El presidente de Venezuela Hugo Chávez, se ha puesto en actividad para gestionar un acuerdo humanitario con la guerrilla de las Farc, no sólo exponiendo públicamente los pasos que podría dar para ello, sino aprovechando la colaboración completa de la senadora colombiana liberal de izquierda Piedad Córdoba, a quien el presidente Uribe Vélez autorizó para […]
El presidente de Venezuela Hugo Chávez, se ha puesto en actividad para gestionar un acuerdo humanitario con la guerrilla de las Farc, no sólo exponiendo públicamente los pasos que podría dar para ello, sino aprovechando la colaboración completa de la senadora colombiana liberal de izquierda Piedad Córdoba, a quien el presidente Uribe Vélez autorizó para actuar en ese mismo objetivo, al tiempo que en el propio gobierno de Colombia el Ministro de Relaciones Exteriores Fernando Araújo Perdomo y el Ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias, se han convertido de hecho en voceros públicos de oposición a esos acuerdos y lideran abiertamente posiciones que chocan con las declaraciones del presidente Uribe Vélez para adelantar negociaciones con las Farc, pese a que su política ha sido la de exterminio total de ese grupo armado. Chávez y Piedad Córdoba han buscado comunicación directa con los dirigentes de las Farc para desarrollar conversaciones futuras inmediatas que permitan poner en ejecución soluciones específicas a la crísis de la violencia política en Colombia.
Pese a todo, se han comenzado a manifestar informaciones en la prensa y otros medios de comunicación sobre las matanzas y crímenes que se siguen cometiendo en Colombia por los mismos grupos paramilitares que han golpeado al país con la violencia y exterminio de campesinos y opositores a la democracia y a un acuerdo general de paz.
Por ejemplo, el diario El Tiempo, el más antiguo de los que salen en Colombia, ahora convertido en una empresa periodística hispano-colombiana, está publicando ya mayor información sobre la violencia. En su edición del 23 de este mes informa que «Mientras en Bogotá la parapolitica sigue haciendo ruido en el departamento vecino del sur – el Meta – se ha desatado una silenciosa guerra entre grupos de paramilitares que participaron en la negociación con el gobierno. Lugareños cuentan cómo los «Cuchillos» y los «Macacos» se han ensartado en una guerra que en su momento más cruento, entre el diez y el catorce de agosto, habría dejado 250 muertos de lado y lado. «Hubo gente a la que le tocó transportar en camiones pedazos de cuerpos, porque vino el avión y bombardeó y los dejó destrozados», contó una fuente del lugar a EL TIEMPO al referirse a una aeronave militar. La policía dijo que en lo corrido en los dos últimos meses el saldo de los combates es superior a los 350 muertos. La segunda guerra de los «paras en los Llanos deja ya 350 muertos».
Esta misma situación se repite en otros sitios de Colombia y la prensa escrita y otros medios de comunicación están divulgando las matanzas atribuídas a los paramilitares que entre negociaciones y negociaciones continúan sus actividades criminales. La violencia actual en Colombia no es, pues, obra exclusiva de los dos grupos guerrilleros sobrevivientes. Se puede afirmar que en todos los municipios de Colombia se desarrolló la guerra de los paramilitares, especialmente contra los sectores campesinos pobres y medianos, porque muchos de los grandes latifundistas del país se asociaron a la creación del paramilitarismo y la violencia rural.
Los hechos anteriores muestran la urgencia de un arreglo político como el que están impulsando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, la Senadora liberal Piedad Córdoba y otras organizaciones civiles y de trabajadores, profesores y estudiantes comprometidos en la búsqueda de la paz. Ojala los esfuerzos políticos de ahora conduzcan a lograr ese objetivo después de 61 años continuos de guerra y muerte internas en Colombia.