Hace unos veinte años visité Guinea Ecuatorial. Al margen de lo positivo de la experiencia me encontré con un país devastado. Frente a la exuberancia de la naturaleza, de la abundancia de recursos naturales, un país sin tejido económico, sin infraestucturas, sin servicios sociales. Lo poco que funcionaba en educación y en sanidad se debía […]
Hace unos veinte años visité Guinea Ecuatorial. Al margen de lo positivo de la experiencia me encontré con un país devastado. Frente a la exuberancia de la naturaleza, de la abundancia de recursos naturales, un país sin tejido económico, sin infraestucturas, sin servicios sociales. Lo poco que funcionaba en educación y en sanidad se debía a la cooperación extranjera. La población, atemorizada y resignaba, muchas veces hablaba con nostalgia de la época colonial. La experiencia de Macías y de Obiang hacía que sintieran que habían pasado de lo malo a lo peor. Le euforia nacionalista había desembocado en una dura decepción. No parece que las condiciones de vida de la población haya mejorado. Lo que sí lo ha hecho es la situación, absolutamente indecente, de Obiang y de su familia y amigos, cuyo patrimonio es un insulto al más mínimo sentido de la justicia humana. Porque ahora tiene petróleo y la perversa alianza entre los políticos corruptos y las multinacionales hacen que éstos se enriquezcan mientras la población sobrevive a duras penas.
Fraga y nuestro Ministro de Exteriores que se dice socialista, Moratinos, han viajado a Guinea Ecuatorial para rendirle la pleitesía a Obiang. Las razones que han movido el encuentro son estratégicas/comerciales. Moratinos se disculpaba del trato de la prensa española a Guinea Ecuatorial (para no decir la verdad, que es que la crítica se dirige a su gobierno). Obiang reconoce que es un dictador, dice que no va dar dinero a los guineanos, que son unos holgazanes y da excusas de mal pagador que nadie se cree para justificar su fortuna personal y familiar.. Amenaza también a los periodistas españoles de manera chulesca y prepotente. Me imagino a Moratinos con una sonrisa forzada intentaba mantener el tipo.
Si los principios hay que dejarlos porque los intereses «políticos» son prioritarios, por esta misma lógica deberíamos considerar normal todas las actitudes conciliadoras que tuvieron representantes de países que se decían democráticos hacia Franco, y ¿ porqué no? hacia Hitler. Y si no es así que alguien me explique la diferencia.
Este es el pragmatismo político del PSOE: los principios valen, pero sólo cuando se está en la oposición, claro. Dice Moratinos que se abre una «cartera de oportunidades» pero ¿a qué precio, señor Moratinos? Yo se lo diré, al precio de los principios morales mínimos y recalco la palabra porque no se está pidiendo maximalismo sino un límite que si lo franqueamos entonces todo está justificado.
La única nota políticamente aceptable (en el sentido más ético de la palabra) es la de Izquierda Unida, que no ha participado en esta farsa. Frente a todo esto la crítica a la presencia de Fraga, que es por otra parte correcta, es sólo una anécdota.