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Nuevo triunfo del «partido de las y los No electores»

Fuentes: Rebelión

Como fue señalado y advertido por la mayoría de los analistas de la política nacional la abstención electoral en las elecciones Municipales 2016 sería mayor que la registrada en las elecciones municipales del año 2012. En efecto, el «partido de los no electores», es decir, ese conglomerado heterogéneo y plural de ciudadanas y ciudadanas que […]

Como fue señalado y advertido por la mayoría de los analistas de la política nacional la abstención electoral en las elecciones Municipales 2016 sería mayor que la registrada en las elecciones municipales del año 2012. En efecto, el «partido de los no electores», es decir, ese conglomerado heterogéneo y plural de ciudadanas y ciudadanas que «no votan» en las elecciones del régimen autoritario electoral o democracia protegida, volverían a ser la principal fuerza política al interior de la sociedad neoliberal chilena Por cierto, las elecciones Municipales 2016 lo ratificaron.

De acuerdo a los datos entregados por el SERVEL, de las y los 14.121.316 electores convocados a participar solo 4.714.102 emitieron un voto válido, o sea, el 33,38% del padrón electoral. En consecuencia, 9.407.214 de electores no participaron en las elecciones. Mientras que otro grupo menor de electores 175.885 anularon o dejaron su voto en blanco. De manera que la abstención general alcanzo al 67.86%, es decir, 9.583.199 electores no eligieron. Por lo tanto, la «no participación ciudadana», el partido de los no electores, volvió a ganar, aumentó en 8 puntos porcentuales en relación a la Municipal de alcaldes del año 2012. Todos los demás partidos políticos fueron a la baja. Esto significa que el 68% de la ciudadanía rechazo o rehusó a elegir alguno de los cientos de candidatos a alcaldes que los diversos partidos políticos presentaron en las diversas comunas del país. También rechazaron a elegir algún candidato a concejal, en esta elección la abstención general fue superior en 5 puntos, alcanzando el 73.78%. En promedio entre ambas elecciones la abstención fue de un 71%.

 

Esta cifra histórica de rechazo electoral, en ningún momento de la historia electoral de la sociedad chilena, se había alcanzado. Las razones que explican la no concurrencia de las y los ciudadanos al proceso electoral actual no son atribuibles a factores coyunturales, sino que son factores políticos estructurales, que se arraigan tanto con la dictadura cívico militar (1973-1990) como con la puesta en vigencia de la democracia protegida desde1990 hasta la actualidad. Tanto la dictadura militar como la democracia protegida son regímenes políticos que expresan la estructura de dominación impuesta y desarrollada por las diversas elites de poder y con poder de la sociedad neoliberal chilena.

La democracia protegida o régimen político autoritario electoral constituye un tipo de régimen político que impide de diversas formas la expresión democrática y libre de la ciudadanía. Esta durante 26 años, 1990-2016, ha sido empobrecida y reducida solo y exclusivamente al «acto de votar». A las clases dominantes y dirigentes nunca le ha interesado la participación política activa de la ciudadanía.

El sistema electoral binominal, por ejemplo, fue un poderoso mecanismo político electoral para excluir a diversos sectores políticos, reduciendo o jibarizando la representación política como electoral solo a un bipartidismo engañoso pero efectivo. La conformación tanto de la Concertación de Partidos por la Democracia (CPD) como las Alianza por Chile fueron expresiones de esa reducción. Pero, el sistema binominal no habría podido mantenerse en el tiempo sin el concurso de las reglas electorales que imponían la inscripción voluntaria y el voto obligatorio. Estas reglas impuestas por la dictadura cívico-militar vigente desde 1988 hasta 2012, o sea, durante 24 años, fueron usadas tanto por la CPD como por la derecha para tener el control de la democracia protegida y, sobre todo, para extender el dominio y la hegemonía de las formas neoliberales al interior de la sociedad chilena. Para ambos conglomerados defensores ultranza de las forma de acumulación capitalista neoliberal, les ha interesado permanentemente las despolitización de la ciudadanía. No le interesa una ciudadanía empoderada ni activa ni participante. Todo lo contrario su objetivo central a lo largo de estos 40 años de dominación social y política neoliberal es que la ciudadanía se enajene en el «paraíso del consumo».

Por esa razón, durante 20 años la CPD (1990-2010), rehúso a confrontar y enfrentar políticamente el sistemático y permanente crecimiento del «partido de los no electores». Ni tampoco la profunda crisis política de la representación que implica la mantención de la democracia protegida. El hecho que ganara constantemente elecciones no le constituía un problema. Todo lo contario, la CPD, se consideraba asimismo como la «coalición más exitosa» de la historia de Chile. Sin percibir que el «partido de las y los no electores» era una respuesta ciudadana a su forma de gobernar y de reducir la política solo al arte de administrar la dominación capitalista. Dicha forma también le era conveniente a las elites empresariales. Además, estas controlaban financieramente la política neoliberal que desarrollaban tanto la CPD y, por cierto, la derecha.

L a formación del «partido de los no electores», es decir, de un amplio y heterogéneo grupo de ciudadanas y ciudadanos que rechazan la dominación neoliberal como las forma políticas y electorales de la democracia protegida, se comenzó a gestar en la coyuntura plebiscitaria de octubre 1988.

Si bien, es cierto, que ese año la ciudadanía se inscribió masivamente en los registros electorales con el objeto de participar en el plebiscito convocado por la dictadura, cabe señalar que tempranamente un grupo pequeño de ciudadanas y ciudadanos: optó por no inscribirse en los registros electorales por ende no participar ni votar en dicho plebiscito, por considerar que con ese acto político se legitimaba la institucionalidad política autoritaria y permitía la entronización de un régimen político electoral, autoritario y excluyente. En otras palabras, una «mala democracia».

En el cuadro 1 se específica la evolución de la abstención electoral desde 1988 hasta 2016, en el queda claramente demostrado que la no participación tanto de los no inscritos como aquellos ciudadanos que no concurrían a votar o dejaban el voto en blanco o nulo fue creciendo de manera sistemática desde un 11.0% para alcanzar su punto más alto en las elecciones municipales del 2016 con el 67.86%.

 

Algunos analistas han sugerido que en Chile, a comienzos de la «democracia protegida», se verifico una «revolución participatoria», para ejemplificar que para el plebiscito de 1988 y las primeras elecciones fundacionales tuvieron una alta participación ciudadana, lo cual estadísticamente, es cierto. No obstante, ya en 1992, en la primera elección municipal la no participación conformada como he dicho por lo no concurrentes, no inscritos como por los votos nulos y blancos, se elevó, por sobre el 25%, de la población electoralmente activa (PEA). Y, desde 1996, la no participación política y electoral ciudadana no bajo del 30% y no dejó de subir hasta alcanzar la cima del 67.86%.

Sin embargo, la clase política como los analistas conformes con el sistema político no consideraron que la no participación ciudadana ya sea por la no concurrencia a los procesos electorales, como el anular y dejar el voto en blanco constituía un problema. Es más, para algunos analistas políticos, la «libertad de elegir» consagrada en la Constitución Política del Estado de 1980, se manifestaba al momento en que el ciudadano decidía libremente: si se inscribía o no en los registros electorales. Esa era su primera decisión

 

Evolución de la NO Participación política electoral 1988-2013

 

Año

Población en Edad de Votar

Inscritos en los registros electorales

NO Inscritos

Votos Nulos/

blancos/

No inscritos

%

Abstención

1988

8.062

7.436

626

889

11.02

1989

8.243

7.558

685

1.344

16,30

1992

8.775

7.841

934

2.345

26,72

1993

8.951

8.085

866

1.848

20,64

1996

9.464

8.073

1.391

3.085

32,59

1997

9.627

8.078

1.549

3.746

38,90

1999

9.945

8.084

1.861

2.890

29,00

2000

10.100

8.089

2.011

3.648

36,11

2001

10.500

8.075

2.425

4.393

41,83

2004

10.700

8.013

2.687

4.577

42.77

2005

10.800

8.221

2.579

3.758

34,79

2008

12.066

8.110

3.956

5.704

47,27

2009

12.226

8.235

3.991

5.284

43,21

2012

13.388

13.388

 

8.127

60.70

2013

13.574

13.574

 

7.991

58.86

2016

14.121

14.121

 

9.583

67.86

Elaboración JCGL con datos del SERVEL

política ciudadana «por tanto, sostuvo -la politóloga Marta Lagos en su momento- que la democracia representativa está puesta entredicho porque un porcentaje de votantes significativos elige no votar válidamente, es creer que el voto válido es lo único legítimo».

De manera, que «no elegir» ya sea, porque no se concurre a un torneo electoral, o porque se anula el voto o se lo deja en blanco, es tan legítimo como votar por una preferencia política determinada. Por extensión, suponemos que no inscribirse en los registros electorales no solo era legal sino también legítimo. Pues, son manifestaciones de la libertad de elegir de las y los ciudadanos en la sociedad neoliberal. Marta Lagos, nos advierte, que sería un error, pensar que «una democracia vaya a ser de segunda categoría porque no tenga a todos (las y los ciudadanos) inscritos y participando».

Efectivamente, al modificar la regla electoral estableciendo la inscripción automática y el voto voluntario en el 2012, ambos conglomerados políticos como también el parlamentarios del partido Comunista consideraron que la democracia protegida se perfeccionaba y alcanzaba una mejor calidad institucional, pues las y los ciudadanos, seguían siendo libres para elegir: elegir entre votar y no votar. Y, desde esa fecha hasta hoy el crecimiento del «partido de los no electores» siguió su marcha ascendente y la democracia protegida profundizo su decadencia política e institucional.

El descontento con esta forma política es política y estructural. Se ha visto profundizada por las nuevas generaciones políticas nacidas en «democracia», especialmente, por las y los jóvenes que se constituyeron como ciudadanías políticas en el ciclo de protesta que desde 2006 hasta la actualidad. Por eso, el no votar, «el partido de los no electores» no es una manifestación de la apatía política o del rechazo a la política. Los ciudadanos no electores no son apolíticos ni tampoco son antidemocráticos. Todo lo contario son ciudadanos políticos y profundamente democráticos. Pero, no lo son al estilo ni a la forma que el actual sistema político exige. De allí su rebeldía y su rechazo al actual sistema político.

Estos «no electores» sin participar directamente en el proceso electoral han provocado una profunda grieta política institucional a la democracia protegida, han proporcionado una contundente derrota electoral a la Nueva Mayoría, o sea, al gobierno de la presidenta Bachelet, al Chile Vamos, como también a los diversos conglomerados políticos que se organizaron para participar electoralmente un régimen político decadente. Más del 70% dijo hoy basta queremos construir otra forma democrática. Pero, no queremos ni a la vieja política ni tampoco a la nueva. Obvio, que hay siempre excepciones. Pero cuidado, no son excepciones amplias ni contundentemente representativas.

La clase política enquistada en el poder hace 26 y los partidos políticos conformes con el régimen pueden obviar la profunda crisis política que implica la existencia 9.500.000 de ciudadanos que expresan y manifiestan a través del acto de no votar su disconformidad con el régimen político. Hoy la democracia protegida entró en su fase terminal.

Por eso, es ridículo los análisis que obvian la gigantesca abstención como aquellos que celebran triunfos electorales mínimos y que en vez de enorgullecerlos les debiera dar vergüenza. Pues, sus triunfos son la manifestación política de la profunda crisis de representación política de la democracia protegida. Los ganadores no representan a la comunidad política a que van gobernar. Los ganadores no perciben que gobernaran a una ciudadanía fantasma. Una ciudadanía que no los quiere y que los rechaza mayoritariamente.

Es representativo un alcalde o alcaldesa elegida con menos del 10% de los votantes de su comunidad. Tomemos tres ejemplos para demostrar la no representación de algunos alcaldes ganadores.

Primer ejemplo, Comuna de Santiago:

En esta emblemática comuna competían por el cargo de alcaldes siete candidatos. Tres representantes de la vieja política: Carolina Toha, en representación de la Nueva Mayoría; Felipe Alessandri, por el Chile Vamos y Patricia Morales, por el Partido Progresista y por la nueva política, cuatro candidatos del Pacto poder Ecologista y Ciudadano, Pacto Pueblo Unido, Pacto Alternativa Democrática y Pacto Justicia y Transparencia.

Segundo ejemplo, Comuna de Maipú:

Maipú considerada como una de las Comunas emblemáticas de la sociedad neoliberal, constituida por amplias capas medias aspiracionistas y sectores populares neoliberalizados, presentaba un complejo escenario político, dado la situación judicial que afecta a su actual alcalde Christian Vittori Muñoz, ex demócrata cristiano y ex miembro de la Nueva Mayoría, quien impedido de postularse como candidato por su partido y por dicho conglomerado, decide renunciar y postularse como independiente. Pesa sobre el acusaciones de corrupción. La cartilla quedo conformada por 5 postulantes más, dos de la vieja política, Freddy Campusano, por la Nueva Mayoría y Catherine Barriga, por el Chile Vamos, una «out sider», por provenir de la farándula televisiva. Y, tres representantes de la nueva política, el Pacto Poder Ecologista y Ciudadano, Pacto Pueblo Unido y el Pacto Justicia y Transparencia.

Tercer ejemplo, Comuna de Valparaíso

En la Comuna donde se encuentra el edificio de la representación legislativa el Congreso Nacional, Valparaíso es una comuna emblemática, envuelta en una larga crisis estructural, compitieron cuatro candidatos. La Nueva Mayoría, presento como candidato a un «out sider», popular cantante Leopoldo Méndez Alcayaga, que no concitaba el apoyo entre los diversos partidos de la coalición oficialista. El Chile Vamos, repostuló al alcalde en ejercicio Jorge Castro, y la nueva política presento a dos candidatos, el Pacto Justicia y Transparencia a Carlos Lemus y la candidatura Independiente de Jorge Sharp. Ahora esta última no tenía mucha independencia pues está ligada a los grupos políticos que apoyan al diputado Boric y se identifican con los «autonomistas», sector escindido de la Izquierda Autónoma.

Los resultados electorales de estos ejemplos son los siguientes:

 

SANTIAGO

MAIPÚ

VALPARAISO

PADRÓN ELECTORAL

302.535

370.091

284.198

VOTANTES

67.579

102.168

88.154

% DE VOTANTES

22.33%

27.81%

31.02%

NO ELECTORES

235.006

267.168

196.044

% NO ELECTORES

77.67%

72.18%

68.98%

VOTOS ALCALDE ELECTO

29.862

35.311

46.311

% DE REPRESENTACIÓN

9.87%

9,5%

16.29%

% DE RECHAZO

90.1%

90,5%

83.71%

Elaboración JCGL Datos SERVEL

Los tres alcaldes han sido electos con mínimas o mejor dicho con paupérrimas votaciones. En las tres comunas el rechazo al alcalde electo es altísimo, por ende su representación bajísima. En Maipú como en Santiago, electos no superan el 10% de las preferencias ciudadanas. O sea, el 90% los rechaza. Con algo menor de rechazo, es el caso de Sharp en Valparaíso, quien obtiene solo el 16, 29 de la preferencias ciudadanas.

Ahora bien, la democracia electoral, entrega otra forma calcular los porcentajes de representación. Esta forma espuria y mañosa busca enturbiar y engañar a la ciudadanía. Pues, cuando se modificó la regla y se amplió el universo electoral con la inscripción automática, no se modificó la forma de calcular la representación. Mantuvo la vieja fórmula de hacerlo solo sobre el universo de concurrentes, ello permite asignarle a los ganadores como a los perdedores porcentajes inflados y no reales. Pues, no considera en ese cálculo a todo el padrón electoral. De esa forma, engaña a la ciudadanía. Veamos como:

 

SANTIAGO

MAIPÚ

VALPARISO

% SERVEL

46,76%

36,15%

53.75%

% CIUDADANO

9.87%

9,5%

16.29%

Elaboración JCGL Datos SERVEL

Es evidente que con este cálculo inducen al engaño a la ciudadanía. Engaño avalado por todos los actores políticos. A todos los participantes les conviene asumir que la votación obtenida es la señalada por el SERVEL y no la resultante del ejercicio real de tomar en consideración a todo el padrón electoral tanto comunal como también nacional.

Si este ejercicio lo lleváramos al apoyo obtenido por los partidos políticos a nivel nacional tomando la votación obtenida en la elección municipal, el panorama sería profundamente desolador. La Nueva Mayoría obtuvo según el SERVEL el 37.08% de las preferencias con 1.747.963% de votos ciudadanos. Pero la realidad, es más dramática. Pues, al considerar todo el universo electoral, la adhesión ciudadana a lo nueva mayoría es de solo el 12,3%. El partido de la presidenta Bachelet, el Socialista, obtuvo, según cifras del SERVEL, 377.629 de los votos que equivalen en la fórmula de serveliana a 8.01%. Pero en realidad, el Partido Socialista de Chile, solo tiene la adhesión del 2.67% de los electores nacionales.

En la derecha el panorama no es mejor. El pacto Chile Vamos obtuvo 1.811.925 con un asignación de un 38.44% y en que en la realidad equivalen solo al 12.8% del actual padrón electoral. El partido más corrupto del sistema la UDI, obtuvo 697.641 votos con 14.8%, pero la realidad dice que la UDI, solo tiene la adhesión del 4,9% del electorado. Con dicho porcentaje se ubica, sin embargo, como el partido más votado del sistema partidos de la democracia protegida.

Esos los partidos de la vieja política, que paso con los partidos de la nueva político, por ejemplo, con Revolución Democrática. Este joven partido solo obtuvo 11.820 votos, obteniendo un 0,25% de los votos. Esa votación en un universo de 14.121.316 electores es el 0,08%. La nada misma.

El partido Comunista de Chile, organización política que había representado durante 24 años la posición antineoliberal, ingreso en el año 2013 a la Nueva Mayoría y desde 2014 es el conglomerado más fiel al programa de la presidenta Bachelet, o sea, del neoliberalismo corregido. Transformándose en una nueva expresión de la izquierda neoliberal, junto con el Partido Socialista de Chile y el Partido por la Democracia. Obtuvo 76.001 votos lo que representa tan solo el 0.53% al interior del padrón electoral total. La derrota política y electoral del PC es total. Una de sus principales referentes la alcaldesa de la Comuna Pedro Aguirre Cerda, Claudina Núñez, fue derrotada ampliamente tanto «por las y los no lectores» como por los electores. La abstención en esta popular comuna llegó al 70.5%, el candidato electo el independiente Juan Rozas Romero, obtuvo la alcaldía con solo el 9.18% de las preferencias de los electores. El nivel de rechazo es de un 90.8%. No obstante, el SERVEL y su mágica fórmula le asigna nada menos que el 47,56% de las preferencias ciudadanas comunales. La exalcaldesa solo obtuvo el 8.645 votos, o sea, el 8,9% y no el 31,7%.

Todo lo anterior deja claramente expresada que la elección municipal 2016 carece de una sólida representación política y cada alcalde o concejal electo no representan a la comunidad política. La crisis del régimen democrático protegido o de la democracia electoral o autoritario electoral está en banca rota. Los partidos políticos ya no representan ni canalizan los intereses a nivel local. Un sistema de naturaleza no puede mantenerse en el tiempo. De no producirse cambios sustantivos en el sistema político lo más probable que el «partido de los no electores» alcance mayores porcentajes en las elecciones presidenciales de 2017.

La ciudadanía debe iniciar la construcción hoy -y, no mañana ni esperar que la actual clase política lo haga- de la nueva democracia.

Como he demostrado que obtener un cargo público con menos del 10% o 20 % de las preferencias electorales significa que el 90 u 80% de la ciudadanía comunal rechaza mayoritariamente al elegido. Pero, también, significa que las y los electores rechazaban a los otros postulantes. El fondo de la cuestión que el partido de los no electores viene señalando desde hace más 20 años que la actual democracia es una mala democracia. Muchos quieren otra democracia. Una democracia en donde los que han mantenido la institucionalidad pinochetista por 28 años se vayan, pues no representan a un puñado de acólitos, asistentes, militantes, etcétera.

El mandato de las y los ciudadanos que conforman el «partido de los no electores ha sido claro y contundente ha sido queremos otra democracia.

Se requiere otra democracia y otros representantes. No queremos una representación por delegación sino por mandato y participativa. Solo ese tipo de representación democrática hará posible los cambios que la ciudadanía movilizada desde el 2006 hasta la actualidad exige. El fin de la educación de mercado, el fin del mercado de la salud y de la previsión social; el fin de la devastación de la naturaleza, el término de la explotación extractivista transnacional de los bienes comunes, la suspensión de los proyectos IIRSA, la devolución de su territorio al pueblo mapuche por parte del estado nacional; la derogación de la Ley de Pesca, entre otras tantas cosas solo será posible con una nueva democracia.

Ahora bien, el «no votar» implica que las y los ciudadanos no electores han decidido tomar la responsabilidad política de manera directa y no delegarla a otros u otras que supuestamente asumen esa representación política. Por ello, el no votar es y será siempre un ejercicio político democrático. No obstante, para que sea políticamente eficaz es necesario que las y los ciudadanos no electores se organicen y movilicen activamente por la constitución de la democracia ciudadana, social y participativa. Para tal efecto, se debe exigir y demandar la destitución del poder constituido y la formación de un poderoso y democrático poder constituyente.

El no votar nos obliga a ponernos a trabajar social y políticamente por la transformación de la sociedad actual. Significa asumir el compromiso de actuar activamente por el cambio. Exigir, por ejemplo, la ilegitimidad del proceso electoral actual. El cual puede ser legal pero no legítimo. No podemos permitir que alcaldes asumen el cargo careciendo de legitimidad y, sobre todo, con mínimos porcentajes de representación.

Por último, que nadie se mueva a engaño hoy no ganó la derecha ni perdió la nueva mayoría. Hoy se inició el fin de la democracia protegida. Es el comienzo de una nueva etapa de la historia política nacional. Y, esa historia la vamos construir las y los ciudadanos y no las elites partidarias tanto de la derecha, centroderecha como de la izquierda neoliberal que han gobernado durante 26 años la sociedad neoliberal.

Para cerrar, tengo la convicción si ello no ocurre será lamentable para las actuales como las próximas generaciones. No podemos las y los ciudadanos tanto electores como no electores entregar la historia futura a la devastación del capital neoliberal. Eso sería una segunda irresponsabilidad política e histórica. La abstención política para que no sea un dato estadístico debe ser activa y revolucionaria.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.