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Para – Dólar

Fuentes: CUT

En Montería (la capital más cercana a la zona de distensión) un dólar podía costar sólo $1.900 pesos y llegó a estar en $1.500, distorsión que sólo puede explicarse por los dólares que ingresan por la puerta de atrás. En medio del revuelo provocado por la aprobación del proyecto de «Justicia y Paz», y ante […]

En Montería (la capital más cercana a la zona de distensión) un dólar podía costar sólo $1.900 pesos y llegó a estar en $1.500, distorsión que sólo puede explicarse por los dólares que ingresan por la puerta de atrás.

En medio del revuelo provocado por la aprobación del proyecto de «Justicia y Paz», y ante la emotividad producida por los frentes paramilitares desmovilizados y las noticias diarias sobre los movimientos de sus jefes, el país ha dejado de lado la esencia del proceso de desmovilización: legalizar capitales mal habidos, obtenidos en el narcotráfico, el chantaje, la extorsión y otras prácticas delincuenciales con las cuales los paramilitares han venido actuando desde hace más de dos décadas.

La caída de la cotización del dólar, constante en nuestro país desde hace un año, no sólo puede explicarse por el fenómeno mundial de revaluación que, obedece a cuestiones ajenas a nuestro manejo que como todo el mundo sabe, depende de decisiones de política del FED de los Estados Unidos y de la reacción de los bancos centrales y otras economías desarrolladas y de Asia.

En Colombia, a partir de la instalación de las negociaciones de Ralito el 2 de mayo del año pasado, el precio de la divisa norteamericana inició una escalada revaluacionista mucho más pronunciada de la que traía, si hacemos caso a las cifras del Banco de la República. Pero cuando miramos el mercado de la «calle» nos encontramos con un fenómeno más preocupante: el dólar en Colombia ingresa de contrabando y en la calle se cotiza muy por debajo del precio oficial.

Colombia tiene la dudosa reputación de ser uno de los pocos países en donde el dólar oficial y el de la calle, difieren radicalmente en su precio. Esto se explica porque en la calle se mueven los dólares del narcotráfico y allí donde los dólares son más abundantes, son también más baratos.

El hecho es que en los últimos doce meses la brecha entre el precio oficial y el de las casas de cambio ha aumentado en un 25% promedio, inusual para un mercado, que si bien es libre, debe responder a cierta regulación por parte del Emisor.

Pero dicho fenómeno no es igual en todas las regiones del país: en Bogotá un dólar se conseguía la semana pasada en $2.200 pesos, mientras la cotización oficial rondaba por los $2.319; en Medellín ese mismo dólar estaba por el orden de los $2.150 y en Montería (la capital más cercana a la zona de distensión) un dólar podía costar sólo $1.900 pesos y llegó a estar en $1.500; situación que refleja un amplio número de tasas diferenciales, distorsión que sólo puede explicarse por los dólares que ingresan por la puerta de atrás.

Será coincidencia o es que ahora Montería, una ciudad de las más pobres del país, puede darse el lujo de tener grandes centros comerciales con ventas millonarias, especialmente concentradas en artículos de lujo, como vehículos, joyas, etc, con una pujante industria de finca raíz con soluciones de vivienda de más de cien millones de pesos y con un dólar muy barato; puede ser un milagro económico o simplemente la bonanza de los narcodólares que se lavan en Ralito y que ahora con la nueva ley de «perdón y olvido», pasarán a ser capitales dignos de gente de bien.

Ojo, ya hay temor entre los industriales por la avalancha de productos importados que ingresan al país gracias no sólo a la competencia de China, sino sobre todo gracias al dólar barato. La legalización de tal cantidad de dólares nos está llevando a una nueva burbuja especulativa que apenas se reviente dejará más desempleados, más pobreza y unos nuevos ricos totalmente limpios ante la ley y la sociedad; la ley aprobada no sólo deja impune el delito, sino que también es una amenaza contra la economía nacional.

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Informativo CUT Bogotá-Cundinamarca