A sus 67 años, María Escalada ha experimentado la presión de tener que dedicarse a los cuidados de su padre enfermo y verse obligada por ello a dejar su profesión de maestra primaria. Para sostener el hogar, tuvo entonces que dedicarse, además, a labores de limpieza en viviendas cercanas.
«Luego de su muerte volví a Educación como auxiliar, pero los fines de semana continué dedicándome a limpiar y, a veces, a cuidar ancianos una noche, o un día fijo de la semana. El salario no alcanza y hay que hacer de todo, pero luego de la covid es cada vez más difícil llegar a fin de mes», dijo esta habanera a SEMlac.
Especialistas advierten que son muchas las mujeres que quedan fuera de los conteos oficiales, aun cuando en las actividades que realizan en el hogar coexisten, en espacio y tiempo, el trabajo remunerado, el no remunerado, el cuidado directo e indirecto, la atención de salud, la limpieza y otras actividades relacionadas con una economía informal, muchas veces en condiciones de pobreza y precariedad. Todas realidades exacerbadas por la crisis de la covid-19.
Cuatro de cada 10 mujeres dijeron haber abandonado el trabajo remunerado por una causa diferente a la jubilación, al ser entrevistadas para la Encuesta Nacional de Envejecimiento de 2017. Las labores de cuidado son una de las causas fundamentales de este abandono, ante las insuficientes alternativas para asumir esta necesidad en el ámbito familiar, sin que ello sea una sobrecarga mayor.
Para la socióloga Dayma Echevarría, «si se considerara un trabajo, ello podría contribuir a garantizar que quienes cuidan y tienen que abandonar su vida laboral remunerada para realizar esta actividad reciban un salario por su ejercicio, acumulen años para la jubilación y sean valoradas socialmente».
Reconocer el trabajo doméstico como trabajo, asegurar que quienes cubran esas actividades lo hagan por voluntad propia y no por imposición de una situación de desigualdad, al tiempo que cuenten con apoyos similares a quienes realizan tareas productivas, es una brecha latente en el escenario laboral cubano hoy.
Los cuidados emergen como uno de los grandes desafíos de la sociedad cubana, marcada por el acelerado envejecimiento de la población, con 21,6 por ciento de personas (alrededor de 2.4 millones) con 60 años o más.
«Se necesita apostar por un modelo corresponsable de cuidados y ello lleva la implicación de distintos actores de la sociedad», apuntó a SEMlac Magela Romero, socióloga y coordinadora general de la Red Cubana de Estudios sobre Cuidados.
Para la especialista, «en la iniciativa de crear un sistema para el cuidado integral de la vida es el Estado quien se encarga de organizar la distribución, accesibilidad y la calidad de los cuidados. Sin embargo, los distintos actores tienen que implicarse en el cuidado de la vida como un deber y un derecho social», dijo.
Romero considera que las nuevas formas de gestión económica forman parte de las iniciativas que tienen que integrarse a la prestación de esos servicios desde una mirada corresponsable, que apuesta también por el cuidado como un derecho ciudadano y «que obviamente tiene que ser accesible».
La primera mipyme de cuidados en Cuba
Bajo la premisa de «aportar al desafío demográfico que supone el acelerado envejecimiento de la población cubana», Miladys Ramírez López impulsó la que es hoy la primera mipyme dedicada a los servicios profesionales de cuidados a personas mayores en situación de discapacidad y enfermas: TaTamanía.
Aunque el 15 de septiembre de 2022 se firmó la escritura notarial y nació oficialmente esta agencia, la idea de Ramírez data de más de una década atrás.
«En 2005, en medio de una difícil situación económica en mi provincia, Guantánamo (ubicada en el extremo oriental de Cuba), acepté la propuesta de una amiga de cuidar a su madre varios días a la semana y me di cuenta del gran alivio que significa para las familias que existan personas que brinden servicios de cuidados y que lo hagan de forma integral y profesional», contó a SEMlac.
A su juicio, emprender en este sector es un desafío profesional, pero muy necesario en la nación caribeña, donde habitan personas mayores en 45 por ciento de los hogares.
«La aprobación de normativas que permiten la creación de micro, pequeñas y medianas Empresas (Mipyme) nos brindó la posibilidad legal de convertirnos en la primera empresa privada del país dedicada al cuidado de personas adultas mayores aprobada por el Ministerio de Economía y Planificación», señaló.
Según Ramírez López, la empresa -cuyo nombre alude a la forma amorosa en que su nieta llama a su otra abuela: «TaTa»- comenzó a ofrecer sus servicios el 15 de enero, con una plantilla de 35 trabajadores para el primer trimestre del 2023.
«Establecimos la oficina principal en La Habana, para lograr un mayor alcance», señaló la entrevistada, quien explicó que la mipyme está conformada por personal de administración, supervisión y de cuidadores.
«Estos últimos son los encargados de la interacción directa con los clientes o personas a cuidar. En su mayoría son graduados de carreras afines al sector de salud pública, con más de 10 años de experiencia en el cuidado de personas adultas mayores y enfermas. TaTamanía no brinda servicios de salud, sino de acompañamiento, según las necesidades de los clientes», detalló.
Según explicó Ramírez López, los trabajadores «fueron seleccionados mediante un riguroso proceso de idoneidad profesional. Buscamos una alta motivación y sensibilidad por este trabajo», dijo.
Sobre el modelo de trabajo, comentó que «inicia con una visita al domicilio, donde se realiza una evaluación integral de la persona a cuidar y de su entorno higiénico-sanitario, para identificar sus necesidades de cuidados.
Esta información se registra en una planilla con acuerdo de confidencialidad y forma parte del contrato entre las partes. A partir de ahí, se selecciona al cuidador según su experiencia profesional, lugar de residencia y características del cliente.
«A este cuidador se le asigna un supervisor, quien debe responder diariamente por la calidad de sus servicios y se encarga de interactuar con los familiares. Confeccionamos los contratos laborales y de servicios y el reglamento disciplinario para que trabajadores y clientes se sientan protegidos en el orden legal», refirió.
Para Ramírez López, la colaboración ha sido importante. «Establecimos alianzas con otros actores económicos para obtener productos de aseo que garanticen el servicio doméstico y de higiene de la persona a cuidar», ejemplificó.
«Desde el momento que publicamos en redes la creación de la empresa, hemos recibido mensajes de cariño y apoyo no solo de personas de Cuba, sino de varios países que reconocen la importancia de estos servicios, algunos con intención de realizar donativos materiales para nuestros adultos mayores», comentó.
«Otras personas preguntan sobre el recorrido legal de la empresa y solicitan asesoramiento para crear iniciativas similares. Nos alegra mucho saber que podemos ser referentes y en algún momento construir alianzas entre agencias de cuidados de varias provincias del país», consideró Ramírez López.
Agregó que han recibido muestras de apoyo de instituciones como la Federación de Mujeres Cubanas, artistas, personal de la Salud Pública e incluso reconocidos académicos con trayectoria en la investigación sobre personas mayores.
Retos para cuidar
Ramírez López aspira a que otras empresas puedan sumarse a esta labor y crear una gran comunidad. «El hecho de ser una Sociedad de Responsabilidad Limitada brinda garantía legal a trabajadores y clientes, que desde otra forma organizativa estarían restringidos por la propia naturaleza jurídica de la empresa», dijo.
En su opinión, las proyecciones demográficas -que prevén Cuba sobrepase el 30% de envejecimiento en cinco años- suponen repensar desde un enfoque social y económico cómo proporcionarles facilidades a las personas mayores y sus familias para que vivan esta etapa de sus vidas con mayor bienestar.
«Con la articulación de entidades, actores económicos, organizaciones sociales y políticas…pueden hacerse más llevaderos los cuidados, sobre todo en los servicios. La etapa pandémica arrojó luces sobre las alternativas implementadas para que las personas aisladas cubrieran sus necesidades», reflexionó.
Con este criterio coincide Dalieny Ortega, creadora de Cubela’s, un proyecto de desarrollo local devenido mipyme y dedicado a los servicios integrales de limpieza. Desde su surgimiento en 2017 como trabajadores por cuenta propia, tuvieron un fuerte componente social vinculado a los cuidados, pues prestan servicio de manera gratuita al Hogar materno de Plaza de la Revolución, en la capital cubana.
Su intención es extender esos beneficios a otros hogares maternos y a la casa de niños sin amparo familiar del municipio Playa, comentó Ortega a SEMlac.
Entre las proyecciones de Dalieny está prestar servicio a los hogares de abuelos que existen en el municipio y también ofrecer un descuento para los adultos mayores. Esa última experiencia la aplican actualmente con algunos ancianos vecinos de la lavandería que conocen que viven solos.
Emprender en esta área no es un camino fácil, refirió Ramírez López, quien mencionó obstáculos como el elevado proceso inflacionario que vive Cuba y la inexistencia de un mercado mayorista. «Aunque nuestro principal recurso es el humano, para poder realizar los cuidados integrales y profesionales a que aspira TaTamanía, necesitamos adquirir medios que nos lo permitan», ejemplificó.
Agregó que ya trabajan para construir alianzas con entidades del gobierno y organismos financistas de proyectos de cooperación internacional, con el propósito de crear «Casitas de abuelos» donde puedan recibir y atender, en días laborales, a personas mayores de familias que necesitan trabajar y no tienen condiciones para lograr el cuidado a domicilio en sus viviendas.
«Esto marcaría un antes y un después para la empresa; estamos muy entusiasmados con lo logrado, pero mucho más con lo que podríamos alcanzar», dijo.
Para la socióloga Magela Romero, un aspecto que no debe perderse de vista es la mercantilización de los servicios de cuidados, teniendo en cuenta que pueden generar brechas de inequidad social relacionadas con el acceso. Los precios de en el mercado pueden estar siendo inaccesibles para un grupo importante de la población.
De ahí que «en esta estrategia de promover servicios de cuidados desde las formas de gestión no estatal, corresponderá a los gobiernos municipales y locales evaluar cuáles son las características, demandas y responsabilidades que tienen que asumir los distintos actores en los territorios del país», dijo Romero.
La atención a las personas mayores, a las más vulnerables y a servicios de cuidados, como las guarderías y los hogares de abuelos, es una responsabilidad social que debería ser compartida entre todos y no solo una obligación estatal, sostuvo Dalieny Ortega. «Hay mucho que hacer en ese camino», aseveró.