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Otra mirada

Fuentes: Rebelión

«Una oscura maravilla nos acecha:  La muerte» Jorge Luis Borges   Para las mayorías colombianas el problema de la paz no puede ser resuelto neutral, científicamente, racionalmente; o invocando un objetivo de convivencia civilizada con un empirismo que cuantifica y, como hace el mercado, iguala a las muertes y a los agresores. Las recomendaciones para […]


«Una oscura maravilla nos acecha:

 La muerte»

Jorge Luis Borges

 

Para las mayorías colombianas el problema de la paz no puede ser resuelto neutral, científicamente, racionalmente; o invocando un objetivo de convivencia civilizada con un empirismo que cuantifica y, como hace el mercado, iguala a las muertes y a los agresores.

Las recomendaciones para la paz que no sólo se fundan en la propuesta de la reconstrucción de un pacto social roto, trascienden al «Estado» el cual no está perfectamente formado, e impide la participación de las mayorías populares; y no cumple ni cumplirá lo que promete el terreno de la paz social.

Para ellos – El «Estado»- el problema de la guerra no existe, pero en cambio sí son indispensables para las clases dominantes los aparatos de represión y control social; o los aparatos de reproducción de la fuerza de trabajo que señalan como «benévolos» y legítimos; al igual que su ejército para-narco-militar instalado dentro de lo que denominan aún como «Seguridad Democrática».

Así, la burguesía rechaza entonces la posibilidad de pensar en las causas estructurales como las razones de las diferentes formas de conflicto y lucha que se manifiestan también en la actual coyuntura, pero que se asumen desde el «Estado» como terroristas; mientras que en realidad siguen respondiendo a los intereses estratégicos del poder hegemónico que busca destruir y confundir toda forma de lucha y resistencia pero cuando son a partir de las clases y sectores subordinados.

A las formas de agresión del Capitalismo en Colombia habría que diferenciarlas de las irrupciones de insubordinación popular; como de las intentonas de construcción del Poder Popular y /o campesino, anticapitalista; o paralelo al denominado «Estado Colombiano», quien bloquea, neutraliza y margina cualquier esfuerzo soberano, autónomo y popular que ponga en riesgo la guerra así como los grandes dividendos para el capital.

Y claro; este capital se propone en diferentes escenarios, hacer difícil distinguir entre aquellas luchas que apuntan a la defensa de los sectores populares, a fortalecer su organización o a atacar el sistema político y social de aquellos que están orientados al reforzamiento de la dominación y la explotación propias del sistema social que vivimos.

Por otro lado; también el capital y sus personeros hacen que sea difícil distinguir las acciones delincuenciales que apuntan al debilitamiento de las fuerzas populares de aquellos que favorecen la acumulación por vías ilegales o aquellos que solamente son expresión de formas redistributivas ilegales que se dan usualmente en el sistema capitalista.

Ante esto, hoy muchos recrean mitos y se dedican a la construcción de condiciones de producción de un nuevo consenso; y en esta perspectiva no les importa reconstruir el propio pensamiento neoliberal; viendo a las organizaciones sociales e insurgentes en la perspectiva de la firma de un pacto neutral, o de un contrato social en el que deberá ceder a las recetas neoliberales, o al fascismo; «acordando» con instituciones no susceptibles de «critica profunda»; quizás una que otra reforma; lo que implica entonces que ya no hay que batallar, ni guerrear radicalmente contra el capitalismo; sino pretender que ese es otro campo de discusión.

Mientras para las mayorías populares el pacto debería ser con las fuerzas revolucionarias e incluir la mayor cantidad de sujetos sociales, para la oligarquía y el Imperialismo las condiciones son el desarme y la renuncia a la lucha radical.

No importa para «Estado e Imperio» el carácter innovador, creativo y vital de las ricas y diferentes luchas de los pueblos; y menos las del pueblo Colombiano en resistencia, ante los complejos procesos sociales que vivimos; y en los que la búsqueda de la paz con justicia social ha ocupado un lugar fundamental para los sectores populares hoy combatidos y en la búsqueda de su exterminio, satanizados y ubicados dentro campo general del terrorismo, el narcotráfico y la violencia.

Así las cosas y en el marco del ascenso popular de la lucha en el continente; la exigencia histórica de nuestro pueblo pasa por reconocer y defender vigencia y legitimidad de la rebeldía de las masas ante la inexistencia de principios, fundamentos, mecanismos, sistemas, y/o procesos por parte del «Estado Colombiano» para reconstruir la Nación Colombiana.

Si el «Estado» desconoce los actores sociales, sus reivindicaciones, sus dinámicas; sus sujetos y construcciones; los asesina y desaparece, lo que existe en realidad es un enfrentamiento antagónico e histórico en donde emergen desde múltiples escenarios una crisis de los fundamentos de la dominación capitalista; es decir, una pérdida del lugar estructural del «Estado» en la sociedad Colombiana y una determinación popular de construir un verdadero Estado Democrático y popular que rompa con el atraso , la explotación y la injusticia social, el clientelismo, el anquilosado y corrupto aparato estatal burocrático, con el narco-para-militarismo que penetra totalmente al Estado .para-Estado-, máximo generador de violencia pues además estimula constantemente los conflictos sociales incluyendo a las fracciones inter-burguesas con las que opera la guerra para la prosperidad de su clase y de la geopolítica imperial.

Los Colombian@s ya tampoco creemos en falsos dioses políticos; buscamos y buscaremos siempre junto al pueblo un futuro sin moldes y esquemas a los que haya que aferrarse, con relaciones sociales alternativas y nuevas instituciones políticas.

Hay que ponerle fin a la guerra, reconocer y reflexionar acerca de sus profundas raíces históricas; ganar una estrategia Continental para la paz, en el abordaje de las causas estructurales del conflicto, con y desde los diferentes y principales actores que intervienen en el, sus con secuencias sobre la población civil y profundizar en la búsqueda de nuevos escenarios de evolución para una paz digna y desde la realidad del pueblo colombiano y sus luchas.

El pueblo colombiano no quiere la guerra, busca y apoya desde siempre acuerdos específicos de las partes del conflicto con el reforzamiento permanente de los diferentes actores y el respaldo de actores civiles que aboguen por la paz con justicia social y en la construcción de modelos alternativos de desarrollo que den un giro a la lógica de la violencia, del para-estado y de su terrorismo, a sus instigadores, a su régimen ilegal o constitucional?, o a su democracia en estado de guerra?.

Contra Santos y el para-estado, el pueblo responderá también desde otros pueblos hermanos, desde sus luchas diversas y en la cultura legítima de la resistencia, por la globalización de la democracia popular en un proyecto libertador, de emancipación, y contra el capitalismo hasta construir una democracia humanista.

 

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.