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OTAN, bases, Palestina… salir de la lógica belicista

Fuentes: Rebelión

El bloque occidental dirigido por Estados Unidos ha decidido incendiar el mundo antes de que el mundo acabe con su hegemonía supremacista. Occidente, que siempre se enfrentó entre sí en luchas por la hegemonía, hoy se enfrenta a una periferia que le sobrepasa en muchos aspectos y una vez más ha decidido que la guerra es su mejor opción y probablemente la única.

Así, recordamos a todas las clases trabajadoras que desde la aprobación de la Ley 8/1980 del Estatuto de los Trabajadores, de 10 de marzo de 1980, hemos sufrido (tanto debido a las propias deficiencias estructurales internas que siempre perduraron en el Estado español, como a las enormes pérdidas e imposiciones que las gravísimas crisis internacionales del sistema capitalista nos produjeron y nos producen a jóvenes y adultos) una serie ininterrumpida de contrarreformas laborales muy importantes que nos han llevado a la mísera situación actual. Entre las más importantes se hallan las de 1984, 1994, 2010 y 2012. De tal modo que, transcurridos 44 años desde la implantación del Estatuto de los Trabajadores y tras más de otras 50 reformas de menor calado, nuestra situación no sólo no se ha solucionado, sino que estamos pasando por la situación más dura y precarizada.

En cuanto a lxs pensionistas, sobre todo desde la implantación de los Pactos de Toledo, aprobado el 6 de abril de 1995, y sin olvidar las primeras contrarreformas de las pensiones del Gobierno de Felipe González en 1985, llevan el mismo deterioro que las clases trabajadoras en activo.

Es absolutamente necesario que nuestrxs trabajadorxs, en activo o jubiladxs y pensionistas, lleguen a entender que nuestras enormes pérdidas no son un caso aislado, que en la UE de los capitales (hoy sometida a EE.UU.) también padecen este enorme deterioro en sus economías y los demás aspectos de nuestras vidas. Tenemos que llegar a asumir que la economía de guerra está practicada por todas las élites capitalistas occidentales, que desvía ingentes cantidades de las riquezas creadas por nuestro trabajo a patrocinar la privatización de todos los derechos sociales, como los salarios, las pensiones, la educación, la sanidad pública, logrados con las luchas, la sangre y el sufrimiento de nuestros pueblos; y que se dedica a la promoción constante de las guerras, ante cuyas consecuencias no podemos permanecer indiferentes, ya que el Estado español también está en guerra, pues tenemos bases de la OTAN y enviamos armas para guerras contra pueblos con los que no tenemos ningún conflicto (recordemos el 11M).

El exponente más importante en estos momentos es el genocidio que EE. UU. e “Israel” , fundamentalmente, están cometiendo con el pueblo palestino, este pueblo que lleva sufriendo más de 75 años, pero que nunca ha dejado de luchar y que sirve de ejemplo de dignidad y soberanía a todos los pueblos del mundo.

Esta es la economía de guerra, de una guerra en la que nos pueden meter cuando EE. UU. y su OTAN lo necesiten para los intereses de sus élites capitalistas e imperialistas.

Ante estos hechos no podemos permanecer al margen e indiferentes pues nos van nuestras propias vidas en ello. Por todo ello, debemos recordar las palabras de una frase que resume la esencia del capitalismo imperialista:

“Tiene que haber algo muy podrido en el corazón de un sistema social que aumenta su riqueza sin disminuir su sufrimiento”


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