Han aparecido significativas fisuras en el proyecto político gatopardista de la Nueva Mayoría, consistentes en la pérdida de aliados en el mundo social -el caso del Colegio de Profesores- y en las disputas dentro de sus propias filas. El Colegio de Profesores rechazó las reformas educacionales presentadas por el gobierno y convocó a un paro […]
Han aparecido significativas fisuras en el proyecto político gatopardista de la Nueva Mayoría, consistentes en la pérdida de aliados en el mundo social -el caso del Colegio de Profesores- y en las disputas dentro de sus propias filas.
El Colegio de Profesores rechazó las reformas educacionales presentadas por el gobierno y convocó a un paro nacional para el 25 de junio. Dado el predominio de la Nueva Mayoría en la dirección del Colegio y el apoyo otorgado por su presidente, Jaime Gajardo, a las reformas el día de su presentación, el rechazo del Colegio tomó por sorpresa al gobierno.
Desde el mismo día en que Gajardo entregó su aval al Ejecutivo, profesores y movimientos de base manifestaron su rechazo al dirigente. El Movimiento por la Unidad Docente expresó que el proyecto del gobierno no respondía a las demandas de los profesores y rechazó el apoyo de Gajardo. Similar discrepancia manifestaron otros dirigentes del Colegio, como Mario Aguilar y Darío Vásquez. En su asamblea nacional de dirigentes, el Colegio optó finalmente por rechazar las reformas y resolvió adherir a la marcha estudiantil del 10 de junio y llamar al paro nacional el 25. Esto descolocó a Gajardo, quien intentó minimizar el hecho político hablando en los medios de un «rechazo propositivo».
Así, el gobierno perdió un aliado que a comienzos de marzo aparecía alineado con él. El golpe es doble para La Moneda. Además de la pérdida de un adherente seguro en el mundo social, significa también un grave traspiés en la ofensiva para aislar al movimiento estudiantil que se orquestaba desde el gobierno.
El hecho precipitó la intervención del Ministerio del Interior en el Mineduc, el primer gran traspié del ministro Eyzaguirre. La primera señal política de que el gobierno encajó el golpe propinado por estudiantes y profesores, unidos en su rechazo a la agenda legislativa gubernamental.
En este periodo también se han profundizado los cruces de opiniones divergentes -a propósito de las reformas- entre Ignacio Walker, presidente de la DC, y sus socios del pacto de gobierno. Al mismo tiempo, las movilizaciones del movimiento por la educación y otros actores sociales, como los trabajadores y organizaciones de apoyo al mundo sindical, generan líneas de quiebre al interior del conglomerado de gobierno.
El caso más elocuente es la votación del proyecto de eliminación del multiRut, que fue aprobado unánimemente por la derecha y en forma mayoritaria por la Nueva Mayoría, pero contó con un número importante de votos de rechazo en las propias filas de gobierno. Este desorden se extendió incluso a una bancada supuestamente muy disciplinada como la del PC. Su presidente, Guillermo Teillier, votó a favor, mientras Hugo Gutiérrez y Camila Vallejo votaron en contra y Daniel Núñez se abstuvo (Lautaro Carmona y Karol Cariola estaban ausentes).
En definitiva, empieza a manifestarse la distancia entre la profundidad de las contradicciones del capitalismo neoliberal, recogidas en las demandas del movimiento social, y el escaso calado de las medidas con que las enfrenta el gobierno.
En este contexto, la única vía para que las demandas del movimiento social se satisfagan es aumentar y profundizar la lucha y unidad de las fuerzas político-sociales que están por el fin del modelo neoliberal y no por simples parches a éste. Dentro de ese movimiento, corresponde a las fuerzas anticapitalistas buscar la conducción política para asegurar su desarrollo en un sentido favorable a los trabajadores y el pueblo, dotarlas de una perspectiva de superación del capitalismo, evitando tanto diluirse en la generalidad de las demandas democráticas como caer en la marginalidad y el aislamiento.
Publicado en «Punto Final», edición Nº 807, 27 de junio, 2014