La pregunta se las trae y la contestación ya sabemos que no es sencilla. Menos compleja de lo que sus sacerdotes pretenden pero sin duda complicada. Pero algunas veces la realidad nos da una respuesta clara sobre el tema. Con motivo de la aprobación de la llamada Ley Sinde salió estos días en la prensa […]
La pregunta se las trae y la contestación ya sabemos que no es sencilla. Menos compleja de lo que sus sacerdotes pretenden pero sin duda complicada. Pero algunas veces la realidad nos da una respuesta clara sobre el tema. Con motivo de la aprobación de la llamada Ley Sinde salió estos días en la prensa una foto de la Ministra de Cultura que no deja de ilustrar de manera directa y transparente una respuesta insoslayable. A la derecha de Gónzalez-Sinde y con la espontaneidad propia de una puesta de escena que desvela claramente su premeditación y alevosía, aparecen las portadas de dos libros perfectamente situados para que puedan ser identificables: un tomo de la Obras Completas de Miguel Delibes con la foto de autor en gran tamaño y la ya más que vista portada de la última novela de Almudena Grandes: Inés o la alegría.
Pues ya sabemos, al menos en parte, para qué vale la Literatura: para adornar al poder, para ser telón de fondo, decorado, ornato. Averiguar los motivos de esa elección, las vueltas que el asesor de imagen correspondiente habrá dado antes de elegir lo elegido sería en si mismo un capítulo perfecto para un buen tomo de teoría literaria. A ver si dentro de cincuenta o cien años alguien nos lo cuenta en su libro de memorias para que nuestros nietos y nietas puedan descargarlo en la red y averiguar como se conforma el canon.
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