El pueblo mapuche exige cinco millones de hectáreas que le han pertenecido desde siempre. Hoy buscan autonomía y que se les reconozca como un pueblo-nación dentro del Estado chileno. Todos los gobiernos desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet han hecho oídos sordos a más de un millón de mapuches y han vendido […]
El pueblo mapuche exige cinco millones de hectáreas que le han pertenecido desde siempre. Hoy buscan autonomía y que se les reconozca como un pueblo-nación dentro del Estado chileno. Todos los gobiernos desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet han hecho oídos sordos a más de un millón de mapuches y han vendido por años sus terrenos a empresas privadas. La visita a Madrid de Nilsa Raín, líder indígena, coincidió estos días con la del presidente chileno. Asegura que Sebastián Piñera vino a España para calmar a los inversores y negar cualquier conflicto con este grupo indígena.
El Gobierno de Piñera es el quinto desde Pinochet, ¿Ha habido algún avance en las exigencias mapuches?
El Estado chileno ha tenido siempre como objetivo crear leyes que signifiquen dividir nuestros territorios para sacar provecho económico. Luego de la dictadura llega La Concertación (conformada por partidos de izquierdas) y se compromete a cambiar la Ley Indígena, que reconoce al pueblo mapuche, respeta su lengua, sus costumbres, pero todo fue letra muerta. Los líderes políticos se hicieron socios de empresas y se dio inicio a proyectos hidroeléctricos en nuestro territorio. Con el presidente Ricardo Lagos, por ejemplo, se concesionan a empresas españolas carreteras que pasan por nuestros cementerios y otros lugares sagrados.
¿Hubo algún tipo de consulta entonces?
No, en absoluto. En ese tiempo no existía un convenio que obligaba a consultas, se seguía la negociación personal.
¿En qué consiste esto?
La empresa visita a la familia y ofrece 500.000 pesos (unos 600 euros de ahora). Esta gente firma documentos de venta de tierras sin ser conscientes del impacto que va a tener esa venta en su vida personal, familiar y comunitaria. Así hemos perdido tierras por años.
¿Con el Gobiernode derechas cree que habrá algún cambio?
Piñera pertenece a la oligarquía, al grupo que controla el país, los dueños de los medios más importantes. Ellos generan un mundo que es el que transmiten hacia afuera. En Chile decimos que los gobiernos tienen con nosotros la política del garrote y la zanahoria: te regalan materiales para que hagas algo en el pedazo de tierra que te queda, te instalan agua potable y todo lo que son necesidades básicas, pero que los mapuches consideran ahora lujos. No son más que paliativos para mitigar la protesta. Cuando la hay, ahí viene el garrote.
¿A qué cree que ha venido Piñera a España?
A decir que todo va bien, que los inversionistas no teman en llevar su dinero a Chile, porque el tema con el pueblo mapuche está controlado si es que quieren invertir en nuestro territorio.
¿Cuál es este «mundo» de los mapuches que pintan los medios chilenos?
Uno en el que se descalifican y discriminan nuestras demandas, es lo de siempre y sigue igual. Criminalizan nuestra lucha. El estigma que ha caído sobre los jóvenes es el de criminalización, han quedado estigmatizados como delincuentes comunes, violentos, terroristas, porque es el trabajo sucio de la prensa chilena.
Pero los gobiernos previos a Piñera se han presentado como progresistas.
Poco a poco se fueron adhiriendo al proyecto económico de derecha, racista, neoliberal, abiertos a la entrada de capitales extranjeros en el territorio mapuche para arrasar con todos los recursos. Todo eso siempre bajo el discurso de la búsqueda del bien común para todos los chilenos, que con el tiempo te das cuenta de que es mentira.
¿Ni con Michelle Bachelet fue distinto?
Nunca le tuvimos fe. Muchos me decían que por fin había llegado una mujer al poder. Yo respondía de qué sirve llevar faldas si va a reprimirnos igual. Es con ella con quien ha habido más asesinatos de jóvenes mapuches.
¿Hay un caso en el mundo al que quieran emular?
Canadá ha reconocido al pueblo inuit sus derechos territoriales y eso significa reconocer sus derechos sobre sus territorios. También aquí, en España, hay comunidades autónomas a las que se les respeta el idioma y sus particularidades.
¿Por qué no hay un líder mapuche visible, que luche por su causa dentro del sistema chileno?
Si no lo hay no es porque nosotros no queramos, sino porque en Chile hay un mecanismo legal que impide que una fuerza ajena a La Concertación o la derecha pueda obtener representaciónparlamentaria.
¿Y por qué estos partidos no les dan cabida?
Si su política es la inversión de empresas extranjeras en nuestro territorio, nunca nos darán un espacio. No les convendría tenernos entre ellos.
¿Hay presos por algún atentado contra su pueblo?
Ninguno. Tenemos una lista de policías que han violado a menores de edad. Sucede que en Chile sigue vigente el Tribunal Militar, una creación de la dictadura. Si un militar es acusado de violación de derechos humanos, la Fiscalía militar lo declara inocente porque son amigos. En el caso de los jóvenes muertos que mencioné, el caso pasó a la Fiscalía Militar que absolvió a los denunciados con el argumento de que estaban cumpliendo su deber. Incluso fueron ascendidos.
¿Y cómo ven todo esto las nuevas generaciones mapuches?
Yo podría hablar de dos tipos de jóvenes mapuches. Uno que se ha formado en lo cotidiano de la violencia del Estado contra nosotros. El efecto que ha dado es generar niños con fortaleza psicológica y una conciencia social aunque lo que busca es el efecto contrario. Los otros son los que han sido absorbidos por la sociedad occidental, que les invita u obliga a dejar de ser mapuches. Las políticas educativas buscan eso. Desde que se entra en la escuela se sufre la estigmatización por ser indio o mapuche.
¿Se considera chilena?
Si ser chileno significara que se reconociera al pueblo indígena de donde vengo, su cultura, su religión, y si todo ello permitiera la aplicación de los derechos por los que luchamos, entonces soy chilena.
Sentirse chilena es una tarea pendiente para usted, entonces.
Sí.