«Que todos los colombianos en lugar de encontrar justificaciones a la impunidad, repudiemos el delito y el crimen, hasta que derrotemos el crimen, hasta que muera el crimen para que viva la vida». Muy difícil imaginarse que estas palabras, pronunciadas como despedida del año 2006, sean del presidente Álvaro Uribe Vélez. Del mismo Uribe que […]
«Que todos los colombianos en lugar de encontrar justificaciones a la impunidad, repudiemos el delito y el crimen, hasta que derrotemos el crimen, hasta que muera el crimen para que viva la vida».
Muy difícil imaginarse que estas palabras, pronunciadas como despedida del año 2006, sean del presidente Álvaro Uribe Vélez.
Del mismo Uribe que fortaleció las temibles Convivir de las cuales surgieron hombres de las fosas comunes y las motosierras como Mancuso.
Ni el Uribe del Plan Colombia que en lugar de la paz se arrechó en una aventura militar de más de diez mil millones de dólares.
Tampoco del hombre del glifosato.
Menos podría pensarse que son del candidato presidencial que durante la campaña electoral reeleccionista mandó a publicar en Internet, radio y televisión una publicidad donde decía que a cuatro mil militantes de la UP los habían matado por que eran asesinos y que había que seguir matando a los sobrevivientes. Y que guardó silencio cuando se le reclamó por ello. Y que no ha dicho nada, ni una sola palabra, luego que la Corte Constitucional ordenara rectificar la infame acusación.
Palabras que encierran solo un nuevo ardid mediático. Propaganda y cinismo de quien enarbola, casi solitario hoy en América Latina, las banderas del neoliberalismo salvaje, ortodoxo y hambreador. Y que simboliza el militarismo desbordado y el guerrerismo delirante.
Para que viva la vida Uribe debe cambiar radicalmente toda su política militar, económica, social y filosófica.
Para que viva la vida Uribe debe renunciar a ser el espadachín de los planes norteamericanos de agresión contra Venezuela, Ecuador y América Latina.
Para que viva la vida tendrían que derogarse las reformas neoliberales aprobadas en el congreso que niegan al pueblo la salud y la educación. Echar para atrás el TLC., la reforma tributaria, la extensión del IVA y los nuevos impuestos y alzas con que empezó el 2007. Devolverle la tierra arrebatada los tres millones de desplazados.
Para que viva la vida debería hacerse el intercambio humanitario y abrirle un nuevo camino a la paz.
Debe haber Verdad, Justicia y Reparación.
Para que viva la vida tenemos que construir una Nueva Colombia.