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Palo Olímpico

Fuentes: Rebelión

El titular de portada en el periódico Marca del domingo 8 de septiembre no podía ser más claro: Palo Olímpico. El Comité Olímpico Internacional (COI) se había reunido el día anterior en Buenos Aires para tomar una decisión importante: elegir la ciudad que va a recibir los Juegos Olímpicos de 2020. Allí se encontraba el […]

El titular de portada en el periódico Marca del domingo 8 de septiembre no podía ser más claro: Palo Olímpico. El Comité Olímpico Internacional (COI) se había reunido el día anterior en Buenos Aires para tomar una decisión importante: elegir la ciudad que va a recibir los Juegos Olímpicos de 2020. Allí se encontraba el lobby español, compuesto por lo más significativo de las fuerzas vivas patrias: la Casa Real con el príncipe y su esposa, además de la hermana del rey, la derecha radical representada por la alcaldesa de Madrid y la derecha moderada por el presidente del gobierno, etc. Nada pudieron frente a la indiferencia de los delegados olímpicos. Madrid quedaba relegada al tercer lugar en las preferencias como Villa Olímpica en 2020. Por tercera vez consecutiva se rechazaba su candidatura.

El dato es significativo porque demuestra el declive de la influencia española en el panorama internacional. No es de extrañar. Un sujeto que quiere tapar sus vergüenzas arremetiendo contra todo el mundo, no puede esperar el aplauso de la comunidad internacional. El gobierno de España ha tomado como táctica publicitaria el enfado permanente con sus vecinos, como si éstos tuvieran la culpa de su mala gestión: el contencioso con Inglaterra por Gibraltar, la pelea de Repsol con Argentina, la acritud contra la República de Venezuela, el apoyo a Obama en la guerra de Siria, etc. ¿Pensaba Rajoy que hacerse la foto con Obama iba a ayudar nuestra causa en el panorama internacional? ¡Pero si todo el mundo está en contra de la guerra! Sobre todo el Papa, especialmente Francisco I. La derecha española parece autista.

El triunfalismo de la derecha gobernante se percibía en los medios de comunicación, que repetían machaconamente las consignas del día: Madrid 2020. Todo estaba bien atado, la candidatura española era imbatible, tenía las mejores perspectivas, nos presentábamos con las tareas hechas. Un escenario en la puerta de Alcalá tenía que dar cauce al esperable entusiasmo colectivo. Pero las masas, que suelen acudir por millones a esta misma plaza de Cibeles, cuando de manifestaciones pacifistas se trata, esa vez no se dieron por enteradas. Apenas unos miles de personas. Pocos. Como si se olieran el bluff. Ese desinterés ciudadano se suplió con un notable voluntarismo político: desde la mañana del sábado potentísimos altavoces retumbaban una música horrible de discoteca barriobajera por todo el barrio burgués del Retiro. Es inimaginable que tales gestores de la cultura lleven gobernando Madrid durante tres décadas. Con toda probabilidad, esa falta de tacto que demuestra la derecha española ha contribuido también al desastre del lobby invencible que viajó a Buenos Aires.

En todo caso es seguro que ayudó a la ciudadanía a comprender la falta de solidez de esta operación de salvamento, que quería ser el primer paso de la recuperación de la crisis. La decepción por la decisión del día anterior, era notoria en las filas de la derecha. La alcaldesa lo afirmaba con rotundidad: ¡es horrible! El lunes la bolsa de Madrid cedía enteros, especialmente las constructoras. Los negocios se volatilizaban, tan rápidamente como las ilusiones de los ciudadanos. Los miles de puestos de trabajo soñados se perdían por los sumideros del sueño. De nuevo Bienvenido, Mr. Marshall, la parábola del tío de América, nos devuelve a la realidad patria de este malhadado país gobernado por clases parasitarias. ¿Tendremos también la misma suerte con Eurovegas?

Ya lo iban diciendo las encuestas, sin que nos pudiéramos fiar mucho. Pero después de este fracaso, ahora sí que me creo que la izquierda ganará en Madrid las próximas elecciones.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.