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Carta de Simon Trinidad, colombiano secuestrado en Estados Unidos

Otros harán uso de su libertad física para concluir nuestros sueños

Fuentes:

De la audiencia debo resaltar que ahora los fiscales dicen tener varios testigos que asegurarán en el juicio que yo estuve reunido con los tres estadounidenses en 2003. Tanta mentira, tanta adulteración de la verdad, tanto falso testigo, sólo indica que las autoridades gringas en un juicio justo no tendrían como condenarme y que detrás […]

De la audiencia debo resaltar que ahora los fiscales dicen tener varios testigos que asegurarán en el juicio que yo estuve reunido con los tres estadounidenses en 2003. Tanta mentira, tanta adulteración de la verdad, tanto falso testigo, sólo indica que las autoridades gringas en un juicio justo no tendrían como condenarme y que detrás de todo solo hay un ánimo retaliatorio contra la organización

Algo novedoso en la audiencia fue la propuesta de los fiscales al juez para que este determine mantener en secreto la identidad de los doce jurados con el argumento de que la organización atentaría contra su vida y seguridad. Con esto lo que buscan los fiscales es tener desde un comienzo un jurado prevenido contra mi, aprovechándose del estado de prevención que han creado en el pueblo estadounidense contra todo lo que el Gobierno llame terrorismo.

A propósito de audiencias, la juez de Valledupar sigue empeñada en adelantar el juicio en el caso de Consuelo Araújo…, a pesar de la carta que le dirigí haciéndole ver que se me ha negado el derecho de hablar con mi abogado y de conocer un expediente, lo dos elementos básicos para poder ejercer mi defensa. Así que tanto en los juicios de allá como en los de acá lo que se me aplica es la «suprema ley», la famosa, la respetada, la intocable «ley del embudo», según el poema de Neruda.

Desde el 8 de febrero del año pasado, a poco más de un mes de mi extradición, el Departamento de Estado determinó mantenerme bajo el sistema de «medidas administrativas especiales» (SAM), en inglés, y por eso es que me mantienen en un área de máxima seguridad de esta cárcel, encerrado en la celda las 24 horas, sin derecho a llamar por teléfono, a enviar o recibir correspondencia, sin visitas y sólo puedo reunirme con los abogados norteamericanos. Y en los últimos 6 meses estas condiciones se han endurecido al punto que a comienzos del año me pasaron a la celda más arrinconada, donde no veo a nadie distinto a los policías que me vigilan de día y de noche; de dos meses para acá, cuando vienen mis abogados, ya los policías no me liberan la mano derecha de las esposas y cadenas por lo que quedo impedido para tomar notas o para manipular los documentos que analizamos o que entrego o recibo de mis abogados. Y las idas a la Corte ahora están más aseguradas hasta el extremo que la caravana de patrullas ahora va escoltada por el helicóptero tanto en las mañanas como en las tardes cuando retorno al penal. Otro ejemplo: El 12 de mayo fui al médico por una molestia en un oído y éste determinó remitirme a un hospital para que me hicieran un examen más riguroso. Pues al medio día vinieron los marschalls para llevarme a un centro médico como a media hora de la cárcel (no he ido esta la primera vez que lo hacen) y montaron estos tipos un operativo tan grande que la gente en las calles y el personal médico del hospital se veían sorprendidos y atemorizados por las medidas espectaculares, la cantidad de agentes que participaron -más de 30-, el tipo de armamento y equipo técnico que utilizaron, las guardias que colocaron, el sobrevuelo durante todo el tiempo del helicóptero sobre el hospital, el acordonamiento del edificio, el bloqueo de la entrada principal con las radiopatrullas y el cierre de circulación de vehículos. Tanta pendejada y alboroto por un poco de algodón que debió meterse en mi oído cualquiera de esas noches que lo tapé para atenuar la bulla de presos y policías.

Pues bien, en el Estado de Colorado, en todo el centro del país, hay una cárcel de súper máxima seguridad donde están los condenados más peligrosos, y en esa misma cárcel, en unas circunstancias especiales y apartadas, están los condenados por los delitos más graves como traición a la patria y terrorismo. Estos presos permanecen en celdas individuales, sin ningún contacto visual o físico con otros presos, reciben una hora de sol diaria, toman los alimentos en la celda, son vigilados las 24 horas por medio de circuitos cerrados de televisión y filmadas todas sus actividades de manera permanente y reciben los servicios religiosos y algunos educativos por medio de un televisor en blanco y negro. Es decir, estos condenados están bajo las «medidas administrativas especiales» (SAM) y sólo sus abogados tienen contacto con este tipo de presos y eso sí su caso está por definirse en una instancia superior de justicia.

Bueno, y todo ese largo recuento para concluir que para esa cárcel y en esas condiciones iré cuando terminen mis dos juicios. Pero ya estoy preparado sicológicamente para eso. Si ese es el precio que hay que pagar por nuestros ideales y los principios que nos impulsan a la lucha y que dan razón de ser de nuestra existencia, qué se va a hacer, bienvenida sea la cárcel. Otros harán uso de su libertad física para concluir nuestros sueños de un mundo sin explotadores ni explotados y sin propiedad privada sobre los medios de producción.