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Notas sobre la vigencia del marxismo

Fuentes: Rebelión

Unas horas antes de emprender su recorrido por México y Cuba, Joseph Ratzinger comentó -en referencia al gobierno de Cuba- que era evidente que » la ideología marxista como era concebida ya no responde a la realidad y así no se puede construir una sociedad». La declaración que dio Benedicto XVI adquiere importancia más allá […]

Unas horas antes de emprender su recorrido por México y Cuba, Joseph Ratzinger comentó -en referencia al gobierno de Cuba- que era evidente que » la ideología marxista como era concebida ya no responde a la realidad y así no se puede construir una sociedad». La declaración que dio Benedicto XVI adquiere importancia más allá de los fines políticos de su primer visita a América Latina, pues lo que expresó es una idea que constantemente venimos escuchando por parte de intelectuales y políticos liberales, neoliberales y hasta por una parte de la socialdemocracia que hoy se autoproclama como izquierda moderna.

Fomentar la idea de que el marxismo es anacrónico no es más que una estrategia de lo que Marcuse denomino el pensamiento unidimensional, el cual tiene como principal objetivo imponer la ideología de la clase política dominante; es decir el capitalismo. La estrategia no es nueva: encontramos su fase más exitosa luego de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) cuando el economista Francis Fukuyama decretó el fin de la lucha de clases (motor de la historia para los teóricos marxistas), el fin de las ideologías y por lo tanto el fin de la historia.

Sin embargo, el marxismo -entendido como un sistema conceptual y como programa político- hoy es más vigente que nunca. La mayor parte de los conceptos, así como la metodología aportada por Marx y Engels, siguen siendo útiles para explicar la sociedad actual. Por ejemplo, la sociedad sigue estando dividida en dos: aquellos que han acumulado las riquezas más exorbitantes y que son dueños de múltiples corporaciones y el resto de la sociedad. Ese fue el gran acierto del movimiento de los indignados en EUA, señalar que tan sólo el 1% de la población mundial es dueña del 40% de la riqueza mundial. Así mismo, la explotación, la acumulación, la enajenación y fetichización del trabajador siguen estando presentes en el mundo de hoy.

Como proyecto político, el socialismo también sigue siendo una alternativa real ante la barbarie capitalista que actualmente vivimos. Frente a la crisis civilizatoria en la que hoy estamos sumergidos, entendida como una crisis que toca todas las actividades humanas, es necesario construir un socialismo democrático y emancipador. No es exagerado decir que en ello nos jugamos el futuro como humanidad, pues de seguir con el modo actual de producción y consumo, estamos condenados a la extinción. Hoy ha quedado atrás aquella frase de Rosa Luxemburgo que luego inmortalizaron Cornelius Castoriadis y Claude Lefort: Socialismo o Barbarie. Hoy, es preciso decirlo con todas sus letras y sin eufemismos: Socialismo o Extinción.

Afortunadamente, el fantasma de la alternativa ha comenzado a recorrer nuevamente al mundo; sólo que hoy se nos presenta renovado y con las lecciones aprendidas. Así, podemos decir que ese sentimiento de indignación que ha provocado que miles de hombres y mujeres salgan a las calles por todo el mundo a reclamar lo que les pertenece, es la continuación de aquello por lo que lucharon las generaciones pasadas y llamaron comunismo.

Digámoslo fuerte y sin temor a ser considerados como «pasados de moda»: mientras el mundo sea gobernado bajo el sistema capitalista, el marxismo estará vigente y el socialismo será una opción. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.