos puntos fueron aceptados.

Sin embargo la política represiva de Álvaro Uribe está siendo muy dura.

Uribe es el ejecutor de turno. La cabeza de este desastre nacional es una clase política empotrada en el poder y dirigida por la política norteamericana. Nosotros no escogemos el enemigo para hablar; el enemigo es, independientemente de ello, independientemente de las circunstancias en las que se dialogue. Y se habla con los enemigos como se pelea con ellos; no hay que buscar un enemigo bueno o malo para hablar o pelear.

De todas formas, el diálogo parece un proceso complicado, repleto de obstáculos.

De hecho, a la vez que se creaba una agenda para las conversaciones, la Comandancia Central del ELN elaboró un documento que señalaba los obstáculos para la salida política al conflicto que vive Colombia.

El primero es la negación de las causas del mismo, un aspecto que históricamente no ha permitido su resolución. Nosotros no pensamos que pueda resolverse si no media una agenda social. Otro problema es que los gobiernos colombianos se oponen sistemáticamente a la participación de la gente en la solución del conflicto; por ejemplo, se persiguen iniciativas en las que la sociedad y las administraciones locales tratan de llegar acuerdos. Por otro lado, el gobierno habla de una violencia criminal, de una banda de terroristas, de narcotraficantes, de bandoleros, pasando por alto el problema social, político y armado en que está sumido el país. Igualmente niegan la crisis humanitaria. Tocan lo que tiene que ver con el tema militar pero desconocen que posea otras componentes como los desplazados, los detenidos y prisioneros, o la apropiación de la tierra por parte de los paramilitares. Quieren que dialoguemos sobre las armas sin tratar causas estructurales, pero el ELN no está dispuesto a referirse al asunto miliar sin hablar del humanitario. Finalmente, otro obstáculo son las conversaciones que se desarrollan con los paramilitares; creemos que se está reciclando el conflicto y aplazando la solución porque el problema paramilitar no ha sido abordado en sus causas; la primera de ellas, los documentos de Santa Fe, donde se dibuja su estrategia.

¿Es ése el origen del paramilitarismo en Colombia?

Es en ese documento donde aparece la doctrina norteamericana, la idea de que la guerra sucia la hacen los civiles. Además están las reacciones de algunos campesinos en contra de los desmanes de la guerrilla. En los años 80, también se intentó construir una autodefensa campesina, no exactamente paramilitar, frente a los abusos de los terratenientes y las empresas multinacionales que comenzaban a explotar el crudo. Una tercera causa habría que buscarla en el narcotráfico. Éste necesita de una estructura militar muy extensa y diversa para proteger los cultivos de coca, el transporte de la materia prima, la traída de los dólares… Luego hay que tener en cuenta las peleas entre los capos que han llevado a que cada uno constituyera su propio ejército.

Se ha comentado mucho sobre la posible relación entre la guerrilla y el narcotráfico.

El ELN es la negación de esa afirmación; nunca se ha comprometido con ninguna cadena productiva de narcotráfico. Hace muchos años ya detectamos que se iba a convertir en un conflicto grave para el país. Esta reflexión nos llevó a pensar en lo que podría dañar internamente al movimiento, a sus miembros, y la corrupción que generaría. Hoy, hasta la embajadora de EEUU ha expresado la desvinculación entre ELN y el narcotráfico. El problema del narcotráfico no lo puede resolver sólo Colombia, pero tampoco las extradiciones, las fumigaciones o la vía militar. No son salidas políticas ni tienen justificación ética. Se trata de un tema que nos interesa mucho y vamos a iniciar en la Casa de Paz unos talleres sobre paz y narcotráfico. Queremos tratar el fenómeno, acercarnos a él y a la crisis económica que vive Colombia y en la que el narcotráfico va seguir siendo una opción de mucha gente frente al taponamiento a que otros sectores económicos consigan emerger.

De hecho, los campesinos comentan que ante la pobreza y falta de salidas, el único ingreso que pueden tener llega a través de la coca.

Sí, los campesinos hacen esa reflexión; a la posibilidad de resolver sus problemas económicos no le ponen mucho moralismo ni están predeterminados por los juicios que crea al sistema. Además, frente al excesivo centralismo, pareciera que sólo existe el escape por el lado de la droga.

Volviendo al proceso de paz, existe una contradicción llamativa. El gobierno dice que no hay conflicto, sólo terroristas, pero al negociar con vosotros reconoce lo contrario.

Jamás lo van a reconocer de forma explícita. No es un problema de Colombia, en Palestina, por ejemplo, pasa algo similar. Se trata de negociar procesos de solución política y no de pacificación. Este tema no lo hemos abordado en la mesa de diálogo, pero tendremos que discutirlo pronto. Por otro lado y de cara al exterior, la lista de organizaciones terroristas internacionales que avaló los países de la UE empieza a estar deslegitimada. De hecho Noruega ha retirado su aval a esa lista. Efectivamente, es una incoherencia que se nos llame terroristas y a la vez se dialogue con nosotros.

¿Cómo están a día de hoy las conversaciones? ¿Cómo fue el encuentro en La Habana? ¿Sois optimistas?

Creo que hay muchas cosas que avanzan. Este proceso no tiene sólo una mesa, ocupa otros escenarios que forman parte de la estructura global del proceso. Mantenemos una relación permanente con la sociedad y hemos abierto mejor relación con países como España, Suiza y Noruega, iniciado conversaciones con Holanda y Canadá, y Cuba y Venezuela nos apoyan.

Cuando acudimos a La Habana la primera vez ya teníamos previsto cubrir varios escenarios: la mesa con el gobierno, los medios de comunicación, porque queríamos que el país conociera nuestro mensaje, un espacio de diálogo con la sociedad y otro, de diálogo internacional. Está claro que no se trata de conversaciones bilaterales con el gobierno; deseamos mantener todas esas vías abiertas además de una de carácter interno que tiene que ver con nuestra propia fuerza. Incluso hay otras posibilidades de diálogo para 2007.

Tras los primeros encuentros con el gobierno, establecimos una agenda de contenidos y un procedimiento. Discutimos que fuera una agenda no muy larga pero que estuviera de acuerdo con las esperanzas del país. También hablamos de problemas como las órdenes de captura contra la Comandancia del ELN, un tema que era necesario resolver antes que la agenda y el diseño de procedimientos porque tenía que ver con la vida de nuestra delegación. Finalmente, conseguimos que se retiraran estas órdenes de captura, pero cuando discutimos este tema siempre hablamos de situaciones concretas, no de garantías ni de estatus políticos que hubieran dilatado mucho el asunto.

¿Existe el temor de que en el próximo encuentro se puedan romper las conversaciones?

No, no creo que se puedan romper antes de las elecciones. Sabemos y sabíamos que íbamos a trabajar en medio de ellas, siempre hemos sido bien conscientes de eso. Las fechas las colocamos nosotros, escogimos hacerlo así, en caliente. Necesitamos candidatos que ofrezcan una opción diferente a la guerra que ha planteado Uribe. No queríamos que durante la campaña electoral el espacio de la paz quedara vacío.

Pero el ELN hasta ahora siempre ha llamado a la abstención en los comicios.

Como organización no tenemos un candidato, pero sí una concepción de democracia, gobierno y Estado, y estamos a favor de quien los encarne. Intentamos que el pueblo ocupe espacios de gobernabilidad. Es posible que la gente se organice, llegue al poder en los municipios, que tome conciencia de la necesidad de acceder a espacios de elección popular, pero hablamos de la gente, no del ELN.

Recientemente nos hemos reunido con la Junta de Acción Comunal y con comunidades indígenas y nos decían que hasta ahora se sentían militantes vergonzantes de su causa, les daba miedo la posibilidad de disputar políticamente los escenarios de la democracia, acostumbrados a que el poder lo manejaran los de arriba. Lo indígenas hablan de que el pueblo de Colombia no es que esté dividido, sino «no unido», que son cosas distintas porque algo que se divide es algo que antes estuvo unido y Colombia nunca lo ha estado. Yo estoy esperanzado con este tipo de reflexiones. Antes, las elecciones nos servían para ver los porcentajes de abstención o buscar la urna para ir a quemarla; no nos habíamos planteado la posibilidad de que el pueblo pudiera manejar su porción de poder.

Hay algunos analistas que dicen que el ELN necesitaba entablar conversaciones con el gobierno debido a su debilidad.

Cada vez que hemos querido dialogar, el enemigo ha calculado cuál era la correlación de fuerzas para ver hasta dónde era posible negociar; siempre argumentan que estamos débiles, derrotados y divididos, y van con muy poquito a la mesa. Nosotros podríamos utilizar la misma lógica, realizando acciones militares que nos permitieran tener una mejor correlación de fuerzas con la que acudir a las negociaciones. Pero entonces la otra parte diría que no queremos la paz y así nos moriríamos en una discusión sobre la correlación de fuerzas.

¿Pueden avanzar las conversaciones con el gobierno sin la participación de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia)?

No. La estrategia del ELN no es del ELN, sino global e incluye todos los factores de violencia y todas las posibles soluciones. Estamos en un proceso de partida. Pero en el proceso de paz no interviene sólo el ELN. Necesitamos la participación de otros. Las FARC, la sociedad…

Sin embargo, parece que las FARC están lejos de esto.

Sí, se trata de una visión diferente, como también lo es la de los paramilitares. Son retos importantes. Cualquier solución para resolver la violencia y la injusticia social sólo es posible con la participación del pueblo. Pienso que este proceso nos tiene que posibilitar la construcción de alianzas que a su vez permitan la construcción de la paz.

De otros procesos de paz como los de Guatemala y El Salvador ha quedado un regusto amargo. ¿Puede el de Colombia convertirse en algo similar?

Este proceso no se va a parecer en nada a los de Centroamérica. Nosotros no vamos a pedir ocupar puestos políticos o administrativos; no necesitamos reinsertarnos. En la medida que el país se transforme, nosotros también nos transformaremos. Estamos prevenidos frente a los procesos que mencionas y queremos y tenemos que construir otra cosa. No se trata de la desmovilización y el desarme porque en Colombia o existe transformación, o no hay nada.

Luis Nieto Pereira es coordinador de Pueblos. Esta entrevista ha sido publicada en el nº 21 de la edición impresa de Pueblos, junio de 2006, pp. 24-26.