Es apenas justo tomar consciencia, unirnos, organizarnos, dejar la apatía y la obediencia ciega, salir a las calles, con la cacerola, la pancarta o el megáfono, exigir, movilizarnos y presionar no solo que se detengan estas políticas, sino que el presidente Duque y su gabinete renuncien.
Evidente es que el capitalismo está en crisis, el permanente estado de guerra que afecta a las diversas naciones evidencia el afán de unos países y grandes empresarios por terminar de raspar la olla para quedarse con lo poco que han dejado luego de miles de años de explotación, y Colombia en ese mapa no es la excepción.
El actual gobierno colombiano, al igual que los anteriores, es un subordinado, casi que un perro faldero, obediente y arrodillado de los grandes poderes económicos a nivel internacional, aplica al pie de la letra todas las «recomendaciones» que le llegan de organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, o sea, de los grupos económicos que tienen a unos pocos con toda la riqueza del mundo mientras a unos muchos nos mantienen hundidos en la pobreza, la guerra y la contaminación.
Hay quienes dicen que en Colombia estamos en un desgobierno, que el presidente Duque es un títere, o que aquí no hay autoridad. Sin embargo, lo cierto es que sí hay gobierno, lo que pasa es que gobierna con los intereses de un pequeño grupo de ricos y terratenientes que siempre ha estado en el poder, no gobierna pensando en solucionar los problemas del pueblo trabajador, por ende no es títere, sino que también sabe lo que hace, también tiene sus planes, que aunque nos parezcan irracionales o tontos, son los planes de quienes manejan el país.
Por algo las grandes asociaciones empresariales lo han denominado como «uno de los mejores gobiernos», y claro que hay autoridad, pero una autoridad de sangre y fuego, de fuerza contra cualquier brote de protesta o resistencia, por algo se ha mantenido en la política de asesinato a líderes sociales, comunidades indígenas y excombatientes mientras siempre reprime la protesta social, en la que varios jóvenes y adultos han resultado mutilados e incluso muertos a manos del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).
El resultado de un gobierno de este tipo solo puede llevarnos a una crisis, porque mientras se mantiene la política de hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, la olla va cogiendo presión hasta que un día revienta, porque el pobre aguanta hasta que llega a un punto en que no puede amarrarse más el cinturón y le toca alegar, a continuación, algunos ejemplos de esas políticas que nos motivan a unirnos, organizarnos y movilizarnos contra este gobierno:
1. En materia laboral, ya vienen adelantando una reforma, que estará lista en diciembre cual regalo de navidad, que incluye, entre otras: la aplicación de salario mínimo -por debajo del mínimo del 75% para menores de 25 años, el fortalecimiento de la indigna contratación por horas, la creación de un injusto salario por regiones, con el que las regiones que están en la miseria terminarán de morir de hambre, la eliminación de las horas extras, el recargo nocturno, dominicales y festivos, sin contar la eliminación del pago de las cesantías. Como quien dice, la ley del embudo, lo ancho pa ellos y lo angosto pa uno.
2. En materia pensional, una reforma que incluye el aumento de la edad de pensión, elimina el derecho a pensionarse, fortalece los subsidios bimensuales de los Beneficios Económicos Periódicos (BEPS), que terminan siendo aportes cuentagotas, privatiza Colpensiones dejando las pensiones en manos del grupo Aval, aumenta las semanas de cotización para pensión y seguridad social, mejor dicho el salario de los jóvenes no va a rendir y los ancianos estarán condenados a morir trabajando o en la miseria. De todas formas el ministro ya dijo que nos vamos a pensionar con lo que alcancemos a ahorrar.
3. La aprobación de la Ley de Financiamiento, que no pretende más que bajarle los impuestos a los más ricos y subirlos a los trabajadores, y algo que ya nos aplicaron con el Plan Nacional de Duque, el aumento del 35% en servicio de energía eléctrica para pagar la deuda de los corruptos de Electricaribe.
4. Por otra parte, una cantidad de medidas que han llamado el «holding financiero», que no es más que privatizar todo lo poquito de público que queda, y dejarlo en manos de los empresarios sanguinarios que manejan todo a su acomodo, fusionando empresas estatales y acabando con veinte mil empleos, quitándole el control financiero del Estado a empresas como Ecopetrol, Cenit y regionales dejándolas a la deriva en las bolsas de inversiones, generando una inestabilidad financiera del Estado que nos puede llevar a una crisis económica sin precedentes, sin contar que subastarán el espectro electromagnético, es decir, todo lo que tenga que ver con comunicación y medios electrónicos pertenecerá a quien más tenga para pagar, seguramente una empresa multinacional.
5. Finalmente, no se puede olvidar que esto es lo que viene, y algo de lo que han podido aplicar, pero en este gobierno, con su corto tiempo de ejecución, ya nos hemos dado cuenta de sus lesivas políticas: construye un puente y se le cae, construye una represa que puede ser el mayor desastre ambiental de Latinoamérica, permite la caza de tiburones, destruye el medio ambiente con las grandes industrias multinacionales que invaden nuestros territorios de minería e hidrocarburos, está hundido en escándalos de corrupción y criminaliza todo lo que suene a protesta social, por medio de amenazas, represión, cárcel y muerte.
Tampoco se puede dejar de mencionar los miles de incumplimientos que este gobierno y los anteriores han tenido con paros pasados, entre ellos el paro agrario de 2013, la minga nacional de la Cumbre Agraria en 2014, las movilizaciones de 2015 y 2016, y el paro estudiantil de 2018.
No podemos permitir que nuestro país siga en manos de esta política tan nefasta y criminal. Es apenas justo tomar consciencia, unirnos, organizarnos, dejar la apatía y la obediencia ciega, salir a las calles, con la cacerola, la pancarta o el megáfono, exigir, movilizarnos y presionar no solo que se detengan estas políticas, sino que el presidente Duque y su gabinete renuncien, en una muestra de respeto con el pueblo colombiano, que durante décadas ha luchado por la vida, la soberanía y la dignidad en sus territorios.
Esta jornada unitaria de movilización del 21 de noviembre ha sido un termómetro en el que se están midiendo fuerzas y capacidades, que, de ser posible, nos llevarán a la construcción de la huelga y paro general del pueblo colombiano en contra del gobierno Duque. Por eso, en las calles y carreteras seguimos.
Congreso de los Pueblos – Capitulo Boyacá – Casanare
Fuente original: https://prensarural.org/spip/spip.php?article24889