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Papá Roncón, ícono de identidad cultural afroecuatoriana

Fuentes: Wambra Medio Comunitario

Guillermo Ayoví Erazo, más conocido como Papá Roncón, fue uno de los máximos exponentes de la marimba esmeraldeña y un ícono para el pueblo afroecuatoriano. Narrador oral, músico, cantante y poeta, fue fundador de la Escuela de Cultura Tradicional La Catanga, para fortalecer la cultura, la música, danza de marimba, poesía e instrumentos. Nació el 10 de noviembre de 1930, en la parroquia de Borbón, cantón Eloy Alfaro, provincia de Esmeraldas, Ecuador. Falleció el 30 de septiembre de 2022, a sus 91 años. Su muerte ha causado profunda tristeza al pueblo afroecuatoriano,

Guillermo Ayoví Erazo a sus ocho años empezó a relacionarse con las comunidades de la Nacionalidad Chachi, que se encuentra a lo largo de la provincia de Esmeraldas. Ahí tuvo su primer acercamiento con la marimba. “Haciendo la marimba soy un maestro y tocándola también porque descubrí los secretos de la marimba, por qué suena, cómo suena y qué hay que hacer para que suene. Yo sé eso”, son las palabras de Papá Roncón, a sus 84 años en una entrevista con Sebastian Romero, un joven Youtuber.

El seudónimo “Papá Roncón”, se debe a dos momentos de su vida. Cuando era niño, en las calles de Borbón, lugar donde nació el 10 de noviembre de 1930 del vientre de Manuela Erazo Mina, comercializaba pescados capturados por su padre, Carlos Manuel Ayoví, en el río. Junto con su canasta ofrecía a viva voz los pescados aguacucos o roncadores y su amigo Gilberto Martínez lo bautizó como Roncador y otros como “Roncón”. El “Papá” también tiene su origen. Los barcos comerciantes que venían de Guayaquil tenían un capataz llamado Luis Perlaza, de 89 años, al cual le conocían como Papá Lucho, y era el encargado de repartir los productos. Al morir el anciano, Papá Roncón heredó su puesto y su apodo, según cuenta un el perfil elaborado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio.

El Fondo Documental Afro-Andino de la Universidad Andina Simón Bolívar en su texto, Papá Roncón: historia de vida, recoge su vida y sus enseñanzas. En esta compilación Guillermo Ayoví Erazo contó que los hombres y las mujeres de herencia africana que viven en Ecuador “somos mucho más que música”, enseñando así que el pueblo afroecuatoriano tiene muchas vertientes culturales y muchos saberes guardados en la memoria colectiva de sus comunidades. Roncón relató que su niñez fue buena, sin embargo, lo malo de aquel tiempo fue no contar con escuelas para poder aprender cosas distintas al trabajo del campo; pues según recordaba, los jóvenes sólo aspiraban a trabajar en el monte, casarse y formar una familia. Hasta que sus mayores y mayoras fundaron la primera escuela en la parroquia Telembí, cantón Eloy Alfaro, provincia de Esmeraldas,  ahí estudió durante ocho meses, donde aprendió el abecedario, a juntar palabras y leer, aunque después lo sacaron de la escuela y volvió a trabajar al campo. Pero tenía que bajar todos los domingos hasta Telembí para dejar comida a sus sobrinos, quienes también estaban en la escuela, aprovechaba esas ocasiones para preguntar sobre las cosas que les enseñaban en la escuela y así, por lo que ellos le decían, seguía aprendiendo. Es así como Guillermo Ayoví Erazo aprendió a leer y escribir.

En una entrevista para Medios Públicos EP Papá Roncón habló de su pasión por la guitarra, “me gustaba muchísimo”. Recuerda que trabajaba con un hombre norteamericano en una bananera, él era cocinero y mientras cocinaba tomaba los cucharones y simulaba estar tocando una guitarra, entre los otros trabajadores estaba Gaspar Padilla, quien un día le dijo:

–¿Roncón; tú quieres aprender a tocar la guitarra?

– ¡Claro! -respondió él.

–Consíguete la oración del duende -le dijo Padilla. 

– ¿Cómo?– le preguntó Papá Roncón

–Yo te la traigo el día lunes que baje.

– ¡Ya pues! -respondió él.

Es así que un día lunes cuando todavía tenía 16 años Padilla le entregó a Papá Roncón la oración y “como yo no sabía leer muy bien, deletreando, deletreando me la aprendí”. La oración decía que debía comprar una guitarra que nadie la haya tocado, por lo que él le pidió al hombre nortermiacano 20 sucres para comprarse la guitarra y así lo hizo. Una noche,mientras descansaba en su habitación, escuchó el sonido de la escalera, abrió y presentó “el sombrero del duende, el gálibo termina en punta y el ala es redonda. Fue subiendo y pasó directamente donde estaba la guitarra, la bajó, la afinó y cuando la rasgó, cuenta que “el sonido se me fue adentro de la cabeza, tan lindo el sonido y cuando él colgó la guitarra pensé que vendría donde mí y pegue el grito”, cuenta Papá Roncón entre risas y carcajadas, recordando lo vivido en ese tiempo.

Papá Roncón tenía 24 años cuando se casó con Grimalda, con quien permaneció sesenta años de casados y con quien formó una familia de diez hijos, dieciocho nietos y cinco bisnietos. Hasta antes de morir, Papá Roncón, enseñó a sus nietos a tocar para “cuando yo ya no esté sean los gestores que estén con la vara en la mano para infundirles a los que quedan”, agregó Papá Roncón en la entrevista para Medios Públicos EP.

Poco a poco, la música de Papá Roncón se dio a conocer desde 1970, en su natal Borbón, hasta llegar a ser reconocida a nivel nacional e internacional.

Papá Roncón y su marimba inmortal

“La marimba la llevamos en la sangre y es lo que nos liberó de las cadenas del blanco. Con la declaratoria de esta música va a tener más valor y será protegida y considerada”, señaló don Guillermo Ayoví al enterarse que el Gobierno Nacional, en 2011, le otorgó el Premio Eugenio Espejo por su trayectoria como difusor y embajador musical en países como Francia, Japón, Alemania, Colombia, Corea y Estados Unidos, según el Ministerio de Cultura y Patrimonio.

El 30 de septiembre de 2022, sus instrumentos se vistieron de tristeza y sus ojos se apagaron. Diversos espacios como la Casa de la Cultura Ecuatoriana enviaron una nota de pesar por el fallecimiento de Papá Roncón, “su música y su legado no morirá. Será recordado por ser ícono de la marimba ecuatoriana”.  

Asimismo, la Alcaldía de Esmeraldas dijo: “en nuestra memoria siempre estarán los buenos momentos que compartió este gran hombre de la cultura. Amigo, hermano, eras parte de la familia esmeraldeña, ecuatoriana; ratos de alegría nos hizo pasar a todo un pueblo. Tu recuerdo vivirá en cada uno de nosotros. Hasta pronto amigo predilecto hasta pronto Guillermo Ayoví hasta pronto Papá Roncón”.

Por su parte, el medio digital  negro, feminista y antirracista, La Movida Feminista, expresó: “estamos agradecidas por su legado con el pueblo afroecuatoriano. Gracias por los aprendizajes, saberes y legado ancestral para las nuevas generaciones”.

El marimbero y catedrático, Lindberg Valencia a través de su cuenta de facebook dijo: “Tanta música en sus manos, tanta bondad en su corazón. Tanta generosidad en su caminar y andar. Gracias Papá Roncón, todos los caminos que nos llevó a recorrer. Mucha luz y paz en su nuevo concierto marimbero”.   

Janner Quintero, integrante de agendas Juveniles y creador do JQ sin Olvidar tus Raíces, dijo que para las y los jóvenes de la provincia de Esmeraldas, Papá Roncón es un ícono que “nos dio identidad cultural”, en conjunto con Petita  Palma cantante, gestora y propulsora de la marimba esmeraldeña. “Nos deja una tarea muy grande que es mantener el legado cultural de nuestra etnia viva y continuar de pie en la lucha”.

María Barbarita Lara Calderón, docente de historia y geografía, dijo que una de las mayores enseñanzas que Papá Roncón deja al pueblo afroecuatoriano es que “nosotros, nosotras debemos ser guardianas de la cultura, cuidarla, transmitirla a las generaciones y para eso hay que ser generoso, él era generoso con la palabra”.

María Barbarita dice que recuerda a Papá Roncón como “un hombre inteligente, alegre, optimista, generoso con la palabra, resiliente, que no nos enseñó cómo la música nos ama y es la mensajera, sino también cómo la marimba es el instrumento vinculante con el otro, y eso apunta a construir la interculturalidad”.

Según Lara para que la cultura que Papá Roncón dejó al pueblo afroecuatoriano, es necesario seguir enseñando y para eso hay un proyecto y una propuesta política que es la etnoeducación. Pues el Estado ecuatoriano debe encargarse de dar una verdadera reparación histórica porque “se ha invisibilizado y negado la existencia del pueblo afro. Sobre todo en el sistema educativo”. Por eso, es necesario que a través de la etnoeducación, no solo hablemos de la cultura e historia, sino de todos los procesos, planes y programas del pueblo afroecuatoriano.

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