Ante la actual coyuntura político-electoral, nuestro partido toma posición: 1.- La Concertación se encuentra debilitada desde inicios del actual gobierno, debilitamiento que tiende a profundizarse en la medida que la crisis económica neoliberal como paradigma distributivo se agrava, esto explicaría por ejemplo el hecho de que Bachelet posee los índices más bajos de liderazgo desde el […]
Ante la actual coyuntura político-electoral, nuestro partido toma posición:
1.- La Concertación se encuentra debilitada desde inicios del actual gobierno, debilitamiento que tiende a profundizarse en la medida que la crisis económica neoliberal como paradigma distributivo se agrava, esto explicaría por ejemplo el hecho de que Bachelet posee los índices más bajos de liderazgo desde el inicio de la «industria» de las encuestas. Esta situación general por la que atraviesa la Concertación está ligada, a su vez, a la ausencia de liderazgos jóvenes (o de nuevas ideas que revitalicen el proyecto), pues de acaso existir, estos han sido aplacados por la «jaula de hierro» concertacionista, mermando la posibilidad de captar «nuevos» militantes/votantes (de paso marchitando el sueño ciudadano bacheletista). A nivel de sondeos de opinión pública los ministros símbolos de esta «jaula de hierro» (Foxley, Vidal, Pérez Yoma, y Viera-Gallo) se encuentran situados en el cuadrante positivo de la evaluación, es decir, «son conocidos» y la evaluación que la población tiene de estos es aun «favorable». Esto dice relación con que las últimas cartas, en términos estratégicos, no estarían del todo echadas, o por lo menos permanecerían encubiertas hasta nuevo aviso, pues si para contener la avanzada de Piñera y de paso avanzar al quinto gobierno hay que recurrir a viejas recetas, estas se prepararían sin mayor juicio (re-edición de Lagos como candidato presidencial).
Este debilitamiento en la coalición gobernante, ha determinando reacomodos en la escena concertacionista manifestado en ciertas escisiones y mediciones de fuerzas internas en búsqueda de un baño que refresque la conductibilidad del actual modelo de acumulación capitalista.
Uno de estos receptáculos para «escindidos» es el PRI, bolsa de gatos que contiene desde expresiones ex concertacionistas como Chile Primero, colorines ex DC, así como una fauna de personajes ligados al pinochetismo y a la CNI. El PRI no constituye ni una expresión «ciudadana» ni una alternativa a los dos grandes conglomerados que forman el bloque en el poder, es más bien un batido instrumental cuya propuesta programática es fundamentalmente neoliberal y manifiesta más que un reacomodo en el bloque dominante, en un sensible momento de ajustes estratégicos. Es así como ésta expresión funciona como una «cuña» entre las fuerzas tradicionales excluidas del parlamento y el bloque en el poder, capitalizando a ciertos sectores descontentos, en función de éste último.
Por otra parte, el pacto electoral PRSD-PPD es claramente de carácter instrumental, y tiene por objeto corregir los desequilibrios internos entre los partidos concertacionistas luego de 18 años de gobierno. Es evidente el hecho de que este pacto no obedece a tensiones programáticas ni menos a la intención de corregir el modelo neoliberal.
La Derecha busca, sin éxito, reencontrarse en estas elecciones en miras de las presidenciales del próximo año. La UDI intentará reafirmar en estas elecciones el carácter de fuerza predominante en la Alianza por Chile a fin de lanzar desde sus filas a un candidato presidencial y de esta forma disputar la preferencia en las encuestas a Sebastián Piñera (RN), todo esto aún a costa de desperfilar la única opción seria que tiene la derecha de llegar a La Moneda. En este último sentido, si bien el descrédito de la Concertación va creciendo, la derecha no es capaz de capitalizarlo ni menos en constituirse en una alternativa de gobierno frente al desgaste concertacionista; solo una profundización en las fallas administrativas por parte de la coalición gobernante y una bocanada de aire fresco que significa la elitización del padrón electoral, y especialmente en los nuevos inscritos, podría significar un aumento en la intención de voto derechista. Mientras subsista esta posibilidad, no se aprecia ninguna apertura a cambios en el sistema electoral, ni aún el voto voluntario.
En general, constatamos que el bloque en el poder ha entrado en una fase decreciente, próxima al estancamiento, en cuanto al respaldo social derivado de la crisis del patrón distributivo neoliberal ; sin embargo no presenta síntomas de una crisis orgánica, pues en términos programáticos no existen fisuras importantes. La razón de lo anterior se encuentra en el hecho de que modelo económico en cuanto a patrón de acumulación capitalista, no se encuentra en una crisis abierta (si bien la economía ha presentado signos de desaceleración, reflejo de la crisis financiera mundial en una economía abierta y vulnerable, ésta sigue creciendo por sobre el 4%). En este orden de cosas, creemos que lo que va a definir ciertos cambios en las correlaciones de fuerzas entre el bloque en el poder y el movimiento popular, va a ser la capacidad de este último de explotar con ciertas posibilidades de éxito la crisis del patrón distributivo dando un salto en la acumulación de fuerzas político, social y programática, lo que tensaría los blindajes del modelo, abriendo un nuevo escenario en la lucha de clases en Chile.
Con todo, en la actual coyuntura y dado el blindaje al modelo que importa el sistema electoral binominal, el envejecimiento del padrón electoral y su tendiente elitización, creemos que la hipótesis del mal menor se va a seguir imponiendo con una concertación debilitada, pero aún capaz de administrar el modelo y de ganar elecciones.
2.- El Partido Comunista, Humanista e Izquierda Cristiana, amarraron un acuerdo político-electoral con la concertación (pacto por omisión) con el argumento de propiciar una alianza con ciertos sectores de la coalición de gobierno proclives corregir el modelo (humanizadores del neoliberalismo) a fin de arrastrarlos a construir lo que el PC denomina una Nueva Mayoría que eventualmente sería «antineoliberal», pero capitalista al fin. Eso explica la cercanía entre el MAS de Alejandro Navarro (paladín del neodesarrollismo) y el Juntos Podemos pero que de momento no se ha manifestado en un relato en común explícito (proyecto político de reforma capitalista). Lo que si es claro es que esta debela la intención por parte del PC, la IC y el PH de reingresar a la Concertación.
3.-. El abandono por parte del PC, el PH y la IC del objetivo táctico del pacto Juntos Podemos de terminar con el sistema electoral binominal y de esta forma avanzar en las denominadas «tareas democráticas», finalmente se selló en el pacto con la concertación. Esto ha generado el rechazo de expresiones minoritarias del JP como por ejemplo el PC (AP), MIR y MPMR, etc., quienes han denunciando estos hechos, se han marginado del JP y optado por no presentar candidatos o presentar candidaturas independientes, al igual que el referente Solidaridad, Organización y Lucha (SOL).
En general, estas expresiones se muestran, marginales, dispersas las unas con las otras, sin mayores claridades en la lectura de la realidad, en definitiva, se encuentran a la deriva. No obstante, estas expresiones han acordado generar una red de candidatos independientes, pero sin mayor contenido ni proyección que les permita constituirse como una alternativa en el marco electoral, ni menos llenar el vació dejado por el PC, es por ello que la inmensa mayoría de quienes dieron su voto al Juntos Podemos, va a volver a votar por el pacto PC-PH-IC.
La crisis derivada de este quiebre, genera el decante de estas expresiones, y en este sentido no hay otros caminos que la capitulación hacia posiciones conciliadoras con el bloque en el poder; imbuirse marginalmente y obtusamente en la lógica de la representatividad política de los internes de la clase; o finalmente, la radicalización de la apuesta política de intención revolucionaria con una clara reafirmación en la lógica de construcción de pueblo organizado.
4.- El escenario actual es de un profundo descontento popular derivado de la crisis económica y que se manifiesta en luchas sectoriales de la misma índole. A excepción de la lucha estudiantil las expresiones sociales más avanzadas del movimiento popular no han pasado a un nivel de posicionamiento político que encare la lucha contra los basamentos el modelo neoliberal, en este sentido no han sido capaces de avanzar en la lucha política, ni menos aún abrigar un proyecto socialista. Tarea permanente será calibrar el estado de las masas en un contexto de mayor volativilidad social, a fin de dar respuestas oportunas y correctas en la coyuntura en lo que respecta a la politización de las demandas económicas.
En el actual contexto, consideramos que el alto porcentaje de no inscritos manifiesta en gran parte el desencanto de cientos de miles de chilenos con el sistema político-representativo. Esto, sumado a los resultados de la encuesta de la Comisión Asesora Presidencial sobre Trabajo y Equidad que establece que más del 55% de la población cambiaría el modelo económico, constituyen tendencias favorables a transformaciones políticas económicas y sociales, pero circunscritas en un escenario de disputa en el que la izquierda de intención revolucionaria debe intervenir de manera más asertiva de cómo lo ha venido haciendo en los últimos años, con la perspectiva de capitalizar las resultas de la crisis de representatividad del bloque en el poder y orientarla al desarrollo de embriones de poder popular efectivo.
5.- En lo referente a las próximas elecciones municipales, creemos que van a permitir percibir en la población inscrita, hasta que punto ha llegado el nivel de descrédito del bloque en el poder; el grado de (des)legitimación del PC, el PH y la IC manifestado en los resultados del «virtual» trasvasije matemático de votos a la concertación que importa el «pacto por omisión»; y asimismo, cual es el grado de penetración del discurso de las candidaturas independientes de los referentes que denunciaron dicho pacto; y las encabezadas por dirigentes de organizaciones sociales combativas apoyados por estas, o las candidaturas de dirigentes sociales levantados genuinamente por sus organizaciones de lucha y en función de sus intereses y necesidades.
6.- Creemos que lo importante para la acumulación de fuerzas en un plano de ruptura es lo que se hace los 364 días siguientes y anteriores al día de la elección, en este sentido la acción directa de masas es la opción preferencial del movimiento popular y de eso no cabe duda alguna. Pero hay que ser claros, una cosa es la práctica de la acción directa en función de intereses inmediatos, y otra, en función de fortalecer una perspectiva estratégica, una perspectiva de poder. En el mismo sentido, si bien cada abstención consiente, cada voto nulo, o el voto por alguna candidatura independiente que denuncie el pacto por omisión, manifiesta una suerte de rechazo al bloque dominante, estas opciones no determinan en si mismas una apuesta de poder; a diferencia de lo que eventualmente podría ser la opción por un dirigente social combativo levantado por su organización en lucha en función sus intereses y con el claro mandato de referenciar ciertos aspectos programáticos enmarcados en un criterio de construcción clasista. En cuanto a lo último, nuestra apuesta es bregar porque las organizaciones populares asuman un criterio de construcción que permita a las bases plantearse genuinamente la superación de la legalidad burguesa en una perspectiva de poder popular, más allá de consideraciones de tipo táctico-electoral que se presenten en el marco de la discusión abierta, franca y directa de estos puntos.
7.- En general, sostenemos que el único camino claro que el movimiento popular se puede trazar como rechazo al bloque dominante, es asumir la construcción consciente y clara de aspectos programáticos a fin de fortalecer una perspectiva revolucionaria de poder . En este sentido el ejercicio del despertar del pueblo sobrepasa el ámbito electoral, y en este escenario sostenemos que el voto que se ejerza debe ser el QUE REPRESENTE LAS SENTIDAS ASPIRACIONES DEL PUEBLO, PARA APORTAR EN LA CONSECUSIÓN FUTURA DE SU PROGRAMA.
8.- En conclusión, creemos que las reformas políticas y sociales que puedan arrancarse, solo serán producto de la lucha decidida de las masas en función de sus objetivos de clase, esto es, en función de un programa revolucionario, antiimperialista y por el socialismo que de sentido a la acumulación de fuerzas revolucionarias y que se proyecte en el plano estratégico de ruptura con el orden democrático burgués. En este sentido las fuerzas que conformamos la izquierda de intención revolucionaria, debemos consolidar el activo acumulado, elevar la calidad de nuestros cuadros, fortalecernos ideológicamente y enraizar nuestros proyectos de forma más efectiva en el seno del pueblo, fortaleciendo la construcción de organizaciones populares clasistas y de esta forma ir cimentando la imprescindible unidad de los revolucionarios. En el actual periodo, construir la hegemonía del programa revolucionario antiimperialista y por el socialismo en el seno del movimiento popular, es nuestra elección.