Cuando el obispo Alejandro Goic interpela públicamente la conciencia del empresariado, especialmente el vinculado al gran capital, con el llamativo concepto «sueldo ético», para expresar en nombre de la iglesia católica, que la realidad que soportan los trabajadores está lejos de las condiciones mínimas de justicia en cuanto a salarios, da la impresión de que […]
Cuando el obispo Alejandro Goic interpela públicamente la conciencia del empresariado, especialmente el vinculado al gran capital, con el llamativo concepto «sueldo ético», para expresar en nombre de la iglesia católica, que la realidad que soportan los trabajadores está lejos de las condiciones mínimas de justicia en cuanto a salarios, da la impresión de que por primera vez en Chile, alguien levanta la voz para enrostrar a los patrones la vergüenza que significa someter a millones de trabajadores a un trato indigno y oprobioso, mientras las empresas reconocen a través de sus balances suculentas utilidades. Sin embargo, en este mismo país, ya mucho antes, la izquierda y los revolucionarios denunciaban y luchaban por sueldos dignos y justos. En este sentido entonces, debemos decir, que la izquierda y los revolucionarios en Chile, pese a su crisis, pese a sus debilidades, nunca dejó de ser la vanguardia en reivindicar para los trabajadores y el pueblo, mejores condiciones de vida y un salario que representara un intento serio y verdadero de realizar con urgencia una redistribución justa de los ingresos y repartir de manera equitativa las riquezas de nuestro país. En razón de esta verdad, tenemos que decir, que si bien lo planteado por el episcopado nacional católico, no resulta extemporáneo, la verdad es que demoraron demasiado en decir lo que se debió decir cuando se terminó la dictadura.
Es necesario y bueno recordar, que el obispo Goic, hace este llamado, después que la represión del Estado de los patrones, descarga sobre el trabajador Rodrigo Cisterna casi cien tiros. Y este deleznable asesinato no inspira a ninguna autoridad y/o funcionario de la Concertación a decir que cuando se mata a un trabajador, se mata al país. Bueno, los obispos tampoco lo dijeron. Pero en fin, las palabras «sueldo ético» tienen el color de la sangre y es el color de la sangre de un trabajador forestal.
DE LA INDIGNACIÓN ÉTICA A LA PROTESTA ÉTICA
Los sueldos miserables son un elemento, dentro del conjunto enorme de problemas y dramas que viven los trabajadores y el pueblo. Junto con el bajo precio que la clase patronal le pone a la fuerza de trabajo, están también los problemas de salud, los problemas y escasez de vivienda, los problemas de educación, los problemas de contaminación, los problemas de movilización y transporte, los problemas de empleo, los problemas de persecución y represión etc, etc. El ejecutivo, el parlamento, los tribunales de justicia, o sea, todas las estructuras del poder dominante, no sólo saben de estos dramas del pueblo, sino que en la mayoría de los casos, los crean, los promueven. Más allá, de la necesidad política de la burguesía de querer mostrar su Estado capitalista como un ente neutro, elevado a la categoría de institución supra-social, nosotros sabemos que el Estado existe para dispensar y favorecer los intereses de clase de los capitalistas. Esta afirmación, debemos agregar, no es una ocurrencia caprichosa. Objetiva y realmente, las clases existen, las contradicciones y antagonismos entre las clases existen, la lucha de clases existe, por lo tanto, las relaciones de dominación son tan históricas como las relaciones de emancipación. Esta verdad, es la que se encuentra subyacente (por debajo) a la opresión y explotación capitalista, pero esta misma verdad y no otra, es la que esta subyacente a la protesta y rebeldía de los trabajadores y el pueblo.
El Estado burgués se yergue con todo su poder incluyendo el poder de fuego, para imponer la máxima: Sólo nosotros tenemos derecho a oprimir, a explotar, a abusar y a cometer toda clase de atropellos. Ustedes en cambio tienen el deber, de doblar la rodilla, inclinar la cabeza, aceptar la mansedumbre. Es la condición para que haya paz. Y es desde esta lógica unilateral de la burguesía, que emerge el descontento, la rebeldía, la protesta. La experiencia de la explotación y sólo esta experiencia de explotación, hace posible dialécticamente, el nacimiento de la conciencia. Esta conciencia histórica, que somete los acontecimientos al análisis, produce como primer efecto la indignación ética, es decir, el gran tema de la dignidad humana se instala en la cabeza de los obreros y de todos aquellos que se sacuden del engaño capitalista. La indignación ética, refleja en la condición de un trabajador, el sentido profundo, la conciencia crítica acerca de las fronteras morales que tiene la injusticia y la desigualdad y a la vez conciencia acerca de la vastedad del horizonte moral que posee la lucha por la justicia y la igualdad.
Desde hace un año, se ha iniciado un importante proceso de reactivación en las luchas de algunos sectores sociales y lo que es más significativo, es que irrumpen con esta reactivación sectores obreros como los forestales, agrícolas y subcontratados que logran romper con la reaccionaria legalidad sindical e imponen la negociación por rama de producción, lo cual es un enorme avance en los desafíos de la movilización obrera. La antesala de este proceso, estuvo cruzado por un estado de ánimo de profundo descontento y cuestionamiento al modelo económico. Gran parte de las organizaciones sociales, se encontraban en la fase de la indignación ética, y lo decimos de este modo, porque en los espacios populares, aquellos espacios que precisamente la clase dominante niega e ignora, en aquellos espacios donde los trabajadores y el pueblo viven las contradicciones con el modelo, en estos espacios -decíamos- desde hace ya muchos años, diferentes franjas sociales vienen masticando un descontento, que cada cierto tiempo también, ha estallado mediante movilizaciones, marchas, paros, tomas y protestas que, han dejado en evidencia las falsas promesas de democratización de la vida nacional por parte de la Concertación y de la oposición burguesa. Hablamos de indignación ética, porque todo este descontento, toda la rebeldía e incluso el odio que muchos pueden sentir, tiene una profunda legitimidad, tiene una real justificación y se asienta en una razonable historia de expectativas traicionadas permanentemente por el bloque dominante. Queremos con lo anterior decir que, la tan nombrada «gente», la tan nombrada «ciudadanía», se cansó de las «mesitas de diálogo», de las «comisioncitas asesoras» y se cansó de los programitas gubernamentales que sólo han servido para saciar el espíritu corrupto de uno que otro funcionario, o concejal, o diputado, o senador que no se conforma con su sueldo o dieta parlamentaria. La indignación ética surge de la conciencia crítica del trabajador, del poblador, del estudiante, del profesional que tuvo la oportunidad de evaluar una y otra vez las promesas incumplidas de cuanto populista y demagógico hace nata en las esferas del poder.
Por lo mismo, desde la gran movilización de los «pingüinos» hasta ahora, también ha estallado con un nivel importante de masividad y extensividad la protesta ética, que no es otra cosa, que la rebeldía que surge desde los sectores explotados, oprimidos, ofendidos y humillados por el poder del capital, que tiene todas las explicaciones y las justificaciones que los agentes y perros guardianes del modelo quieran escuchar. La protesta del 29 de marzo, del 1ª de Mayo, del 29 de Agosto y del 11 de Septiembre, no son berrinches caprichosos de un pueblo ocioso y que no tiene nada que hacer. La protesta popular es un momento que expresa categóricamente el desencanto y el divorcio del pueblo con los seudo-demócratas, seudo-demócratas que construyen transiciones eternas para facilitar a la gran burguesía monopólico-.financiera la consolidación de su modelo y la ventaja para concentrar y acumular aún más los capitales y las riquezas de nuestro país. Es más, la protesta popular, que no puede discriminar respecto de sus actores, todos afectados, victimas y a la vez también productos netos del modelo, tiene un carácter ético porque se constituye en un hecho político interpelador, cuestionador de un sistema extraordinariamente injusto y abusivo, hasta el punto de transformar a segmentos importantes de la población en lacras sociales y empujarlos al sub-mundo de la droga y el delito. La protesta -decimos finalmente- es ética porque recoge las muchas razones que tienen los trabajadores y el pueblo para constituirse en el antagonista principal en un escenario nacional que muestra muy visiblemente la desigualdad e injusticias del capitalismo.
MUCHOS LOS LLAMADOS, POCOS LOS ELEGIDOS
Dicen haber llamado a un gran «Pacto Social». Sin embargo, ningún trabajador subcontratado, ningún trabajador de la agro-industria, ninguno de los marítimos, ninguno de los pescadores artesanales, ninguno de temporeros, ninguno de los mapuches, ninguno de los deudores habitacionales, ninguno de los allegados, ninguno de la salud, ninguno de la educación, ninguno de los estudiantes, ninguno, etc, etc. Fueron, ni han sido convocados a ningún pacto social y los sectores obreros y populares de este país continúan en la vereda del frente, observando el show mediático de la Concertación y la llamada «alianza por Chile», mostrándose como antagonistas, cuando en verdad, todos estos años han tenido una fuerte afinidad estratégica y también táctica para administrar el mismo modelo que les heredó la dictadura y perfeccionando la misma constitución que les heredó Jaime Guzmán. Lo que no dicen, pero que es lo que en realidad hacen, es auto-convocarse como socios para limar asperezas secundarias y ver como repartirse la torta de mejor manera. La concertación, ya no precisa de mascaras y saben que con un modelo colapsado y un capitalismo en crisis estructural, lo único que pueden esperar son mayores dificultades para administrar la actual etapa y que serán ellos mismos los que en definitiva crearan las condiciones que restan para que los dominados en Chile quieran dejar de serlo. Es por lo tanto coherente, que una Concertación que durante todas sus gestiones de gobierno le ha hecho tan bien las tareas al imperialismo, hoy día quiera y deba establecer un gran acuerdo inter-burgués para sostener por más tiempo un sistema que más temprano que tarde va ha empezar a hacer agua por todos lados.
Dada esta situación, y que aparece como una buena decantación de las contradicciones de clases, la izquierda y los revolucionarios tenemos que mirar con más seriedad el proceso de acumulación en el que estamos empeñados y definir medidas urgentes y concretas para homogenizar propuestas y líneas de acción, en un momento en que el enemigo de clases comienza a mostrarse con grados importantes de debilidad. Para nosotros el Movimiento por la Convergencia Revolucionaria, el tema de la UNIDAD creemos constituye un tema clave de resolución de nuestros problema y nuestras propias debilidades.
SEREMOS INTRANSIGENTES: POR LA UNIDAD REVOLUCIONARIA,¡¡NADIE NOS TRANCARÁ EL PASO!!