En su etapa más activa desde que dejó la primera línea de la política nacional, Julio Anguita afirma que estará en política hasta que se muera
Julio Anguita González (Fuengirola, 1941) está viviendo su etapa más activa desde que dejó la primera línea de la política nacional, «los cargos», como él mismo lo define. Acaba de publicar un libro, junto a la periodista Carmen Reina, de Conversaciones sobre la III República (Editorial El Páramo) que ya ha agotado dos ediciones y que no para de presentar en media España. Tras poner en marcha el Frente Cívico, un movimiento social que renuncia a presentarse a las elecciones pero que aspira a aglutinar a una mayoría para la movilización, Anguita no para de ser llamado para impartir conferencias y asistir a programas de televisión de máxima audiencia. Pese a su nuevo repunte de una popularidad, que ya era alta, sigue fiel a sus costumbres, al bar al que acude todos los días a tomar café, donde se desarrolla la entrevista. Es temprano. En la televisión de la cafetería, encendida, se ve a José María Aznar. El día de antes ha concedido su famosa entrevista que ha sacudido las costuras del PP.
Podríamos empezar la entrevista por lo último…
…lo último es la amenaza de Aznar, que vuelve [risas].
Ah, bueno. Pues pensaba preguntarle por otra cosa, pero me pone en bandeja una pregunta sobre Aznar, que parece que quiere volver a la política, no como usted…
Yo estoy en la política. Lo que no vuelvo es a los cargos. Pero en política estoy hasta que me muera. Lo que yo hago es política. Pero no institucional.
¿El amago de Aznar, unido al regreso a la primera línea de la actualidad de Felipe González, es como un regreso a los 90?
Vamos. No quiero entrar en ese debate, que es un problema del señor Aznar y del PP. He hecho un comentario jocoso al principio, pero no quiero entrar en ese debate.
Lo que le iba a preguntar al principio, sobre lo último, es porque la firma de Julio Anguita está encabezando un manifiesto que circula por internet para que España salga del euro.
Mi firma es la tercera, por orden alfabético.
Usted siempre ha sostenido que la única salida a la crisis en España es que el país abandone el euro.
Hombre, siempre no. Pongamos que hace cinco años, sí. Esa posición se debe a las consultas que uno hace, a las lecturas que uno hace, a las reuniones con compañeros economistas que uno tiene. Somos muchos los que en España siempre hemos mantenido una posición crítica con el euro, pero el que ha tenido bien arropada su propuesta para la salida del euro ha sido Pedro Montes, que pertenecía al área económica de Izquierda Unida, fue economista por oposición del Banco de España, igualmente, con su fallecido compañero Jesús Albarracín. Muy crítico con el euro fue también otro miembro de IU, Juan Francisco Martín Seco, que es interventor general del Estado y también apoya este manifiesto, junto a una serie de economistas. Esta posición que al principio parecía muy minoritaria se ha ido ampliando. Además, hoy es un debate. Sobre todo cuando hay un economista inglés que dice que la deuda es impagable [se refiere al economista Jeremy Warner, que ha publicado en The Telegraph una tribuna que plantea que la deuda de España es impagable], tesis que venimos manteniendo. La deuda no se puede pagar, se pongan ustedes como quieran. Entonces, una de dos: o Alemania se va del euro, con lo cual sería una solución, o los países del Sur, los famosos PIGS, tendrán que salirse. Le daré un dato. El 20 de mayo de 2012 en el diario El País Felipe González publicó un artículo donde se dice textualmente: «Cuando construimos la moneda única se nos olvidó que…» Entonces dice que no había una política financiera en común, que no hay una fiscalidad en común. Es decir, el argumento que siempre habíamos usado nosotros para rebatirle, él ahí lo había escogido. De modo que la salida del euro es una, hay otras soluciones. Que se vaya Alemania, que se replantee la construcción europea en torno a una entidad política y que desde luego lo que se llamó la construcción del espacio social europeo se haga.
¿Qué consecuencias tendría para España su salida del euro?
No más difíciles que las actuales. Obligaría a no participar con sacrificios sino con entender que empezamos una etapa difícil porque entre otras cosas el diferencial de la peseta con la moneda única en torno a la deuda podría elevarse. Pero claro, es que la salida del euro implica otras medidas. Para empezar, una auditoría de la deuda. Y si hay una parte de la deuda, que es lo más importante, que es ilegítima, no pagarla. Y la otra otra de manera unilateral hacer una moratoria. Esas medidas van concatenadas. Salirte del euro sin plantearte una deuda que es impagable no tendría sentido. Luego la segunda medida es no pagar la deuda. Eso lo hizo Argentina, ¿eh? Esto no es nuevo, esto no es nuevo.
Pero plantear esa salida del euro tendría una consecuencia de default sobre el país. No tendríamos dinero para pagar las pensiones, las prestaciones sociales…
¿Cómo que no? Dele usted a la máquina.
¿Al Banco de España?
Claro. Es que eso es recuperar la soberanía monetaria. Y aplique usted una política de persecución del fraude fiscal, de persecución de la economía sumergida, de erradicación de los paraísos fiscales. Esto no es fácil. Esto es muy difícil, pero el marco existe y el modelo existe. Mire usted a Estados Unidos. La máquina se pone en funcionamiento. Mire usted, ¿es que hay un peligro de inflación? Evidentemente, pero bueno, ya veremos. En la economía capitalista, el conductor, el político siempre ha tenido dos caballos: la inflación y los déficits. Y tiene que jugar con los dos. Unas veces le dejo a uno que corra más. En fin, los ritmos.
Y en este caso sería el caballo de la inflación el que correría.
Pero, vamos, la inflación también se puede cortar, porque obedece a muchas causas. Tenemos la inflación como consecuencia de que se acuña mucha moneda, está la inflación de beneficios y de esta nunca se habla, cuando los beneficios son bastante numerosos… Pero vamos, que evidentemente la inflación es un riesgo. Yo tengo una manera de trabajar: primero está la población, sino es que lo estamos sacrificando todo a que las cuentas, la mecánica de las cuentas funcione. Y la población tiene que comer todos los días.
¿El economista inglés al que se ha referido antes es el del diario The Telegraph?
Sí, lo he dejado para leérmelo ahora. Dice que la deuda es impagable, cosa que ya decía hace cuatro años Pedro Montes. No se pueden pagar cuatro billones de euros, se pongan como se pongan. Lo que están tirando es balones fuera esperando a que el árbitro pite el final del partido.
Una patada hacia adelante. Aplazando los problemas al futuro.
Es la huida hacia adelante, esperando. Ellos operan el modelo que ya Keynes planteó y que es muy viejo: todos los ciclos económicos tenían un ritmo y ese ritmo va a volver. Lo que pasa es que estamos ya en una situación en la que no hay ciclos económicos. El capitalismo ha llegado ya a los últimos confines de la Tierra y no puede repetir el mecanismo de resistencia. Y eso es lo que esperan, que venga un ciclo alcista. Y no parece, no.
Con esa salida del euro se produciría un auténtico terremoto político en España.
Hombre. La salida del euro la tiene que aplicar un Gobierno. Y un Gobierno con el apoyo mayoritario, luego el terremoto no sería tanto. No podemos aislar la medida de quien la pone en marcha. Cuando me preguntaban ustedes, los periodistas, cuando yo era candidato a la Presidencia del Gobierno, ¿oiga usted, eso que está diciendo cómo se va a aplicar? Miren ustedes, yo a la población le explico lo que voy a hacer. Si me vota, ya está. O sea, un terremoto para el que no ha ganado, por que el que lo aplica es que ha ganado. Cuando planteamos esta medida partimos del supuesto de que eso hay que aplicarlo con la fuerza mayoritaria.
Otra cosa que puede ocurrir es que directamente nos expulsen del euro.
No lo van a hacer. ¿Quién le va a pagar a los bancos alemanes? Son un tigre de papel. Cuando el presidente de Ecuador Rafael Correa anunció que iba a hacer una comisión para estudiar una auditoría de la deuda, automáticamente la banca le ofreció una quita del 30%. Un 30% inmediatamente. Así que no creas que tienen ellos las de ganar. Es que pierden, porque a la banca alemana no se le paga. ¿Qué haces ahora? Esto también es riesgo por nuestra parte, porque llega la presión internacional… No estoy planteando una medida suave, pero no es más dura de lo que hay actualmente.
Planteaba que para acometer esa medida lo tiene que hacer un gobierno mayoritario. Usted desde el Frente Cívico rechaza presentarse a unas elecciones. Ese discurso entonces tendría que calar en los partidos que se presentan a las elecciones.
No, no. En la gente. A mí me interesa más la gente. Cuando la gente cree fuerza, los partidos irán detrás. Los partidos no me preocupan a mí, me preocupa la gente. Si creamos una fuerza social, los partidos más ligados a nuestras ideas se pondrán detrás.
Con esta recogida de firmas inicia entonces la batalla de la opinión pública a la que plantea que la salida a la crisis es la salida del euro, valga la redundancia.
Hombre, mientras estén las cosas como están. También digo que hay otras. Por ejemplo, que el proyecto de construcción europea retome la baza política. Ir hacia un gobierno de Europa, la creación de una Europa Federal, que eso significa redistribución entre los territorios para ir a lo que se llama una cohesión económica social. Otra salida, que se vaya Alemania.
Acaba de publicar junto a la periodista Carmen Reina el libro Conversaciones sobre la III República (Editorial El Páramo). Usted defiende que esa III República no como cambiar al Rey por un presidente sino por una reconstrucción del Estado. ¿En ese Estado volveríamos a hablar entonces de que nos regiría la peseta?
Si nosotros hemos cedido soberanía en nombre de un proyecto de integración europea, pues esa cesión de soberanía tendría que valer de alguna manera que el proyecto fuese así. Si no es así, se recupera esa soberanía. Es algo puramente lógico. Lo que pasa es que nosotros hemos cedido soberanía con mucha facilidad. Hay parlamentos que exigen los tres quintos, hay otros que exigen un referéndum. Aquí, la Constitución se hizo para entrar rápidamente. La actual construcción europea dista mucho de lo que se anunció cuando se empezó a hablar antes del Acta Única. Hay unos hitos en la construcción europea que son las propuestas por ejemplo del diputado italiano Spinelli, el tratado de Ámsterdam de 1984, posiciones incluso de Jacques Delors, del primero, segundo y tercer presidente de la Comisión Europea, que hablaban de la cohesión social. Pero se han arrumbado. Llegó el Tratado de Maastricht y dijeron fuera. Por tanto, esta construcción europea no responde a lo que en principio se pensó. Luego, si no es así habrá que recuperar soberanía. Esa es la lógica que se planteó en España cuando se habló de la República. Ustedes no han cumplido con la Constitución, el pacto no existe.
Aunque ahora los nuevos dirigentes europeos están hablando de fomentar la unión política y, sobre todo, la unión bancaria.
¿Por qué hablan de la unión bancaria? Porque en el fondo no quieren unión política. Una unión política significa un gobierno europeo, que no se hace de momento, sino dando unos pasos. Una interconexión entre los distintos parlamentos. Pero esa realidad no se quiere. Lo que quieren es tener una banca como instrumento fundamental de control y una coordinación de gobiernos, no un gobierno europeo.
Ahora está creciendo en Europa el antieuropeísmo, en Grecia, en Reino Unido…
En Reino Unido no tiene sentido porque hasta ahora ellos no han hecho nada más que sacar ventajas. Una de las cosas más tremendas fue la concesión a la Thatcher del cheque británico, es decir, el dinero que sobra para mí. Gran Bretaña es un movimiento extraño en la construcción europea. Como ellos dicen, Europa es eso que hay ahí al otro lado del Canal de la Mancha. Ellos se sienten más vinculados a Estados Unidos cultural e históricamente. Lo que ocurre es que ese espléndido aislamiento anida en ciertas clases sociales, y de ahí salen estos partidos como el UKIP. Pero los que somos anti Maastricht en todo el Sur de Europa es que estamos cargados de razón. Nos decían antieuropeos porque ellos tenían una concepción dogmática: o ésta es la construcción europea o lo demás no vale. ¿Porqué? Podemos hablar de otras opciones. Y ahora ha llegado el momento de hablar de otras opciones. Lo que ha caído es el discurso dogmático en el que estuvo Felipe González metido hasta el final. Él es el responsable de ese discurso de Maastricht.
También como Aznar parece que hace amagos, al menos de marcar el discurso político.
Hombre, pues sería interesante que asistiéramos a un revival que volvieran ellos dos allí, como los dos viejos pistoleros que aparecen después en el Far West a ajustar sus cuentas. Sería interesante, un espectáculo que pediría yo primera fila para verlo.
Bueno, ya vio el de los 90 en primera fila.
No, no. Pero digo ahora. El otro no lo vi, en el otro participé. Participé en el duelo [risas].
Señor Anguita, lo que sí estamos viendo ahora, y eso no ocurrió en los 90 cuando estuvo en primera fila, es una crisis absoluta del bipartidismo. Al menos, es lo que trasladan las encuestas.
Lo que pasa es que esa crisis del bipartidismo tiene un buen paraguas, que se llama la Ley Electoral. Y si no fíjese cómo bajando el PSOE más que el PP, y también bajando el PP todavía las demás fuerzas políticas no consiguen aunar un buen número de diputados que cuestionen la mayoría. Esto indica que el bipartidismo está muy bien consolidado gracias a una Ley Electoral que se hizo para eso. Por ahí circula un documento que me han presentado para que dé mi opinión, en el que hay un grupo de intelectuales que buscan que se pueda crear una candidatura alternativa. Me temo que es otra vez para apoyar al PSOE. Somos un pueblo que tiene poca memoria. Aquí olvidamos que fue Zapatero el que le pidió a Mariano Rajoy que había que aprobar la reforma de la Constitución. Cuando se opta por el Frente Cívico se opta por un camino, el mío: no hay salida desde la mecánica normal. Evidentemente que todo tiene que ser sancionado por las urnas, pero ahora mismo no se resuelve en las urnas. Se resuelve en la construcción de un contrapoder, se resuelve en la movilización. Además, no hay que escandalizarse. La revolución es algo normal. Yo me baso en la solemne Declaración de los Derechos Humanos que está hablando de que la rebelión es legítima. Y lo dice Santo Tomás de Aquino, y John Locke, y la revolución francesa, y la revolución americana. Pero quieren que todo el mundo se meta en el tema electoral. Pues no me da la gana. Usted quiere que me meta en el desfiladero donde están los indios arriba tirando las flechas. Yo no me meto ahí.
¿Cómo va esa movilización del Frente Cívico?
Estas cosas no se deben decir. El Frente Cívico tuvo una arrancada de caballo alazán y va camino de la parada del burro manchego. España es un país que enseguida que aparece algo nuevo queremos ver los resultados inmediatos. Pero aquí hay dos palabras que son tesón y paciencia. Ahora vamos el 6 y 7 de julio a la constitución definitiva del Frente Cívico. Espero que si los documentos que hasta ahora han servido de base que han sido mis siete famosas cartas, las siete pastorales [risas], los leen, se darán cuenta de que todos tenemos que irnos con otros, a trabajar, a ayudarnos. Lo nuestro es la movilización y, sobre todo, que tenemos la misión de intentar movilizar a la mayoría.
En España parece que las movilizaciones no san tan masivas como cabría esperar de una crisis tan salvaje. ¿Tiene miedo la población?
Claro que tiene miedo, porque lo poco que tienen, el que tenga poco, lo pueden perder. Se ha repetido siempre que el hambre produce revoluciones y no es verdad. Si cogemos la historia, las revoluciones han venido en su germen primigenio de los privilegiados. La revolución francesa se gestó en los salones en donde los intelectuales se reunían, hablaban, eso se filtraba a una parte de la calle, la burguesía de entonces, que necesitaba romper las cadenas que les imponían los señores de la aristocracia… Pero vino de arriba. El pueblo, los sansculotte, salió, arrasó y se sumó ya. En la revolución soviética lo mismo. Comienza en la intelectualidad y en los elementos más avanzados del poco proletariado que había en Rusia. Igualmente, la revolución cubana la inicia un abogado, que es Fidel Castro. Y la revolución china empieza con un maestro de escuela que es Mao Tse Tung. Entonces, ¿qué ocurre? En esto soy muy duro con la cobardía de los intelectuales. A la gente que no tiene que comer y que necesita el mínimo puesto de trabajo para sobrevivir, no le pidamos la heroicidad. Cuando llegue el momento y le hayamos allanado el camino sí. Pero la primera chispa en la rebelión es para los que, y ahí me incluyo, hemos podido estudiar, hemos tenido experiencia, percibimos un salario de jubilados… Y ahí veo que hay mucho apesebrado, mucho pesebre.
¿Esa intelectualidad es quizás la que ahora le está moviendo el trono al Rey?
Hay un dicho muy antiguo que dice que es preciso que un hombre muera para que se salve el Reino. Naturalmente, la figura del Rey es hoy una pesada carga para el sistema monárquico y para el estatus de la Casa. El Rey nunca ha sido una figura edificante, en absoluto. Pero ahora las cosas que se silenciaban, se saben. El problema es el siguiente: ¿Felipe VI va a acceder a ejercer el papel que ha ejercido el padre? Yo creo que si el Rey abdica y Felipe gobierna, al cabo de dos años tenemos aquí la República. Pero traída por la derecha. Esta idea la he repetido hasta la saciedad. La República la trae la derecha. Cuando me refiero a la derecha no sólo hablo de los partidos políticos, me refiero a los intereses económicos que tienen que cambiar para que continúe el chiringuito. Y si hace falta una república, se pone una república, eso sí, muy conservadora. Entonces, los que solamente tienen de republicanos darle aire a la bandera, incautamente van a caer en el barril. Por eso hace falta un proyecto de república.
Sería como escribió el italiano Lampedussa en El Gatopardo, cambiarlo todo para que nada cambie.
Efectivamente. Y sobre eso la Historia nos da ejemplos todos los días.
¿Cómo asiste Julio Anguita a la tormenta de titulares de casos de corrupción que vive España? Ya no se salva nadie: banqueros que van aunque sea un día a la cárcel, el yerno del Rey, políticos, jueces. Están todas las instituciones afectadas por la corrupción.
¿Cuál es el estadio más grande de España, el Bernabeu o el Nou Camp?
El Nou Camp.
Pues una inmensa sala de juicio con no sé cuántas decenas de miles de inculpados sentados allí, en el Nou Camp. Todos los que han gestado esta situación en la que hay que meter a políticos, a banqueros, a medios de comunicación, a intelectuales que han dicho que esto era la modernidad. En ese inmenso campo habría que juzgarlos a todos. Es un juicio de papel, evidentemente. No estamos hablando de algo en serio. Ahora está pasando lo que venía de antes. Recuerdo los discursos de Solchaga [ministro de Economía con Felipe González], y los de Felipe González, y los discursos de que los demás éramos unos anticuados mientras se destruía tejido productivo, mientras se vendían las empresas, mientras España era el ladrillo, el turismo y los salarios bajos. Tenemos más autopistas que nadie, porque eso les generaba el negocio… Esto es el juicio a las clases dirigentes del país. Es un juicio de la Historia. Y hay que sentarlos a todos. Incluido a mí, aunque sé que me tendrían que soltar inmediatamente porque yo no tengo ningún problema en sentarme allí también.
La población asiste atónita a los juicios porque no acaba de confiar en la Justicia, no la ve justa.
Algo tiene la población también de responsabilidad. Cuando la gente vota, tiene su parte de responsabilidad, lo que pasa es que no le gusta que se lo digan. Pero la tiene.
¿Qué le parece el decreto sobre la expropiación temporal de viviendas que ha aprobado la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía?
Estoy de acuerdo. No me parece quizás la medida más avanzada, pero me parece muy bien porque ya apunta, ni más ni menos, algo que es de justicia: no puede haber gente sin casa y pisos vacíos. No puede haber. Porque atenta contra el derecho de la ciudadanía. En consecuencia, el derecho natural sancionado por la Declaración de los Derechos Humanos dice que se pierde la propiedad. Así de claro. Punto. No hay que discutirlo. Porque hay un momento en la Historia en el que los derechos se imponen, y punto. Ya no hay más que discutir.
Aunque sólo sea por ese decreto, ¿ha merecido la pena el pacto de gobierno entre el PSOE e IU?
Una persona puede tener una trayectoria nada edificante y en su vida ha habido un momento en el que, bueno, dio amor o se portó muy bien.
¿Qué le parece, como profesor y político, la reforma de la Ley de la Educación que hace que la asignatura de Religión compute en la nota media de un alumno?
Soy un profesor, pero un profesor que tengo ideas y hablo de la enseñanza. Como profesor soy el exponente de una trayectoria de enseñanza que ha habido en este país y que es hija de la Ilustración. Y la enseñanza no es independiente. Ahora estamos dominados por una visión de la enseñanza clerical con olor a sacristía. ¿Qué vamos a esperar? A mí del PP me parece normal. Y que la Iglesia española, que siempre ha sido agreste, montaraz y trabucaide, haga esto porque es lo mismo. A mí lo que me molesta es el grito en el cielo que pone el PSOE porque él fue el responsable. Cuando su secretario general dice el otro día amenazante que bueno que ellos van a hacer que se cumplan los acuerdos del año 1979… ¡Hombre! Entonces, la situación de hoy la trajo el PSOE, que fue tolerante y cedió ante una Iglesia española muy mal acostumbrada que cada vez va a pedir más y más. Pues ya la tenéis aquí. Para mí sería muy fácil decir que el PP tal. No, no. El PP es el PP y ya está. Un granado no da nada más que granadas, y sus alianzas con las sotanas están clarísimas. Es el otro el que no cambió esta situación.
¿Tan fuerte es ese poder fáctico de la Iglesia como para marcar la agenda de un Gobierno y cambiar de arriba a abajo una ley tan importante como la educativa?
Cuando los gobiernos no tienen más contacto que los palacios, las élites, los directores de los medios de comunicación más influyentes, sí. Porque la Iglesia tiene poder. Pero cuando el Gobierno dice luz y taquígrafos la Iglesia no tiene poder ninguno. Ninguno. Hay una prueba. Las bodas religiosas han ido bajando, los niños no daban clase de Religión, el descreímiento de este país es tremendo. Y salvo los folclores de la Virgen del Rocío pues la religión no tiene fuerza. Además digo una cosa: los profesores de Religión no enseñan religión, porque religión también es el Islam. Como asignatura la Religión tiene cuatro apartados: la vida sobrenatural, el dogma, la moral y la liturgia. Esa es la asignatura. Y de eso no enseñan nada porque eso no se lo cree ya nadie. La dogmática y la vida moral en esta sociedad no se la cree nadie. Entonces, ¿a qué va la Iglesia? A mantener el poder, a mantener los privilegios económicos, quedarse con la Mezquita por 30 euros, y ya está. Entonces, la alianza con la calle y la realidad disipa todos esos pactos palatinos. Pero son incapaces porque su naturaleza le tira al pacto palatino se encuentran en inferioridad y hacen lo que diga monseñor Rouco Varela. Que diga misa, que es lo suyo [risas].
Ha hablado de la Mezquita de Córdoba, una ciudad de la que fue alcalde. La Iglesia ha inmatriculado a su nombre por 30 euros todo un edificio Patrimonio de la Humanidad tras una reforma de la Ley Hipotecaria impulsada por Aznar. ¿Qué piensa de esa acción y cómo parece que la población ha asistido callada o al margen?
La Iglesia está en la línea que ha estado siempre. En España ha tenido una unión con el poder siempre, pero desde el emperador Teodosio. Hubo dos momentos muy breves en que no, la Primera y Segunda República, y determinadas cosillas en la época de Carlos III con la expulsión de los jesuitas en España y en Portugal con el marqués de Pombal. Lo que ha pasado con la Mezquita no sé si la población lo sabe, pero aunque lo supiera creo que haría lo mismo. El llamado cordobesismo no es ni más ni menos que una de las manifestaciones de la pereza mental, exaltado a nivel de filosofía de vida.
¿Qué le parece el rezo compartido en la Mezquita?
Me parece lo más normal, porque lo mejor que pueden hacer las tres grandes religiones monoteístas, viendo como está el espíritu secular que invade al mundo, es juntar los tres chiringuito. El gran Al-Hakem II, que era el príncipe de los creyentes y por tanto el jefe religioso máximo en Córdoba, en un momento dijo: «yo creo que cada una de las tres grandes religiones tiene parte de razón». Eso era inconcebible en esa época, porque era como el Papa de entonces, el califa. Esto yo no creo que ahora lo diga un Papa porque quieren ser los únicos.
¿Ha vuelto a la Mezquita últimamente?
No, hace mucho tiempo que no voy. La conozco, algunas veces la he enseñado.
La palabra Mezquita ya apenas aparece por ningún sitio.
Sí, ahora es Catedral.
Es como una nueva catequesis…
Sí, pero además ellos aplican la historia como quieren. Es verdad que allí hubo una iglesia mayor, llamada de San Vicente, y que cosa incomprensible para determinados católicos se trazó un telón y en una parte había rezos cristianos y en la otra musulmanes. Y después se le dio dinero para que se fuesen a otro sitio. La persecución sistemática de la Iglesia Católica contra cualquier disidencia, la imposición del bautismo en Granada violando las capitulaciones que firman los Reyes Católicos con Boabdil, eso no se dio en Córdoba. No hay cosa peor que tener la religión verdadera. Tremendo.
Y pensar que uno siempre tiene la razón.
Sí. Claro, claro.