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Entrevista a Miguel Rodríguez López, académico y gestor cultural puertorriqueño

«Para que la vida tenga utilidad tiene que dejar una huella en otros seres humanos»

Fuentes: Rebelión

Miguel Rodríguez López es el rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en el viejo San Juan, Puerto Rico (2004-). Como académico y gestor cultural, ha sido, entre otros cargos, director, investigador y curador en el Museo y Centro Humanístico de la Universidad del Turabo (1984-1989), director del Departamento de […]

Miguel Rodríguez López es el rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en el viejo San Juan, Puerto Rico (2004-). Como académico y gestor cultural, ha sido, entre otros cargos, director, investigador y curador en el Museo y Centro Humanístico de la Universidad del Turabo (1984-1989), director del Departamento de Arqueología del Instituto de Cultura Puertorriqueña (1989-1993), director y docente del Departamento de Humanidades de la Universidad del Turabo (1993-1997), presidente de la Asociación Puertorriqueña de Antropólogos y Arqueólogos (1987-1991), presidente de la Asociación Internacional de Arqueología del Caribe (1993-1997) y presidente de la Junta de Directores de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (2003-2007). Rodríguez López es arqueólogo, sociólogo y antropólogo, especialidad la primera que obtuvo bajo la dirección de don Ricardo Alegría. Don Miguel, como no le gusta que le diga, ha sido muy dichoso, y Puerto Rico ha tenido en don Miguel la dicha de tener un docente e investigador comprometido con la preservación y conservación de sus valores arqueológicos y culturales. Don Miguel, me ha dado la oportunidad de entrevistarle. Comparto con vosotros sus respuestas, y estoy muy agradecido por éstas a don Miguel.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – La vida es un devenir de retos. Vos es ejemplo de ello. La vida, esa misma, nos puso algún tiempo atrás en el camino, vos de profesor de mí, yo de estudiante vuestro en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Viejo San Juan, Puerto Rico. Se puso o le puso el destino en el lugar de don Ricardo E. Alegría, de quien también fui alumno. Siempre que le veo, le veo feliz. A don Ricardo lo recuerdo pensativo, siempre, o casi, siempre, pensativo. Sé que hace algo que le viene apasionando desde no hace poco tiempo. Se formó en empresas, inicialmente (1963-1967), para luego devenir antropólogo y sociólogo (1976) cuando yo nací, obteniendo su especialización a nivel avanzado en Arqueología (1983) bajo la dirección de don Ricardo, padre re-fundador del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (CEAPRC), del cual hoy vos es su Excelentísimo Señor Rector desde el 2004. De ese todo que vos es, ¿dónde se ha sentido más cómodo? ¿Cómo integró su formación trans-disciplinaria a su trabajo creativo de docente, investigador y gestor cultural?

– Miguel Rodríguez López (MRL, en adelante) – Cada etapa de la vida tiene su importancia y su propósito. En mis años formativos, tanto en la Escuela Superior de la Universidad de Puerto Rico así como en mis estudios universitarios, fui adquiriendo unos conocimientos muy diversos, unas experiencias de vida poco usuales, en fin, unas destrezas básicas que me permitieron ir creciendo y madurando para enfrentar nuevos retos. Siempre me he sentido profundamente feliz con la vida, con las decisiones que he tenido que tomar, con las responsabilidades que desde muy joven tuve que asumir. Algunas tuvieron consecuencias negativas para mi persona, pero de eso se trata la vida, de aprender a enfrentar los retos de la conciencia.

Para darte un ejemplo, en los años 60’s, en plena guerra de Vietnam, mientras estudiaba en la universidad, decidí desafiar la inscripción obligatoria en el servicio militar de los Estados Unidos y dedicarme de lleno junto a otros compañeros a combatir por pueblos y campos la injusticia del Servicio Militar Obligatorio para los puertorriqueños y la inmoralidad de la guerra contra Vietnam. Fueron años difíciles, de persecución oficial, de rechazo e incomprensión de mucha gente, pero también aprendimos la importancia que en la vida tiene el actuar de acuerdo a unos principios.

Pienso que también por la diversidad de experiencias que he tenido en mi vida: líder estudiantil, activista social, profesor universitario, arqueólogo profesional, director de museos y departamentos académicos, funcionario público (en el Instituto de Cultura Puertorriqueña), legislador municipal, gestor cultural y otras posiciones más, he podido ir sumando y añadiendo, a través del tiempo, nuevas maneras de ver el mundo y de enfrentar sus desafíos.

Por eso es que ya casi llegando a los 70 años, en estos momentos de mi vida me siento todavía mucho más feliz y, totalmente, comprometido con mi trabajo actual. Dirijo una institución muy valiosa para Puerto Rico, que tiene una dimensión caribeña e internacional, pero que sobre todo tiene la encomienda de elevar el legado educativo y cultural de don Ricardo Alegría a otros niveles de crecimiento y desarrollo.

– WRS – Vos tiene otros deberes. Me refiero a su labor como curador de la Colección Arqueológica del Museo y Centro Humanístico de la Universidad del Turabo, en Caguas, Puerto Rico. ¿Cuál es la importancia de esa colección dentro del contexto de la arqueología de Puerto Rico y el Caribe?

– MRL – Como arqueólogo, una de las experiencias más enriquecedoras ha sido la de excavar a finales de la década del 1980 el yacimiento de Punta Candelero, localizado en terrenos de Palmas del Mar, Humacao. Se trata de de uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes realizados en Puerto Rico y la región del Caribe de la segunda mitad del siglo XX. La importancia de la valiosa colección arqueológica de Punta Candelero es que la misma pertenece a una cultura muy antigua y hasta cierto punto, muy sofisticada, que estableció sus poblados en los siglos previos al inicio de la era cristiana, en las islas del noreste del Caribe.

Como el yacimiento se excavó con la presencia de especialistas y bajo la dirección de una institución académica, en este caso el Museo de la Universidad del Turabo, la colección tiene también un gran valor científico. Sus materiales, como lo son la cerámica, los artefactos de piedra y la gran cantidad de osamentas humanas excavadas en el lugar, han sido tema de investigaciones académicas y científicas que se han publicado en libros y revistas sobre el tema arqueológico.

Además constantemente se realizan nuevos estudios y análisis que ofrecen más datos en torno a esta compleja sociedad de navegantes y mercaderes que fundaron y vivieron en un poblado que formaba parte de una dinámica red caribeña de intercambio de materias primas y objetos terminados con poblados de otras islas y del propio continente.

Finalmente, el nuevo Museo y Centro Humanístico de la Universidad del Turabo, que en estos momentos dirige la Dra. Carmen Teresa Ruiz de Fishler, le ha dedicado una sala permanente a la arqueología de Punta Candelero, titulada «Los Huecoides de Punta Candelero, una Cultura Ancestral». Aparte de mis responsabilidades como Rector del CEAPRC, soy curador «Ad honorem» de la colección arqueológica del Museo y siempre estoy disponible para colaborar con la Universidad del Turabo y su Museo.

– WRS – Los arqueólogos son unos tipos que excavan la tierra con cierto cuidado. Lo hacen así para ver si tienen la suerte de encontrar o de ver si lo encontrado por un desarrollador es lo que se conoce como yacimientos. Los yacimientos más importantes suyos se los encontró en la Hacienda Grande y en Vacía Talega, Loíza (1985-1986); el Campamento Santiago, Salinas (1985-1986); Punta Candelero, Palmas del Mar, Humacao (1987-1989); Maruca, Ponce (1995-1997); e, isla de Culebra (1997). En fin, luego de tanto hoyo, tengo entendido que don Rafael «Churumba» Cordero Santiago se volvió loco de contento cuando supo que allí, en Maruca, Ponce, fue donde vos por primera vez excavó y se encontró con uno de los primeros yacimientos de las culturas pre-agro-alfareras de Puerto Rico y el este del Caribe, de una antigüedad aproximada a los 5 mil años antes de nuestro presente judeo-cristiano. Cuénteme de la importancia de los resultados de esas investigaciones de campo, sobre o más bien bajo el terreno. ¿Qué confirmaron? ¿Qué nos dejaron saber? ¿Cuán cierto es que Ponce es Ponce por ser en Maruca donde surgieron los leones de Ponce? ¿Fueron esos pre-agro-alfareros de Maruca o debieron ser esos los primeros egos del ponceño de hoy o, tal vez, del puertorriqueño de hoy?

– MRL – A mediados de la década del 1990 fui contratado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, para dirigir un proyecto de excavaciones arqueológicas en lo que en aquel momento se convirtió en el yacimiento indígena más antiguo conocido en Puerto Rico. Este yacimiento fue excavado inicialmente por el arqueólogo Jesús Figueroa, quien lo bautizó con el nombre de Maruca, un personaje del folclore ponceño. En Maruca se encontraron los restos materiales, incluso los restos óseos de 11 individuos, que formaron parte de una comunidad cuya antigüedad fue fechada por medio del carbono 14 en al menos 3 mil años antes de Cristo, es decir casi 5 mil años antes del presente.

A veces les hablo a los estudiantes y al público en general de la gran antigüedad de este sitio, al igual que la de otros lugares en Puerto Rico y se hace difícil entenderlo. Debe estar claro para todos que 5 mil años atrás ya habitaban seres humanos en nuestra isla y fundaron poblados cercanos a la costa como en este caso Maruca, cerca de Ponce. Claro, se trataba de sociedades llamadas Arcaicas o Pre Agroalfareras que dependían de la pesca y la caza para sobrevivir, que además tenían algunas prácticas agrícolas, que fabricaban herramientas de piedra, que vivían en pequeños poblados y que enterraban a sus difuntos de una forma ritual en posición extendida.

Cuando le explicamos sobre la antigüedad y la importancia arqueológica de este hallazgo al entonces alcalde de Ponce, el Honorable Rafael Churumba Cordero, se quedó pensando un rato y con su habitual orgullo ponceño me respondió: «¿Entonces lo que usted me dice es que los primeros habitantes de Puerto Rico eran ponceños?» Y todos los presentes nos reímos y celebramos el ingenio del alcalde, porque aunque en aquellos tiempos, 5 mil años atrás, no existía el concepto de ponceño o de puertorriqueño, de cierta manera el alcalde tenía razón en lo que expresaba. Y creo que llegó a utilizar públicamente el comentario para reforzar la importancia de Ponce y de los ponceños desde los primeros tiempos de la historia de la Isla.

– WRS – En retrospectiva hoy, luego de las investigaciones realizadas bajo el terreno, ¿qué diferencias observa en su propio trabajo creativo de investigador además de su diferencia respecto a las culturas con las que ha trabajado? ¿Qué es aquello que ha aprendido dentro del proceso creativo de dar forma y contenido a su trabajo creativo de arqueólogo?

– MRL – Creo que estoy pasando por la etapa de escribir, de divulgar y valorizar al máximo los hallazgos y el conocimiento arqueológico que he obtenido por mis trabajos de investigación que ya alcanzan cuatro décadas. Mis excavaciones han recuperado información y objetos muy valiosos que pertenecían a las diversas sociedades que hoy llamamos originarias, que sentaron las bases de lo que es hoy la cultura puertorriqueña.

He acumulado cientos de informes arqueológicos que he sometido ante las agencias culturales de Puerto Rico, así como decenas de ponencias que he ofrecido ante congresos arqueológicos celebrados en Puerto Rico, las islas del Caribe, Venezuela, Estados Unidos, Inglaterra y en España. Ahora mi responsabilidad es darlas a conocer de manera educativa a un público más amplio, que los estudiantes sientan ese orgullo de su antigua historia y de las sociedades ancestrales que vivieron en nuestra isla y que son el primer piso, la base de nuestras sociedades modernas.

Como parte de este compromiso, también promoví el ofrecimiento de una Maestría en Arqueología, la única en su clase en Puerto Rico y en el Caribe, con el fin de preparar académicamente una nueva generación de arqueólogos comprometidos con el estudio y el aprecio de nuestras más antiguas poblaciones. Ya en el CEAPRC hemos graduado más de una docena de arqueólogos y eso me llena de mucha satisfacción, pues ya los jóvenes que quieran estudiar Arqueología de Puerto Rico y el Caribe no tienen que ir a prepararse a los Estados Unidos o a México, donde los estudios son más costosos.

– WRS – Mucho de su trabajo creativo como arqueólogo ha sido influenciado por don Ricardo. ¿Qué tiene de particular su trasfondo personal (historia de vida) en la formación del contenido de su trabajo creativo? Pero, ¿qué tiene vos que decirnos de don Ricardo? ¿Cuán importante fue don Ricardo en su formación? ¿Qué lección de vida tuvo de don Ricardo que no quisiera olvidar y que no olvidáramos? ¿Qué le debe vos a don Ricardo como arqueólogo, qué le debe la arqueología puertorriqueña y caribeña a don Ricardo?

– MRL – Mi vida en los pasados 40 años la he dedicado a la investigación arqueológica, a la enseñanza y a la administración de instituciones educativas y culturales. Y ese compromiso se lo debo principalmente al ejemplo que siempre me dio don Ricardo Alegría, mi maestro y mentor.

Don Ricardo siempre insistió en que no bastaba estudiar y conocer bien la historia, la literatura o la arqueología de Puerto Rico. Que era necesario también sentir la importancia y el orgullo que de su conocimiento proviene y darlo a conocer al resto de la población especialmente a la juventud para que ellos también sintieran el orgullo por nuestra historia y cultura nacional. Por tal razón, siempre he tenido presente sus enseñanzas cuando me ha tocado tomar decisiones relativas a mi vida personal y profesional.

También don Ricardo veía nuestra historia y cultura nacional siempre vinculada con la historia y cultura de los demás países caribeños. Siempre he mantenido estrechas relaciones con investigadores caribeños y desde la década del 1970 participo activamente en los congresos y eventos regionales relacionados con el campo de la arqueología. Presidí entre los años 1993 al 1997 la Asociación Internacional de Arqueología del Caribe (AIAC-IACA) con sede en Martinica, y fui el organizador de dos congresos regionales celebrados en Puerto Rico (1993, 2013) en los cuales participaron cientos de arqueólogos, directores de museos y otros investigadores de más de 20 países caribeños y europeos. De esta manera, los arqueólogos del patio así como nuestros estudiantes han tenido la oportunidad de darse a conocer y presentar sus trabajos arqueológicos ante un foro de prestigio internacional.

Como rector del CEAPRC he continuado la tradición establecida por sus fundadores y regularmente invitamos profesores y conferenciantes de la región del Caribe, algunos de ellos de gran reconocimiento internacional como lo son Marcio Veloz Maggiolo y Frank Moya Pons (Republica Dominicana), Lourdes Domínguez (Cuba), Henri Petitjean Roget (Guadalupe) y otros.

– WRS – Hace unos días quiso recordar a doña Velda González. Le recordó, le honró. Recordar es honrar. Honrar, honra. ¿Cuál considera vos es la principal contribución de doña Velda a la protección del Patrimonio Arqueológico del Pueblo de Puerto Rico? ¿En qué radica la importancia de esa contribución de doña Velda para la defensa de nuestro patrimonio nacional?

– MRL – A Velda González, recientemente fallecida, el pueblo la recuerda mayormente por su gestión como actriz y comediante de gran relevancia en la televisión puertorriqueña. Sin embargo, su gestión como senadora que fue por casi dos décadas no es muy conocida. En el aspecto de la cultura Velda González fue siempre defensora de nuestro patrimonio arqueológico y gracias a sus esfuerzos se aprobaron las leyes que protegen del impacto de proyectos de construcción sobre nuestros yacimientos indígenas y otros lugares de importancia histórica. Mientras fue senadora Velda González siempre defendió la integridad del Instituto de Cultura Puertorriqueña y se aseguró que contara con el presupuesto necesario para desarrollar su obra artística y cultural por todo el país.

– WRS – Sé que vos es un autor caribeño de origen puertorriqueño. ¿Se considera puertorriqueño? ¿Existe el puertorriqueño o sólo su imagen es una imagen? ¿Por qué? ¿Qué es la que hace que su trabajo creativo sea de vos y lo que es de vos es o decide ser dentro de Puerto Rico? ¿Qué es esa fuerza que lo hace puertorriqueño y le une a otros?

– MRL – Mi concepto de Puertorriqueñidad va mucho más allá de los límites geográficos de nuestra isla. En estos momentos la mayoría de las personas que se consideran puertorriqueños viven en los Estados Unidos continentales y en otros confines del mundo. Somos puertorriqueños, no sólo porque tenemos una serie de características reales o imaginarias que nos unen y que nos identifican con una personalidad cultural definida ante el mundo. También los demás pueblos del mundo nos identifican y nos definen entre los demás pueblos del universo. Puede haber elementos concretos y objetivos en esa definición de identidad nacional, pero también hay otras características no tan definidas ni visibles que sólo los puertorriqueños podemos identificar.

Te doy un ejemplo de algo que me pasó a mí. Estaba yo hablando en inglés con unos colegas en una esquina de la ciudad de Cayena, capital de la Guyana Francesa, cuando de pronto una señora que estaba asomada al balcón de un tercer piso me gritó: «Oye, ¿tú eres boricua?» Y al yo contestarle en español, «Sí, ¿y como tú lo sabes?», ella respondió: «Yo lo sé porque yo conozco a mi gente». La señora era de Ponce y llevaba 20 años casada con un francés y viviendo en Cayena, pero podía distinguir a un puertorriqueño de lejos sin ninguna dificultad.

– WRS – Don Miguel, ¿cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de arqueólogos en Puerto Rico y esos otros espacios caribeños o no de creación y afirmación cultural en los que ha tenido la oportunidad de estar? ¿Cómo ha integrado su identidad étnica y su ideología política con o en su trabajo creativo? ¿Cómo relaciona su trabajo político-cultural con su lectura particular de la vida y su propio quehacer cultural o no hoy?

– MRL – Mi quehacer cultural no es abstracto o teórico o puramente académico, aunque no le quito mérito a aquellos que son capaces de separar el mundo intelectual del trabajo social y político, en el más amplio concepto del término. En todas las etapas de mi vida siempre he tenido presente lo que aprendí de mi alma mater, la Escuela Superior de la UPR, y de grandes maestros como don Ricardo Alegría. Y es que para que la vida tenga un sentido de utilidad, más allá de los logros personales que uno pueda o no alcanzar, tiene que dejar una huella en otros seres humanos.

Mi práctica como arqueólogo, como educador, como administrador y gestor cultural, como servidor público, incluso como líder político, siempre ha estado marcada por unas causas, por unos ideales. En ocasiones, como cuando siendo estudiante universitario me negué a servir en el Servicio Militar Obligatorio durante la guerra de Vietnam, he pasado por la experiencia de ir a la cárcel, de la cual me siento muy orgulloso. Cuando mi hija Laura fue encarcelada por su desobediencia civil en Vieques, yo me sentí el padre más feliz y orgulloso del mundo porque también su vida estaba marcada por una causa. Y al igual que en mi hija pienso que mi labor como educador y gestor cultural también ha impactado a muchos jóvenes en sus vidas profesionales y personales.

– WRS – ¿Qué diferencias observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción de sus compañeros de viaje o aventura creativo-cultural con su trabajo creativo y la temática o las temáticas que ha abordado y los marcos teóricos desde los que les has abordado? ¿Qué otros proyectos creativo-cultuales tenéis pendientes?

– MRL – El tiempo pasa y ya me acerco a los 70 años. Puedo ver la vida desde cierta perspectiva que sólo la experiencia y los años ofrecen. Mis maestros y mentores como Eugenio Fernández Méndez, Irving Rouse y Ricardo Alegría ya no están en este mundo. Tampoco muchos de mis amigos y colegas arqueólogos. Pero me siento que siempre surgen nuevos compañeros y compañeras de viaje que lo hacen más cómodo y más entretenido. Disfruto mucho de mi trabajo administrativo y académico como Rector del CEAPRC y también de mi activismo cultural y político. Por eso en público siempre me van a ver feliz y sonriente. Incluso, en momentos de mucha indignación trato de no perder el control.

A veces las frustraciones y reveses me han afectado en lo personal y particularmente en mi salud. Hace unos años sufrí un infarto en medio de una protesta frente al proyecto Paseo Caribe, donde no se siguieron ninguna de las leyes de protección arqueológica. Fui sometido a una operación de emergencia donde me efectuaron tres desvíos coronarios. De broma siempre comento que cada uno de ellos tiene nombre: uno se llama Paseo Caribe, otro se llama Yacimiento Jácanas (que en esos momentos también fue objeto de destrucción por parte del Cuerpo de Ingenieros del Ejército), y el tercero se llama Instituto de Cultura Puertorriqueña, una institución que quiero y respeto mucho, que ha dejado una profunda huella en nuestro pueblo, y que lamentablemente ha sido golpeada, despreciada y aplastada por las pasadas administraciones de ambos partidos.

Y esto me trae a la atención el estado actual de la cultura y de sus principales instituciones oficiales. Por muchas razones, que no son sólo las económicas, los pasados gobiernos no le han dado la importancia que tiene la gestión cultural para el desarrollo saludable del país. Con mi trabajo como gestor cultural y a través de mi participación y presencia en los debates públicos, desearía colaborar en el desarrollo de una nueva visión de la cultura puertorriqueña como instrumento que refuerza la identidad y la unidad de país y como factor importante en el desarrollo económico y la creación de empleos. También visualizo nuestra cultura como punta de lanza en la internacionalización de Puerto Rico.

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativo-cultuales tenéis pendientes o quisiereis realizar?

– MRL – Pienso que podemos revitalizar nuestras instituciones culturales para que ayuden al país a salir de tantos serios problemas que en estos momentos enfrenta. Pero este impulso debe ir acompañado de la creación de alianzas con los municipios, con las universidades, con las organizaciones sin fines de lucro y con los grupos y centros culturales por toda la Isla. Ese es el mayor proyecto cultural al cual espero poder dedicar el máximo de mis posibilidades en esta etapa de vida.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.