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Obama, visita no grata

Fuentes: Punto Final

 La próxima visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no es una buena noticia para Chile ni para América Latina. Su presencia no puede ser bienvenida. Los intereses de la potencia militar y económica más poderosa del mundo y supremo empresario del supercapitalismo que está destruyendo el planeta y amenazando la supervivencia de la […]

 La próxima visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no es una buena noticia para Chile ni para América Latina. Su presencia no puede ser bienvenida. Los intereses de la potencia militar y económica más poderosa del mundo y supremo empresario del supercapitalismo que está destruyendo el planeta y amenazando la supervivencia de la especie humana, son contrapuestos con los intereses de Chile y constituyen un peligro para América Latina.

Tras la gira de Obama se ocultan propósitos que perjudican a nuestros países. El mandatario norteamericano visitará Brasil, Colombia y Chile. No lo hace porque esté especialmente interesado en su desarrollo y bienestar. A Estados Unidos le inquietan las posibilidades de consolidación en América Latina de procesos antimperialistas -como el de Venezuela- que desafían y debilitan su dominación. América Latina está cambiando -como también ocurre en el resto del mundo- y Estados Unidos está preocupado. Quisiera que en su patio trasero las cosas siguieran como antes con gobiernos sumisos a sus dictados. El gobierno de Obama está empeñado en aislar y desestabilizar a los gobiernos de Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, e intenta empujar el repliegue de las fuerzas progresistas en Brasil, Argentina y otras naciones del continente. Ese es el objetivo de esta gira relámpago del emperador y su corte de agentes secretos, militares y hombres de negocios.

Estados Unidos es el mayor peligro que amenaza a la Humanidad, al impulsar un capitalismo desenfrenado de alcance universal que profundiza de manera insostenible la brecha entre ricos y pobres. Más de mil millones de personas sufren de hambre, según organismos internacionales. Las protestas ya se hacen sentir en territorio norteamericano, donde estudiantes y funcionarios rechazan los recortes del gasto social. El presidente Obama ha defraudado a sus electores. No ha cumplido sus promesas y se ha inclinado ante el poder del complejo militar-industrial que gobierna su país. En otro plano, sigue abierta la prisión de Guantánamo y funcionan las cárceles secretas de la CIA en diversos países. Estados Unidos continúa al margen de la Corte Penal Internacional y con reticencias frente a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Boicotea las políticas globales medioambientales y se niega a disminuir sustantivamente sus emisiones tóxicas. Con un 5% de la población mundial, consume el 20% de la energía total disponible. Mantiene tropas invasoras en Afganistán e Iraq y puede desplegar, en pocas horas, ofensivas en cualquier parte del mundo. La IV Flota amenaza a los países latinoamericanos y la V Flota se apresta a invadir Libia. El presupuesto militar continúa aumentando así como el número de tropas alistadas para una «guerra preventiva» en cualquier lugar del globo.

Las relaciones de Estados Unidos con América Latina han sido trágicas. No solo en el plano económico -que han significado el saqueo del continente-, sino también en el campo político. EE.UU. no ha vacilado en recurrir a las armas para imponer su dominación. Desde el despojo territorial que infligió a México en el siglo XIX hasta la fracasada invasión de Cuba, en 1961. Hasta hoy se mantiene el criminal bloqueo de Cuba, condenado por la ONU. La mano norteamericana tampoco estuvo ausente del derrocamiento del presidente de Honduras, José Manuel Zelaya, el 2009.

Chile ha sufrido trágicamente la política de dominación de EE.UU. No sólo con el despojo de sus riquezas básicas sino también con la permanente injerencia -a través de la oligarquía y las fuerzas armadas- en su vida interna. En 1970, el presidente Nixon y el secretario Kissinger, involucraron a EE.UU. en el derrocamiento del presidente Salvador Allende, y enseguida en la feroz represión al pueblo que lanzó la dictadura prohijada por Washington. La lucha contra la dominación imperialista es la posibilidad de que los países pobres se desarrollen, que haya justicia, trabajo, educación, salud y alimentación para todos. Es la posibilidad de que el mundo pueda vivir en paz.

En Chile debemos movilizarnos para protestar por la visita de Obama, representante de un imperio sangriento. Trabajadores, mujeres, estudiantes, intelectuales y artistas, agricultores, campesinos, mapuches, pobladores, tienen motivos sobrados para movilizarse en contra de un capitalismo deshumanizado como el que representa Obama. Debe quedar en claro que Chile repudia esta visita y que América Latina lucha unida contra el imperio.

(Editorial de «Punto Final», edición Nº 728, 4 de marzo, 2011)
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