De los líderes comunitarios en la ciudad de Nueva York que provienen de esa provincia del mundo conocida como América Latina, está Víctor Toro, cuya historia a la vez se conecta con México y los mexicanos en Estados Unidos por distintas circunstancias históricas. De los líderes comunitarios en la ciudad de Nueva York que […]
De los líderes comunitarios en la ciudad de Nueva York que provienen de esa provincia del mundo conocida como América Latina, está Víctor Toro, cuya historia a la vez se conecta con México y los mexicanos en Estados Unidos por distintas circunstancias históricas.
De los líderes comunitarios en la ciudad de Nueva York que provienen de esa provincia del mundo conocida como América Latina, está Víctor Toro, cuya historia a la vez se conecta con México y los mexicanos en Estados Unidos por distintas circunstancias históricas. Sea porque fue México uno de los países en donde se asiló después del golpe de estado en Chile en 1973, porque cruzó la frontera México-Estados Unidos como millones de trabajadores mexicanos y latinoamericanos en las décadas por venir, o sea porque la organización «La Peña del Bronx», organización comunitaria de base que fundara con su compañera Nieves Ayres se encuentra ligada al trabajo comunitario con los mexicanos del sur del Bronx. Desde la lucha de las vendedoras ambulantes mexicanas contra el abuso y la extorsión policial, o la historia del rock mexicano en Nueva York hasta la lucha contra la deportación de millones de trabajadores mexicanos y latinoamericanos. Su historia, es la lucha de la memoria, la lucha por vivir con dignidad al sur o al norte de esa cicatriz que corre y divide el continente desde el Pacífico hasta el Atlántico. Y que mejor que honrar la memoria y la lucha de una vida por preservarla a contracorriente cuando las hojas comienzan a caer en el otoño de Nueva York.
Octubre es un mes cargado de memoria. Es un mes en el que recordamos y celebramos las luchas pasadas, que siguen presentes, y mes de aniversarios. Desde el Ché cayendo en Bolivia, o los estudiantes mexicanos caídos el 2 de octubre de 1968 en la plaza de Tlatelolco en la ciudad de México, o la caída en combate de Miguel Enríquez Espinoza, miembro fundador y secretario general del MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el 5 de octubre de 1974 en la ciudad de Santiago de Chile.
Quizá la primera vez que Víctor Toro hablara con nosotros de Miguel Enríquez fuese también un mes de octubre, allá en el Bronx de la ciudad de Nueva York. Aquel otoño, un par de años atrás, hablamos con Víctor sobre su vida y las memorias de su tiempo en Chile, el motivo entonces era el libro que estamos escribiendo sobre la historia de su vida como luchador social (Esta historia forma parte del libro «Desde las Entrañas del Monstruo: el testimonio de Víctor Toro, un Mirista en Nueva York , un libro en preparación basado en más de 70 horas de entrevistas grabadas con Víctor Toro). Una historia que por su puesto rememora su participación como miembro fundador y como uno lo de los pocos líderes obreros que llegó a formar parte del Comité Central del MIR. En ese entonces, nosotros sabíamos muy poco del MIR, y de Miguel Enríquez. O más bien sabíamos lo que hasta ese entonces habíamos escuchado y leído sobre el MIR como referente obligado de la lucha revolucionaria en América Latina. Con Víctor escuchamos y recordamos a Miguel Enríquez, al MIR, a Bautista Von Schowem, a Luciano Cruz, y a muchos otros de sus compañeros revolucionarios.
«Nunca me había puesto a pensar en mi vida», nos confesó Víctor en alguna de nuestras charlas. Sin embargo lo hizo, y lo hizo durante numerosas y largas entrevistas regresamos con él a ese Congreso fundacional del MIR aquel 15 de agosto de 1965. Y lo hizo nuevamente ahora para recordar a Miguel Enríquez, este 5 de octubre que se conmemora 40 años de su caída en combate por ‘los esbirros’ de la dictadura de Pinochet en la ciudad de Santiago de Chile. Con Víctor recorrimos en su memoria la multicitada frase que dirigiera el presidente Salvador Allende a Miguel el día de su asesinato en el Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973: «Dígale a Miguel que ahora es su hora, es la hora del MIR». Y con Víctor recordamos hoy aquellas otras palabras que pronunciara Miguel en la resistencia armada y clandestina que sostuvo el MIR contra la dictadura fascista de Augusto Pinochet: «El MIR no se asila …»
Días antes del golpe militar de 1973, los miembros del Comité Central del MIR, junto con Miguel Enríquez, se reunieron en una casa de seguridad en Santiago de Chile para evaluar el futuro del MIR. Ese día sería el último día que Víctor y Miguel se vieran. Miguel Enríquez caería en combate y Víctor Toro, sobreviviría la tortura del régimen militar de Pinochet, sufriría el exilio y años después llegaría a la Ciudad de Nueva York, desde donde recuerda con nosotros su historia, la historia del MIR, y el legado de Miguel Enríquez, quien pudo haber sido el «jefe de la revolución en Chile» después del golpe. Como a miles de chilenos, la muerte encontró a Miguel en Santiago, y después , años más tarde, el olvido encontró a muchos otros (miembros del MIR incluidos) o ellos se quisieron encontrar con el olvido y con lo que en esa casa de seguridad de Santiago se dijo. Entre los asistentes, recuerda Víctor en 2014, que se encontraba Humberto «Tito» Sotomayor, también miembro del Comité Central. Vaya aquí el testimonio de Víctor Toro, en homenaje a Miguel Enríquez y en homenaje a la lucha revolucionaria en todo el continente latinoamericano este cinco de octubre.
«Quiero en esta oportunidad, en recuerdo a toda su historia de lucha y a su ejemplo, decirles a los trabajadores, a los revolucionarios latinoamericanos que después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, tuve la oportunidad de reunirme con Miguel Enríquez y el miembro del Comité Central, [Humberto] «Tito» Sotomayor, quien aún sobrevive, en una casa clandestina en algún lugar de Santiago de Chile. Soy uno de los pocos que sobrevivimos del viejo Comité Central del MIR que haya tenido la oportunidad, a pocos días del golpe militar, de haberse reunido con quien pudo haber sido el jefe de la revolución chilena, pero que cayó en combate un cinco de octubre de 1974. En esa casa clandestina, en que nos reunimos con Miguel, conversamos sobre temas super importantes. A días de ocurrido el golpe, dimos un análisis a lo que estaba siendo la posición del MIR y lo que debían hacer los Miristas después del golpe militar, y que fue la táctica del MIR: «el MIR no se asila, el MIR se queda con todos sus componentes, con todos sus combatientes en Chile, a correr la suerte del pueblo».
«Posteriormente analizamos aspectos de la táctica del MIR en los tiempos que se venían y Miguel ya contaba con un borrador sobre esta táctica que posteriormente fue aprobada por todos los miembros del Comité Central en la clandestinidad y en el exterior, y que consistía en la necesidad de organizar los comités de resistencia contra la dictadura a nivel de todo el país y desarrollar una lucha de acumulación de fuerzas para desarrollar los combates que serían inevitables con las fuerzas de la clase dominante, el imperialismo y el régimen que se había impuesto a sangre y fuego en Chile.»
«Otra situación que discutimos con Miguel en este momento, fue el problema de la dirección de retaguardia del MIR, de la necesidad que algunos dirigentes, algunos miembros del MIR pudieran salir de Chile y parapetarse en los países fronterizos: Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay y Brasil para darle curso a una de las líneas fundamentales en el pensamiento de Miguel y del MIR, y que era la necesidad de la continentalidad de la revolución y de la reafirmación del proyecto internacionalista de la JCR, la Junta Revolucionaria del Cono Sur, construida y apoyada con el LN de Bolivia , los Tupamaros del Uruguay, el ERP de Argentina y el MIR Chileno, más otras organizaciones diversas de América Latina. Para Miguel, en ese momento, a pocos días del golpe, por lo que me decía y por la fuerza con la que me habló sobre este punto, esto constituía una de las batallas principales. Y por tanto esto venía aparejado con la propuesta de que era imprescindible que algunos compañeros del Comité Central salieran de Chile, especialmente quienes podrían ser la dirección de reemplazo ante la caída en combate de cualquiera de nosotros. Y ahí, después de barajar varios nombres, salió la proposición de que Edgardo Enríquez, el hermano de Miguel, y otros miembros del Comité Central salieran de Chile, unos por la frontera con Argentina y otros por la frontera con Perú. Finalmente tocamos problemas de seguridad y la reconexión con todos los movimientos sociales, obreros y populares con los cuales el MIR había crecido.»
El MIR, dice Víctor, fue el partido de Miguel, y «el mejor homenaje a Miguel a 40 años de su partida es rescatar el programa del MIR, la historia del MIR. De esa forma es que estamos asumiendo una verdadera defensa de sus ideales, de su aporte teórico, de su entrega militante comprometida con las ideas socialistas, comprometida con la necesidad de construir un partido revolucionario. De integrar a los obreros y los campesinos, de integrar a lo que él llamó los pobres del campo y la ciudad, a todos los oprimidos del territorio nacional. Y esa batalla va acompañada con la lucha de hoy de integrar con más fuerza que nunca a los pueblos originarios, a la mujer y a la juventud. Este sería el mejor homenaje que podríamos entregar en Chile y en América Latina. Miguel Enríquez vive, y la lucha sigue.»
Gracias a Víctor Toro y a su compañera Nieves Ayres, por mantener y compartir con la historia de su vida en la lucha y con la historia de su lucha por la vida la idea de que es posible vivir con dignidad, así sea desde las entrañas del monstruo, pero gracias también por llevarnos a través de su historia de vida en una travesía por esa patria dolida y en lucha por vivir con memoria, dignidad y libertad. Octubre siempre será la memoria… y Miguel aún vive en el Bronx.
http://www.huellasmexicanas.org/revista/octubre-es-la-memoria-y-miguel-vive-en-nueva-york