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Notas sobre el acceso del nacional-socialismo al poder

Fuentes: Espai Marx [Imagen: Cartel nazi en una calle berlinesa en 1932 en el que se puede leer "Nosotros queremos trabajo y pan, vota por Hitler". Créditos: Corbis, tomado de Espai Marx]

En este artículo el autor reflexiona sobre las condiciones del ascenso de Hitler al poder y desmonta los tópicos que aun en la actualidad se mantienen al respecto.


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Sigue manteniéndose  en los medios de comunicación y en buena parte de la opinión popular que Hitler, el nacionalsocialismo, accedió al poder como una fuerza minoritaria, sugiriendo que hubo en ese ascenso más fuerza, más maniobra de las élites, que crecimiento de la adhesión social al proyecto nazi; y en coherencia con esta inexacta, incluso falsa, apreciación que esa adhesión mayoritaria la consiguió desde el ejercicio del poder y, en particular por el ejercicio dictatorial del poder forzaría de alguna manera la voluntad política de la población alemana. Ese tópico desconoce el funcionamiento real del sistema político y del sistema de partidos durante la República de Weimar y subestima la capacidad de atracción social de la política hitleriana en los años treinta. Un segundo tópico habitual es que el crecimiento del NSDAP se benefició del trasvase de votantes obreros del SPD y del KPD hacia el nacionalsocialismo. Intentaré en estas notas aclarar esas inexactitudes


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Para empezar hay que precisar  algunas características de ese sistema fundamentales para lo que se trata en estas notas. En cuanto al funcionamiento constitucional destacan los elementos híbridos de parlamentarismo y presidencialismo; el Presidente de la República era elegido por sufragio popular –compitiendo su legitimidad con la del Parlamento, el Reichstag– tenía algunos poderes plebiscitarios y, en virtud del artículo 48 podía otorgar poderes excepcionales al jefe del gobierno, el canciller, para que gobernara y legislara por decreto en situaciones de emergencia nacional. Por lo que se refiere a la dinámica política y el sistema de partidos, el que a lo largo de todo el período republicano ningún partido, por sí solo, consiguiese la mayoría absoluta; por lo que el ejercicio del poder tuvo que basarse siempre en coaliciones, cuyo eje lo constituía las dos formaciones principales de la coalición.

En los primeros años de la República la coalición estuvo basada en el pacto entre el SPD , que hasta las elecciones de 1930 fue siempre el partido más votado –la minoría mayoritaria– y el Zentrum, el partido católico; luego, pasada la inmediata postguerra y tras superar la crisis económica y política de 1923, la política de coalición tuvo como eje el pacto entre el Zentrum y los dos principales partidos de la derecha, el liberal (DVP) y la extrema derecha nacionalista y monárquica (DNVP), por más que el SPD siguiera siendo la minoría mayoritaria; a finales de los veinte el SPD volvió al gobierno –y a encabezarlo– en acuerdo con los católicos y los liberales, de ese acuerdo se excluyó el DNVP que bajo el liderazgo del empresario Hugenberg fue posicionándose en contra del sistema democrático republicano y deslizándose hacia una relación ambivalente y de competencia con el emergente NSDAP. La crisis económica, agravada en depresión por las políticas deflacionistas de los gobiernos que se formaron después de 1928 –encabezados primero por el SPD y hasta 1932 por el Zentrum–, tuvo efectos trascendentales en la dinámica política y partidaria; en primer lugar el rápido ascenso electoral, por tanto de apoyo social en un sistema de sufragio universal verdadero y alta participación política, del NSDAP, la derechización del Zentrum, bajo la dirección de Von Papen, para competir con el surgimiento de ese nuevo rival, y el declive, lento pero sostenido del SPD. En julio de 1932, tras el gran éxito electoral del NSDAP  Von Papen intentó una nueva fórmula de coalición ofreciendo a Hitler la participación en un gobierno encabezado por el  Zentrum; la negativa de Hitler a aceptar en ningún gobierno que no estuviese encabezado por el NSDAP –no hay que perder de vista que desde 1930 era la minoría mayoritaria– frustró esa opción, llevó a nuevas elecciones en noviembre –que no dieron un resultado cualitativamente distinto, a pesar del puntual retroceso electoral del NSDAP– y abrió un período de incertidumbre  política que se cerró con el encargo del Presidente, el mariscal Hindenburg, a Hitler para que formara gobierno.

En ese dibujo sumario del escenario político se olvida habitualmente –fuera de algunas investigaciones históricas serias– que el sistema de partidos aunque estaba dominado por las grandes formaciones nacionales  incluía también casi una decena de partidos menores: partidos denominados «de intereses» , como los partidos campesinos y un partido que se autotitulaba de clases medias;  partidos regionales como los conservadores bávaros (BVP) o el partido de Hannover –asimismo de derecha–; y escisiones de partidos nacionales, en particular los socialcristianos y los popular-conservadores que abandonaron el DNVP en 1930 en líneas opuestas, el primero manteniendo la hostilidad a la república y el antisemitismo, los segundos por el contrario por su rechazo al giro imprimido a la formación por Hugenberg. Cada uno por sí solo sumaban cantidades limitadas de votantes, aunque regional y sectorialmente importantes; pero la suma de todos  pasaba de los cuatro millones de votos en 1928.


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Para simplificar el cuadro del sistema de partidos podrían destacarse cuatro agrupaciones: la de los partidos obreros, el partido católico, la derecha nacional (DVP, DNVP, NSDAP; a ellos hay que sumar el DDP –Partido Demócrata– en su origen con una posición de liberalismo social, que en 1930 giró hacia la extrema derecha bajo la denominación de Partido del Estado), y la de los partidos regionales y de interés. El grupo de los dos partidos obreros permaneció estable por lo que se refiere al apoyo social obtenido en su conjunto; en 1924 habían sumado entre 9,5 y 10 millones de votos; en 1928 sumó 12,4 millones y a lo largo de todas las elecciones de los años treinta sumó 13,2 millones de manera constante, a excepción de la de marzo de 1933 en la que la persecución sufrida por el KPD se tradujo en un descenso de votos, de manera que la suma quedó en 12 millones. El voto obrero de izquierda no se modificó, pero sí lo hizo la correlación entre los dos partidos: el SPD desde 1930 fue perdiendo apoyo, pasando de los 9,1 millones obtenidos en 1928, a 8,6 en 1930, 7,9 y 7,3 en las dos elecciones de 1932 y 7,2 en las de marzo de 1933; el KPD creció en la misma cantidad en que el SPD disminuyó, de manera que de 3,3 millones de votos en 1928 pasó a prácticamente 6 millones en noviembre de 1932, materializando la amenaza de pasar a ser el primer partido obrero alemán si seguía esa progresión. Los partidos obreros constituyeron un segmento político estable con una tendencia al cambio en su correlación interna; pero nunca constituyó un bloque político, fueron dos partidos abierta y duramente enfrentados y aunque en 1931-1932 empezaron a darse algunas prácticas de colaboración a escala local entre las organizaciones de ambos partidos, nunca llego a producirse un acuerdo nacional. Cabe añadir que a menudo se hace recaer en ese enfrentamiento una de las principales causas del ascenso del nacionalsocialismo, pero eso no tiene ningún sentido, es pura propaganda calumniadora.  De la misma manera que es falso que hubiese trasvase de votos del SPD y el KPD al NSDAP, como es obvio por la estabilidad señalada. El avance del nacionalsocialismo se produjo en el campo de las clases medias y del campesinado, aunque como todo partido nacional tuviera también votos de obreros, como los tuvo el Zentrum; sea como fuera, la clase trabajadora voto muy mayoritariamente por sus partidos obreros. Por otro los partidos obreros nunca habrían tenido mayoría para orientar el curso político de Alemania; en todo caso lo que sí sucedió es que la asunción de la política deflacionista de los liberales y los católicos por parte del SPD –que gobernaba el inmenso land de Prusia, las dos terceras partes de Alemania–, le hizo corresponsable a este partido, y solo a este partido, de una política que fue la que más contribuyó al decantamiento de las clases medias y del campesinado hacia el nacionalsocialismo.

El partido católico, el Zentrum, fue una formación política absolutamente estable, con una cifra de votantes en las sucesivas elecciones parlamentarias que siempre se mantuvo en torno a los 4 millones, con tendencia a crecer en la etapa Von Papen en la que llegó a obtener en torno a los 4,5 de votos, respaldando el giro derechista de su dirección; giro plenamente apoyado por el nuncio del Vaticano Eugenio Pacelli.

El grupo de la derecha nacional, incluida la extrema derecha, creció de manera constante entre 1928, cuando sumó 9,8 millones de votos hasta 1933 que rozó los 21 millones de votos. Ese crecimiento no se debió ni a pérdida de votos del partido católico ni de los partidos obreros, fue consecuencia de dos factores. El primero, el más importante, el aumento de la participación política en esos años de crisis y depresión económica y de turbulencias sociales y políticas; pasó del 75,6% en 1928 –el año de mayor abstención de la historia de la República de Weimar– al 82% en 1930, el 84,1 en julio de 1932 y al 88,7% en marzo de 1933, con un descenso coyuntural en las elecciones de noviembre de 1932al 80,6. Ya veremos en la siguiente nota a quien benefició esa incesantemente creciente movilización política. El segundo factor, no desdeñable, fue el trasvase de votos de los partidos regionales –a excepción del bávaro BVP– a los partidos nacionales; entre 1928 y 1932 ese segmento, excluyendo al BVP pasó de en torno a 3,5 millones de votos en 1928 a menos de un millón en 1932.


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El ascenso del nacionalsocialismo se produjo en ese contexto de crecimiento de la derecha, que tuvo dos aspectos, la derechización de las formaciones centristas (liberales y católicos) y el decantamiento masivo de los nuevos electores hacia ese campo. El ascenso del nacional-socialismo no empieza en 1932. Su momento clave, su arranque, se produce entre 1929 y 1930 cuando Hitler impone al partido la alianza con la extrema derecha nacionalista, el DNVP, y el abandono de la línea insurreccional confusamente anticapitalista propugnada por los hermanos Strasser. La primera manifestación del cambio fue la promoción del NSADP junto con el DNVP del referéndum de diciembre de 1929 contra el Plan Young, que establecía mejores condiciones para el pago de las reparaciones de guerra. El referéndum sólo consiguió el apoyo del 15% del electorado, de hecho algo menos de la suma de votos obtenido por los dos partidos en 1928, pero renovó la figura de Hitler como político nacional y reforzó la reactivación del discurso de la puñalada por la espalda, la supuesta traición de la revolución de 1918, origen de la República, que habría sido según ese discurso la causante de la derrota en la Gran Guerra.

En 1930 el NSDAP se presentó con un programa que centraba el foco en la política económica y la crítica a la República, dejando en segundo plano la línea antisemita que no fue, empero, abandonada. El error deflacionista del SPD, el Zentrum y el DVP subrayó el acierto de poner el foco en la política económica  En las elecciones de 1930 pasó de los poco más de 800.000 votos conseguidos en dos años antes a 6,4 millones; multiplicó por seis el resultado anterior y pasó de manera definitiva a la condición de partido nacional de masas, solo por debajo del SPD en cuanto a apoyo social. Desde esa fecha se produjo una correlación constante entre el crecimiento del NSDAP y el crecimiento de la participación; ésta aumentó en 4,2 millones de votos que fueron a parar en su gran mayoría a los nazis (solo el Zentrum se benefició en algún centenar de miles de votos de aquel aumento de la participación). El resto del crecimiento del NSDAP procedió por un lado de los votantes del DNVP, buena parte de los cuales descubrieron a Hitler en el episodio del referéndum del Plan Young y sin duda prefirieron su carisma y al gris Hugenberg , demasiado condicionado por ser un de los grandes empresarios alemanes. Al DNVP le costó caro el abrazo del oso nazi. Perdió 2 millones de votos, los 1,2  que sumaron los dos grupos escindido (los social-cristianos y los «conservadores populares»), y  buena parte del resto que pasó al partido de Hitler. En esa elección de 1930 el NSDAP arañó también parte del grave retroceso de los liberales, que cayeron de 2,7 millones de votos a 1,6.  En definitiva creció en primer lugar por el voto nuevo, el aumento de la participación, y en segundo lugar por el traspiés del DNVP y el inicio del grave declive de los liberales, haciéndolo entre las clases medias y el campesinado.

Esa pauta de crecimiento se mantuvo en las presidenciales de marzo-abril de 1932, en las que en la segunda vuelta, con una participación del 83,5%, Hitler obtuvo 13,5 millones de votos, frente al mariscal Hindenburg que obtuvo 19,3 millones. Y también en las elecciones legislativas de julio de 1933, cuando amplió su excelente resultado en las presidenciales, 13,7 millones, debidos de nuevo en buena parte por otro aumento de la participación , 1,9 millones más, el hundimiento de los liberales y del Partido del Estado, que perdieron más de dos millones de votos y, en esta ocasión, sobre todo a la transferencia general de votos, unos tres millones, procedentes de los partidos de intereses –clases medias» y las diversas formaciones campesinas– y regionales, así como la escisión social-cristiana del DNVP.  En esta ocasión los casi siete millones de votos en que creció el NSDAP se repartió de manera más equilibrada entre el voto nuevo, la transferencia de partidos de la derecha nacional y la de los partidos del cuarto grupo. Esas transferencias se mantuvieron en buena parte en las elecciones de noviembre de 1933, a excepción de una parte de los votos procedentes del DNVP  y del DVP en julio, que en noviembre regresaron a este partido ante la decepción que les produjo la negativa de Hitler de aceptar la oferta de Von Papen y acceder ya al gobierno aunque fuera en posición subordinada al canciller católico. El retroceso del NSDAP – cuya trascendencia política exageraron sus rivales y luego buena parte de la historiografía- esos 2 millones, procedieron del primer retroceso de la participación desde 1930, bajando en 1,3 millones la cifra de votantes y la ligera recuperación liberal y de la extrema derecha nacionalista. Sea como fuere, en 1932, tanto en julio como en diciembre, el NSDAP fue la minoría mayoritaria, muy por encima del resultado del resto de partidos.


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El ascenso del nacionalsocialismo tuvo que ver con razones políticas, con la derechización de Alemania y con la eficacia de Hitler para aglutinar el descontento no solo por la crisis sino por la suicidas políticas deflacionistas de los gobiernos alemanes. Cuando ya apareció como caballo ganador, y de hecho como el único político capaz de articular un nuevo gobierno de coalición mayoritario, la elite económica giró casi enteramente a su favor, como no lo había hecho antes, aunque hubiese puesto algunos huevos en su cesto, como los ponía en el del Zentrum y en la derecha tradicional, que hasta 1932 parecía tener controlada la situación. Dado el sistema de partidos y la dinámica política de la República, esa doble condición de minoría mayoritaria y de capacidad de articular una coalición mayoritaria, hizo del NSDAP la mayoría política de hecho. En diciembre, tras el fracaso de Von Papen para hacer lo que Hitler ya estaba en condiciones de hacer, el mariscal Hindenburg, personalmente hostil a Hitler por carácter y razones de casta militar, muy apegado a la derecha tradicional, accedió a llevar una maniobra para cerrar el paso de Hitler a la cancillería. Haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales nombró canciller a un personaje sin ninguna relación con la representación parlamentaria, el mariscal Von Schleicher, de su confianza y ministro de Defensa con Von Papen; su objetivo era dividir a los nacionalsocialistas con un gobierno a medias corporativa y a medias tecnocrático, en el que la pieza fundamental habían de ser los sindicatos nazis y el antagonista de Hitler en el NSDAP en el partido George Strasser. El invento fracasó enseguida, los sindicatos se negaron a participar y la inmensa mayoría del partido le dio la espalda a George Strasser, confirmando la solidez de Hitler en el liderazgo del NSDAP. El fracaso de von Schleicher puso fin a la capacidad de resistencia de Hindenburg y a la búsqueda de nuevos inventos para evitar el acceso de Hitler a la cancillería, ahora apoyado por Von Papen y el Zentrum, Hugenberg y toda la extrema derecha nacionalista y la gran mayoría de las elites económicas y culturales.

Hitler accedió al poder por la vía democrática, aunque poco después retorcería la democracia y la liquidaría para controlar todo el poder, o casi. En el ascenso del nacionalsocialismo hubo violencia, sin duda; sin embargo el factor clave fue el consenso que articuló a su favor. La manifestación de ese consenso conseguido fueron las elecciones de marzo de 1933, anunciadas por Hitler como uno de sus primeros objetivos tras su nombramiento como canciller. Las elecciones se celebraron  en un clima tenso, por el episodio del incendio del Reichstag y el inicio de la persecución contra los comunistas, y también en una situación anómala por la utilización de las SA como policía auxiliar de Prusia en el momento de las elecciones (El gobierno de Prusia estaba ya en manos del NSDAP). No obstante el resultado de esa tensión y esa anomalía no fue un descenso de la participación, todo lo contrario esta saltó a si nivel máximo, al 88,7 % del censo con un aumento de 4,1 millón con respecto a noviembre de 1932; la inmensa mayoría de los nuevos votantes fueron a parar al NSDAP, que obtuvo 17,3 millones de votos, el 43,9%, arrasando en todo el campo de la derecha. Celebradas las últimas elecciones de la República, Hitler hizo votar por el Reich la excepcional «ley habilitante» que le otorgó plenos poderes para gobernar y legislar por decreto, desbordando la prescripción constitucional del artículo 48 al no reconocer en ese ejercicio de plenos poderes ningún tipo de participación, ni siquiera el consentimiento formal, al Presidente de la República.

Fuente: https://espai-marx.net/?p=14443