La decisión de figuras de la política, erróneamente llamadas «de izquierda», que no votarán por Petro, no tiene argumento filosófico, ideológico o político que pueda justificarles.
El pequeño sector del Polo Democrático que invitó a votar en blanco el próximo 17 de junio, tomó una decisión que favorece la muerte, el paramilitarismo y, finalmente, el totalitarismo que termina convertido en dictadura bajo la fachada de una democracia que nació jubilada.
Es su decisión un instrumento para la ultraderecha que les utiliza para imposibilitar la lucha frontal contra el poder, contra la corrupción, contra las fosas de sangre que sostienen al Centro Democrático y su proyecto infame de despojo, saqueo e impunidad, representado en la figura de Álvaro Uribe Vélez.
Por eso votar de una manera u otra para la Presidencia, este 17 de junio, «no son expresiones de la democracia» como afirma Jorge Enrique Robledodel Polo Democrático. Porque es claro que frente a la barbarie y la muerte no hay excepciones, solo decisiones que permitan confrontar a la avanzada paramilitar que, hasta este momento, es incontenible, avanzada que prácticamente será imposible detener con la llegada del uribismo al poder.
Quienes vamos a votar por Gustavo Petro, candidato de la Colombia Humana, sabemos que nos estamos jugando la vida. La decisión de figuras de la política, erróneamente llamadas «de izquierda», que no votarán por Petro, no tiene argumento filosófico, ideológico o político que pueda justificarles en momentos donde la candidatura de la Colombia Humana es, a pesar de las diferencias que tengamos con su programa o su candidato, una propuesta que permite crear escenarios para defender la vida, luchar contra la corrupción y destinar los recursos del Estado a la inversión social.
Tampoco tiene justificación al ratificar cómo las élites políticas se alinean contra Petro para sostener la inequidad, la corrupción, el despojo y la muerte: partidos y castas políticas, responsables de saquear y financiar el paramilitarismo en el país, no dudaron un segundo en unirse al candidato del uribismo en segunda vuelta para la Presidencia.
No votar por Petro además es un acto infame de quienes no se conmovieron ni entraron en razón con las palabras de Luz Marina Bernal ,madre de uno de los miles de jóvenes que el Gobierno de Álvaro Uribe asesinó para hacerles pasar por guerrilleros y mostrar resultados en una guerra que jamás ganó.
Las palabras de Luz Marina son la lucha de la memoria contra el olvido, de la vida contra la muerte, de la paz contra la guerra de quienes la aclaman, pues solo la viven, alimentados por el vómito del televisor:
«Entiendo que la campaña dejó heridas abiertas entre los seguidores de Petro y Fajardo. Claudia López, Angélica Lozano, Antanas Mockus, Jorge Enrique Robledo, me propongo para hablar con sus voluntarios, y explicarles lo que significa para nosotras el regreso de Uribe. Por favor».
Habrá quienes no votarán por Petro porque la propaganda sucia mantiene sumida a la sociedad en el engaño, la manipulación y la estupidez crónica. Pero habrá quienes no votarán por la Colombia Humana sabiendo la tragedia que esto significa. En ambos casos, a conciencia o por inconsciencia, por acción u omisión, no votar por Petro no dejará de ser un crimen que masacrará a cientos de comunidades, así como a líderes y lideresas, que seguirán cayendo víctimas del paramilitarismo.