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Nueva Constitución: ¿Otra vez gato por liebre?

Fuentes: Punto Final

Otra vez nos quieren pasar gato por liebre. Doña Michelle parece que descubrió que para recuperar popularidad convenía proponer una nueva Constitución. La presidenta comenzó su mensaje al país diciendo que la Constitución es la madre de todas las leyes y bla, bla, bla… lo que es cierto, pero eso ya lo sabíamos. Sostiene que […]

Otra vez nos quieren pasar gato por liebre. Doña Michelle parece que descubrió que para recuperar popularidad convenía proponer una nueva Constitución. La presidenta comenzó su mensaje al país diciendo que la Constitución es la madre de todas las leyes y bla, bla, bla… lo que es cierto, pero eso ya lo sabíamos. Sostiene que cuando cambia un país, sus ciudadanos buscan cambiar sus instituciones, especialmente la Constitución. ¿Y este país no cambió o no iba a cambiar en 1990? Entonces, ¿por qué los políticos se han demorado más de 25 años en darse cuenta que había que cambiar la Constitución? Muy simple: porque a ellos les conviene la Constitución de la dictadura porque ampara el sistema neoliberal que tanto les gusta. Ricardo Lagos hizo los cambios que permitió el momiaje y ahora hasta la doctora Bachelet lo dice: esos cambios no sirven.

¿Y qué es lo que propone? Vamos viendo:

«La actual Constitución tuvo su origen en dictadura, no responde a las necesidades de nuestra época ni favorece a la democracia. Ella fue impuesta por unos pocos sobre la mayoría. Por eso nació sin legitimidad».

Esto también lo sabíamos. ¡Por dios, venir a descubrir la pólvora a esta altura del partido! ¿No les parece un poco como mucho? Pero hay que agregar que además la Constitución es ilegítima porque no permite que se la modifique democráticamente, ya que exige quórums de votación casi inalcanzables. De tal modo que si la derecha -que es la minoría- no tiene votos populares, aunquepierda las elecciones siempre podrá bloquear cualquier reforma en el Congreso con los pocos congresistas que tenga. Por lo tanto, en Chile no manda la mayoría sino la minoría. Esto lo inventó Jaime Guzmán, un hombre muy hábil.

Lo que se ha estado pidiendo es que se haga un plebiscito en que el pueblo diga si quiere Asamblea Constituyente o no. Pero ¡ay, qué pena!, la Constitución de la dictadura no lo permite. No podemos salirnos de la institucionalidad, dice doña Michelle. Pero sin embargo al final de su discurso anuncia: «También propondremos una cuarta alternativa, en la que el Congreso pueda convocar a un plebiscito, para que sea la ciudadanía la que decida entre las anteriores alternativas».

¿Dónde está permitido eso? En ninguna parte; el plebiscito sólo puede convocarlo el presidente de la República, jamás el Congreso, así dice la actual Constitución:

Artículo 128.- «(…) Si el presidente de la República rechazare totalmente un proyecto de reforma aprobado por ambas Cámaras y éstas insistieren en su totalidad por las dos terceras partes de los miembros en ejercicio de cada Cámara, el presidente deberá promulgar dicho proyecto, a menos que consulte a la ciudadanía mediante plebiscito».

¿Entonces? Se estaría violando la Constitución, pero no para devolver la soberanía al pueblo, que sería perfectamente legítimo, sino para que el Congreso decida, lo que no sólo es inconstitucional sino que es una burda trampa, porque todos sabemos que el Congreso no quiere Asamblea Constituyente.

Sigo con el discurso de doña Michelle, a ver si encuentro algo bueno; me encantaría.

Dice que para comenzar nos van a dar unas lecciones de educación cívica. Bueno, ¿quiénes las van a dar, cuándo, dónde? Por supuesto no nos vamos a oponer a la educación cívica, que a todo el mundo le hace falta. Pero ya se están haciendo cursos sobre el tema constitucional en todas partes y todos los días. Parece que a doña Michelle no se lo han informado. A esos compañeros o a otros que están en lo mismo, debería encargarles doña Michelle que hicieranesos cursos, sin pagarles porque son muy parados en las hilachas, no aceptan pago por nada del mundo.

Siguiendo con el tema, veamos lo que dice el discurso presidencial: «A partir de marzo de 2016, realizaremos un proceso ordenado de diálogos ciudadanos, donde todos puedan participar. Partiremos por las comunas, seguiremos por las provincias y regiones, para terminar con una síntesis a nivel nacional».

No da detalles de cómo se va a hacer porque no puede darlos. En Chile hay 346 comunas y sólo en Santiago hay 37. La población adulta que tiene derecho a voto está formada por más de 13 millones. Entonces, ¿cómo vamos aparticipar todos? Un diálogo ciudadano en una comuna cualquiera, pongamos Ñuñoa, donde hay alrededor de 160.000 habitantes, si quitamos a los niños quedarán ¿150, 130, 100 mil? ¿Cómo se va a hacer para que participen todos,para que las cien mil o más personas puedan dar una opinión informada y que se tome en cuenta? ¿Se van a hacer reuniones con todos los habitantes de la comuna? ¿En todas las comunas del país? ¿Se van a adoptar resoluciones? Y para qué hablar de las provincias y de las regiones. Vamos amigos, que esto no sólo es absurdo sino imposible.

Si hay una manera seria y realista de consultar la opinión de todos los habitantes de Chile, la presidenta debería decirlo, ¿no creen?

Y luego, sigue diciendo: «Del resultado de estos ‘diálogos’, van a salir unas Bases Ciudadanas para la Nueva Constitución, que le serán entregadas a la presidenta en octubre de 2016».

Este proceso de consultas y diálogos con el pueblo en su totalidad, sigue diciendo la presidenta, tiene que ser participativo, libre y transparente. Bien, esto me gusta, aunque ya dije que en mi opinión lo de «todo» el pueblo era imposible. ¿Pero acaso no hay una frase famosa que señala «Hagamos posible lo imposible»? Veamos cómo se va a hacer posible este intríngulis. Pues muy claro: «Nombraré en las próximas semanas un Consejo Ciudadano de Observadores que acompañe el proceso y dé garantías de transparencia y equidad (…) un grupo de ciudadanos y ciudadanas de reconocido prestigio» nos dice, y nos deja en vergüenza por descreídos y desconfiados. Que nadie piense lo que pasó con la ley de educación (aquella de las manos en alto ¿se acuerdan?) ni en nada parecido. Todo el mundo puede equivocarse.

Y después, naturalmente, «transformaremos las Bases Ciudadanas en un proyecto de nueva Constitución, que recoja lo mejor de la tradición constitucional chilena».

¿Quiénes son los «nosotros» que harán esa transformación? No se sabe. Se puede suponer que es el gobierno con sus asesores, que ojalá sean abogados que hayan estudiado en la Universidad de Chile antes de la dictadura y no en Harvard o en otra universidad gringa: ya se sabe que el derecho anglosajón es fatal. Nosotros nos guiamos por el derecho romano, francés y español y sobre todo por don Andrés Bello, que les ganaba por cuerpo a todos los juristas de Harvard. De paso diré que la tradición constitucional chilena dista mucho de ser buena. Nunca se consultó al pueblo y la Constitución de 1925 no era ninguna maravilla, claro que al lado de la del 80, ni hablar.

«A fines de 2016 -agrega Bachelet- enviaremos al Congreso un proyecto de reforma de la actual Constitución para que, por dos tercios de sus miembros en ejercicio, establezca los procedimientos que hagan posible dictar una nueva Carta Fundamental».

Y como estos dos tercios difícilmente los va a tener el gobierno -sin contar a los de sus propias filas que se van a enfermar- tendrá que transar con la derecha.

Y ahora, por razones de espacio, voy a tener que ver rápido las alternativas para aprobar la nueva Constitución, que ya estará elaborada:

a.- Formar una comisión bicameral de senadores y diputados. Es la peor: el Congreso no tiene facultades constituyentes y menos las tendría una comisión de congresistas. Una Constitución así aprobada sería inválida. Además el pueblo no confía en el Congreso de ahora ni en el que se elegirá después.

b.- Formar una convención constituyente mixta de parlamentarios y ciudadanos. No se explica qué es eso de «convención constituyente mixta». ¿Cuáles parlamentarios, cuáles ciudadanos? ¿Cómo se elegirían, a quién representarían? Debe ser la ocurrencia de algún asesor: no tiene pies ni cabeza y tampoco está en la Constitución de Pinochet.

c.- La tercera es la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Decía la presidenta al comienzo de su discurso que no se podía convocar a una Asamblea Constituyente porque la Constitución de la dictadura no lo permite. Quizás ahora la propone porque la Asamblea Constituyente no tendrá nada que hacer, visto que la Constitución ya estaráelaborada. Se vota sí o no, y nada más.

d.- «También propondremos una cuarta alternativa, en la que el Congreso pueda convocar a un plebiscito, para que sea la ciudadanía la que decida entre las anteriores alternativas», señala la presidenta. (A la imposibilidad de que el Congreso convoque a plebiscito, me he referido más arriba).

Termina diciendo doña Michelle que esta reforma «debe tener aceptación transversal y amplia mayoría…».

Los que estamos por una Asamblea Constituyente siempre hemos expresado que ella debe ser absolutamente amplia, sin exclusión alguna, y que podrán participar todas las fuerzas políticas, tendencias e ideologías que existan en el país, y también los chilenos en el extranjero.

El «diálogo franco» con parte de la sociedad ya lo inició la presidenta al concurrir a una reunión con dirigentes del Centro de EstudiosPúblicos (CEP), donde estaban los principales representantes de las clases empresariales. Al parecer, les dio seguridades de que sus intereses siemprequedarán absolutamente resguardados.

Hasta el momento de escribir este artículo no se sabe de alguna reunión de la mandataria con organizaciones del pueblo trabajador.

Conclusión: estas propuestas de proceso constituyente no sirven. Las luchas deben continuar porque de otro modo vamos a tener una Constitución absolutamente contraria a los intereses de las grandes mayorías nacionales.

El pueblo hace rato que está pidiendo una verdadera participación en la elaboración de la nueva Constitución y en todo el manejo del país. En eso consiste una verdadera democracia. Y esto se está exigiendo en este siglo XXI, en Chile y en el mundo entero.

 Publicado en «Punto Final», edición Nº 839, 23 de octubre, 2015

 www.puntofinal.cl