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Tomás Moulian, precandidato presidencial del Partido Comunista

«No se trata de predicar la alternancia, sino de crear una alternativa»

Fuentes: El Siglo

Tomás Moulian es un candidato atípico para estos tiempos. Habiendo sido proclamado precandidato presidencial por el Partido Comunista, él mismo se encarga de no dejar pasar oportunidad para señalar que la nominación de un abanderado no es lo principal y que lo de fondo es el programa. Conocido como hombre de ciencias, independiente de izquierda, […]


Tomás Moulian es un candidato atípico para estos tiempos. Habiendo sido proclamado precandidato presidencial por el Partido Comunista, él mismo se encarga de no dejar pasar oportunidad para señalar que la nominación de un abanderado no es lo principal y que lo de fondo es el programa. Conocido como hombre de ciencias, independiente de izquierda, sociólogo y rector de la Universidad ARCIS, este hombre que navega en el mundo de las ideas se apasiona con la proyección de los acontecimientos generales, y lo hace con particular sinceridad y modestia. Para él, la izquierda y los sectores progresistas aglutinados en una amplia alianza que aspira a levantar una alternativa al modelo neoliberal, tienen en sus manos una gran oportunidad, que no deben desaprovechar.

– Las elecciones del 2005 se realizan en un marco doble: por un lado, el triunfalismo del bloque concertacionista, y del otro, la persistencia de uno de los índices más altos de injusticia en la distribución de la riqueza. ¿Cuáles son las responsabilidades históricas en este estado de cosas, y qué alternativas presenta su candidatura para superar esta situación?

«Primero hay que decir un problema de técnica o de método: los presidentes, jamás en ningún país, ahora ni creo que nunca, han jugado el papel de padre sabio, como quiere dar a entender la ‘polémica’ que días atrás se generó en la televisión, y que más parecía un examen de grado. Los presidentes no cumplen otra función que la de orientar las finalidades que un proyecto tiene, ésa es su tarea.

Para definir los medios -o sea, cómo se hacen las cosas- están los subsecretarios, jefes de servicio, ministros, etcétera, y no los presidentes. Eso es un error porque se confunde al presidente con un dictador, que era Pinochet, o como un padre del saber como es Lagos.

Yo creo que el pseudo debate del otro día dio lugar a muchos malentendidos, y el principal de ellos es el de confundir la política con la técnica. La política establece fines, y la técnica los medios a través de los cuales esos fines se realizan. Lo otro es simplemente simulación.

En segundo lugar, la desigualdad es un problema que hay que preguntárselo a la dictadura y a la Concertación. Y habría que preguntárselo al padre principal de todos ellos, que es el capitalismo.

Es una pregunta que la gente del Juntos Podemos tenemos la posibilidad de contestar con bastante tranquilidad. Nuestro proyecto busca verdaderamente el crecimiento con equidad -no uso la palabra justicia, porque ella necesita de la sustitución del capitalismo- porque la desigualdad es escandalosa y produce efectos que es muy sorprendente que no se reflejen en el terreno político. El misterio de Chile es que esa desigualdad horrorosa entre los más pobres y los más ricos no tiene ninguna expresión visible en el terreno de las elecciones, que son una parte importante de la política.

Como Juntos Podemos, pretendemos no el crecimiento económico, sino el desarrollo económico, que es algo distinto. Por lo tanto, tendríamos que hablar del carácter sustentable de ese desarrollo. O sea, lo que no hace el capitalismo, porque el capitalismo mata a la naturaleza, mientras que el crecimiento con desarrollo que nosotros nos proponemos requiere preservar la naturaleza, que es la fuente de toda posibilidad de vida.

Sabemos que la creación de desigualdades es inherente al capitalismo, que en la medida que haya capitalismo siempre habrá desigualdad, y por lo tanto nosotros vamos a luchar por refrenar esta tendencia del capitalismo y la desigualdad. Y digo ‘refrenar’ porque no están todavía las condiciones de un cambio radical de la sociedad capitalista y lo que ocurre en nuestro siglo es que tal vez la transformación se haga de un modo diferente, acumulando pequeñas transformaciones que den lugar a la gran transformación».

– Los candidatos de la Concertación y la derecha han hecho distintos ofrecimientos, pero ninguno de ellos señala de dónde se van a sacar los recursos para hacerlos efectivos.

«Esa pregunta tiene parta mí sólo una respuesta global. Lo de fondo pertenece a la política, y el detalle a la técnica. Lo que no es de la técnica es decir de dónde se sacan los recursos, y eso se puede responder con una palabra: de los empresarios. No se necesita decir absolutamente nada más».

– Junto a la elección presidencial se realizan las parlamentarias, y ahí se repetirá el esquema del sistema electoral binominal. ¿Cuál es su opinión a ese respecto y qué valor le asigna a iniciativas como la del Movimiento Patriótico contra la exclusión que levanta la CUT?

«El binominal es un sistema totalmente repudiable, pero tenemos que tener cuidado con echarle la culpa al empedrado porque el sistema binominal opera en las elecciones parlamentarias y no en las otras. Pero debo decir al mismo tiempo, que no operando en las otras elecciones, las marca con su sombra. Entonces, el binominalismo, lo que permite es la reproducción de este sistema en la forma en que lo ha hecho la Concertación. Permite que la Concertación tenga un instrumento de técnica política para lograr la reproducción del sistema capitalista neoliberal, que es la peor forma del capitalismo.

Por supuesto que estoy a favor de un frente contra la exclusión, y ese frente deberían conformarlo todas las instituciones de los chilenos patriotas, todos aquellos que creen que hay que construir una sociedad vivible. Porque no se trata de que no sea una sociedad vivible por el binominal, el binominal es un efecto del conjunto de otras medidas estructurales que esta sociedad ha construido, y que la han llevado a esta decadencia que vivimos ahora».

-Se realizará a fin de mes la Asamblea Nacional por la Democracia y la Soberanía Popular. Los cuatro puntos centrales de ella son la inserción solidaria y unitaria en las luchas sociales, un programa alternativo de gobierno con una plataforma común, lista parlamentaria común y candidato presidencial único. ¿Cuál es su opinión sobre estos puntos y en particular sobre el que ha motivado el mayor grado de controversia: el mecanismo para la designación del candidato único?

«Que se está poniendo a la carreta delante de los bueyes. Aquí el problema es el programa único, pero en la idea nuestra de lo que es el programa, que no se trata de un detalle tecnocrático de las medidas, sino de un proyecto, de la señalización de direcciones hacia donde vamos a actuar.

Yo diría que hay que fijarse en lo importante, y esto es el programa, porque de ello se deriva todo, incluyendo el mecanismo. Todo se deriva de la existencia de un proyecto común ya construido en sus rasgos esenciales, para no caer en la caricatura o la falsificación.

El candidato está totalmente subordinado al proyecto y tiene que ser cualquiera de los que estamos ahora operando como tales. Eso es así porque cualquiera de nosotros, los que estamos de candidatos, está en condiciones de cumplir las condiciones de ese pacto voluntario que diferentes organizaciones firmaron».

-¿Qué valor le asigna a los avances del movimiento popular tanto a partir de la conformación del Podemos como de la ampliación de la base política, social y programática que se expresa en la convocatoria del 15 de abril en la perspectiva de la Asamblea Nacional?

«Tengo la mejor opinión del proceso tal como se ha realizado. Yo creo que se ha hecho un avance extraordinario en condiciones sumamente difíciles, porque hacerle frente a esta forma de dominación neoliberal es una tarea ardua, enorme, y aquí se ha dado un paso adelante. Pero hay que dar cien. Esa es la medida, y yo creo que hay que situarse en el contexto de la época, que por desgracia es más reaccionaria que la anterior.

No soy partidario de crearnos un falso optimismo con respecto a la inevitable catástrofe del capitalismo. Esto se viene diciendo desde antes de la crisis del 29, y no conviene seguir diciéndolo porque, como es un optimismo fácil, genera fatalismo.

Yo prefiero que nos pongamos al frente de las tareas difíciles que tenemos, que son las que señala el acuerdo, el avance que se ha creado en estas negociaciones con el Juntos Podemos, superando una de las leyes de la historia: que cuando los grupos se sienten enfrentados a dificultades tienden a desintegrarse. Se ha roto esta especie de ley de gravedad de la política, y hoy la situación está caminando para el lado de nosotros. Hemos modificado un curso casi natural de las cosas, y eso me parece muy bueno, una gran cosa.

El Juntos Podemos y su ampliación a sectores cercanos a él, que tienen una visión parecida -no necesariamente igual, porque la Concertación es muy parecida a la derecha y sin embargo están separados- eso también debería aplicarse cuando uno analiza al Juntos Podemos.

Esto tiene el carácter de una pequeña proeza política, entonces el candidato da lo mismo y el programa es todo. Y no digo esto con falsa modestia, sino simplemente porque creo que así hay que trabajar, y debo decir que creo que ésa es la dirección en la que ha apuntado el Partido Comunista al nombrarme como candidato».

-La forma alcanzada hasta ahora ¿es el camino más adecuado para impulsar una lucha frontal contra el modelo neoliberal? ¿Qué otras iniciativas y con qué signo político e ideológico deberían impulsarse para ampliar aun más y dotar de mayores contendidos a este movimiento?

«Hay muy bonitas iniciativas de parte de los candidatos Lavín, Bachelet o Alvear. A las dos últimas les pregunto por qué no lo han aplicado antes. Y en cuanto a la belleza estética de las propuestas, son hermosas pero rasguñan el problema de fondo: la desigualdad producida por el capitalismo. Eso requiere impuestos, pero los impuestos son un paliativo: es el sistema lo que hay que cambiar.

Hay que reconocer que en esta época la lucha frontal contra el sistema puede significar derrotas, y por lo tanto no hay que hacerle el juego al enemigo y eso supone ser astutos, y yo creo que el Juntos Podemos, los asociados a él y el Partido Comunista en el caso mío, que me eligió como su precandidato, han actuado como zorros, y al actuar de esa manera han hecho bien. Pero éste es el comienzo de una lucha que tiene que continuar, y creo que en el tiempo que nosotros vamos a ver nuestra lucha tiene que estar dirigida al tipo de capitalismo que nosotros tenemos: eso es luchar contra la desigualdad, hacerle frente al tipo de capitalismo neoliberal que legó la dictadura y perfeccionó la Concertación».

– ¿Sería como identificar al núcleo del neoliberalismo y empujar todos allá? Ya antes hemos hablado de la pedagogía en la política.

«Hoy la política es pedagogía, no enseñanza, por cuanto la palabra enseñanza se presta para que nos creamos maestros. En la pedagogía verdadera el alumno y el profesor están distanciados, pero no uno arriba del otro. Esa es la verdadera forma de hacer política, no la forma de los iluminados, sino aquella de los que tratan de convencer, porque sabemos que parte importante de los sectores populares miran para el lado que no deben mirar».

-¿Qué perspectiva más allá de las elecciones le ve a esta convergencia antineoliberal, y cuál debiera ser el estilo de nuestras campañas electorales parlamentaria y presidencial?

«Creo que debemos aspirar a sacar arriba de un diez por ciento de la votación, pero si sacamos más o menos no es lo fundamental, sino la dirección en la cual encaminamos los esfuerzos. Yo espero que saquemos más del diez por ciento, pero no tenemos que dejarnos doblar la espalda si sacamos menos, porque ésos son aspectos importantes pero secundarios de la lucha central. La lucha central, como está dirigida contra el sistema, es larga. En esta elección tenemos que educar, de modo que en el futuro podamos seguir asestándole golpes, rayándole el chasis a la Concertación, que viene gobernando hace 15 años. Rayarle el chasis a la Concertación es rayarle el chasis al sistema neoliberal.

Por supuesto que un auto no se destruye porque le rayan el chasis, pero es un avance, y nosotros tenemos que pensar en avances».

-Se habla de la alternancia, pero nosotros preferimos referirnos a la necesidad de levantar una alternativa, que no es lo mismo. ¿Cómo ve esa diferencia?

«No se trata de predicar la alternancia, sino de crear una alternativa. Predicar la alternancia, además, es bien hipócrita, porque para hacerlo habría que obviar el sistema electoral, pues en éste se tiende a que no haya alternancia. Este sistema electoral está hecho para que no haya alternancia.

Además, ¿hay alguna alternancia en que sea elegido Lavín o cualquiera de las dos damas? Muy poca, para no decir ninguna. Entonces, el problema es producir alternancia, y eso es elaborar un proyecto distinto, que se encamine hacia el desarrollo, y no hacia el crecimiento.

El desarrollo se choca con el capitalismo y tiene que andarlo empujando para el lado, mientras que el crecimiento, tal como ha demostrado la Concertación, es repetir lo mismo con otras caras. Y por eso viene el tema de la ‘alternativa’, porque las caras dicen que son lo mismo, pero no es así, porque para que fueran lo mismo habría que agregar la cara de Lavín. Hay muchas caras de la Concertación y de la derecha. No hay tal alternancia, porque sería la repetición de las mismas caras.

La alternativa se puede plantear como direcciones, porque eso es lo que se puede hacer en la situación actual, que es el dominio de la televisión por la política « .